Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora Bifronte
Jair Cortés
El último mar
Nikos Karidis
Agustín Palacios, terapeuta
José Cueli
La censura en el
Río de la Plata
Alejandro Michelena
La cándida sonrisa
de José Bianco
Raúl Olvera Mijares
Mi mamá es un zombi
Germán Chávez
Italia y la caída de Berlusconi
Fabrizio Lorusso
Los cien años de
Josefina Vicens
Gerardo Bustamante Bermúdez
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Columnas:
La Casa Sosegada
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Las Rayas de la Cebra
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El otro frente al espejo
Hay cosas que, curiosamente, uno jamás sabe de uno mismo. Viven como debajo de las cosas que sabemos, guarecidas siempre a la espera de sorprendernos a la menor provocación. Viven en los resquicios de los recuerdos, como el moho en las bisagras de las puertas, o los agujeros de un olvido aparente. Son las cosas que nos definen realmente y no lo sabemos, porque también a veces nosotros mismos las pisamos para enterrarlas más adentro, debajo de lo que queremos o deseamos ser, como el monstruo que respira entre la máscara y el rostro que usamos todos los días para ir al trabajo. Los otros a veces pueden ver ese monstruo con claridad, cuando se nos acercan un poco, o nos rozan con la yema de los dedos, pero sólo algunos se atreven a decírnoslo. Generalmente vivimos sin saber lo que somos en realidad. Vamos por la vida con los ojos vendados, a tientas, parecidos a los ciegos que se extravían al ser abandonados en medio de la multitud por el perro que, hasta entonces, les tendía su mano amiga. |