Silbido olvidado en la noche vacía
ventanas iluminadas que corren en la oscuridad
tren cargado de almas en la soledad,
cargado de sueños que jamás se hicieron verdad
y por eso son nuestros sueños más verdaderos.
Personas que se inclinan fuera de las ventanas
un instante –pasaron– nada supimos de ellas
sólo su mano que nos saludó y se perdió
y más personas y más manos que saludan
y una negra señal que se hundió en la negra oscuridad
luego una pequeña luz y luego ya nada más.
Y los rieles fluyen incesantes sin que sepamos su fin
incesantes sobre el cementerio con los trémulos candiles
y abajo en las tumbas duermen quienes están
indescifrablemente unidos a nosotros
y sueñan el eterno paso de la vida
que es tan amarga y breve y bella.
Véase La Jornada Semanal, núm 745, 14/VI/2009
Versión de Francisco Torres Córdova |