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Considerado como uno de los principales exponentes de la nouveau roman, especialmente por su novela La Modification, de 1957, Michel Butor (1926) es uno de los poetas europeos más influyentes de la literatura del siglo XX. Tiene más de mil títulos publicados y doscientos en colaboración. Visitó México con motivo de la exposición de sus libros de artistas en el MUAC y la traducción de su libro Papeles mexicanos, de lo cual habló en exclusiva para La Jornada Semanal. |
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Un poeta nómada
entrevista con Michel Butor
Hugo Plascencia
–Ha comentado que si escribiera una novela sobre México sería basada en las ruinas. ¿Podemos encontrar algún indicio en Papeles mexicanos?
–Se pueden encontrar varias huellas; en este libro hablo de México a través de sus diferentes capas temporales, trato de encontrar bajo la ciudad actual lo que había antes, las ruinas que poco a poco regresan, ya que sabemos mucho más ahora sobre el México antiguo que hace cincuenta años.
–Ha expresado que le hubiera gustado ser pintor, fotógrafo o músico. ¿Esto ha influenciado su poesía experimental?
–Tengo ojos y oídos; entonces, la pintura y la música me interesan mucho, me hubiera gustado hacerlas, pero al final me incliné por la literatura; haciendo literatura trato de hacer también música, pintura, fotografía, cine y, además, cocina.
–La estructura de sus textos a manera de collage y modelos para armar ¿han favorecido la interacción con su lector, y qué papel le otorga a éste en el proceso creativo?
–El lector fabrica su representación; hay signos negros sobre una hoja blanca, les transforma en palabras, y éstas en visiones a partir de su experiencia personal. En la lectura hay una gran actividad del lector que tengo ganas de aumentar, fui profesor y me gusta hacer trabajar a la gente, mejorar un cierto número de cosas en ellos y acrecentar su participación para volverlos menos perezosos.
–Algunos autores han desarrollado temas y conceptos clave en su obra. Para Borges era el tiempo; en la obra de usted se perciben el viaje, los sueños, lo geográfico, lo topográfico, el tiempo y el espacio ¿estos elementos pertenecen a un concepto mayor?
–¡Es posible, pero necesito tener a buenos críticos para poder encontrarlo; ¡los críticos tienen que trabajar, yo trabajé mucho! Hay una anécdota sobre Joyce: la gente le decía que sus libros eran muy difíciles de leer, y él contestó: “Sí, pero no tienen que ser siempre los mismos que trabajen.”
–¿Qué papel juega lo onírico y lo real en su poesía?
–No hay oposición entre el onirismo y el realismo. Un gran autor de teatro muestra que en nuestra vida hay mucho teatro, entonces vamos al teatro para tener menos teatro en nuestra vida. Es más difícil contar los sueños que lo que pasa en el día, porque el sueño se escapa. Para contar bien los sueños se tiene que ser un muy buen escritor.
–¿Qué influencia y aprendizaje le heredó la experiencia con su maestro Gaston Bachelard?
–Fue mi maestro de filosofía en La Sorbona. Lo admiraba mucho, era un gran actor y tenía mucha presencia, era magnífico. Tenía dos categorías de libros: una sobre la imaginación, que influyó mucho mi pensamiento y mis referencias literarias, porque citaba en sus libros a escritores muy poco conocidos y olvidados, y la otra sobre la ciencia, es sobre todo ésta la que más me influyó.
Foto: Jacques Desbarbieux,19 de mayo de 2012 |
–¿Cómo concibe la poesía?
–Trato de hacer ensambles nuevos, de crear una arquitectura para el diálogo, para que la gente pueda encontrarse en el interior de una manera distinta.
–Al ser un escritor de ruptura, ¿cuál es su posición con respecto a la tradición literaria?
–Tuve una gran influencia de Apollinaire, Mallarmé y de muchísimos más; soy muy respetuoso de la tradición, pero hay tradiciones muertas, entonces hay que cambiar las cosas. Primero traté de entender por qué escribían así; todo lo que innové fue con gran respeto a los que habían innovado antes que yo, es por eso que escribí los ensayos sobre la obra de Balzac.
–¿Qué consejo le daría a los jóvenes escritores?
–Conocer las lenguas por sus literaturas, la traducción es el único ejercicio literario, es aumentar las posibilidades de su propio idioma. Un joven escritor tendría que aprender otro idioma para compararlo con el suyo.
Traducción de Caroline Perreé
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