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Generación espontánea
Siempre nos gustó el concepto de la “generación espontánea”. Imaginamos a Aristóteles viendo nacer gusanos de un fruto podrido sin considerar la implantación de huevos de mosca, pensando en una suerte de “milagro científico”. Tal teoría duró hasta que Francesco Redi y otros biólogos del XVII la refutaron demostrando que un ser vivo sólo nace gracias otro ser vivo, y no de manera espontánea a partir de materia inorgánica o muerta. Pusieron contenedores abiertos y cerrados con restos de carne y fruta, o simplemente húmedos, para notar que los que se exponían al contacto de insectos se convertían en nido de larvas y hongos, mientras que los cerrados no mostraban vida ulterior.
Claro, el asunto puede llegar lejos y tocar a las religiones, al concepto mismo de Dios. Podemos meternos al laberinto de la “gallina y el huevo” y ahogarnos en el acertijo de la pregunta fundamental sobre el Universo. Pero es domingo y vale mejor irnos a otros terrenos más amables. Apelando al músico improvisador, acordamos que, en tanto se trata de un ser vivo, está plenamente capacitado para provocar el nacimiento de vida; en su caso, vida musical.
Pues bien, sirva el exordio para invitar al lector a que se acerque a Generación Espontánea, grupo de improvisación libre formado en México durante 2006 por los músicos Wilfrido Terrazas (flautista), Alexander Bruck (violinista), Adnan Márquez-Borbón (saxofonista), Darío Bernal Villegas (baterista), Ramón del Buey (saxofón, piano), Carlos Alegre (violinista), Misha Marks (guitarra, acordeón) y Fernando Vigueras (guitarra). Su primer disco, reVuelta, se puede descargar de manera gratuita en: www.dog-eared-records.com. Se trata de un colectivo integrado por intérpretes provenientes del rock, el jazz, el clásico, el contemporáneo, la música electroacústica y cualquier género en que la espontaneidad provoque nuevas formas, siempre pasajeras, capaces de provocar al escucha a través de su rebelión contra las convenciones del ritmo, la melodía y la armonía.
Probablemente habrá quienes se pregunten: “¿valdrá la pena o se trata de una bola de clavados haciendo ruido?” Ya luego hablaremos del concepto ruido, tan interesante. Mientras, digamos que nos hemos encontrado en la misma posición ante “compositores” contemporáneos que no sólo carecen de destreza en algún instrumento, sino que disfrazan su falta de creatividad con un currículo sospechoso. Empero, el colectivo del que hablamos hoy representa un arte genuino que aplaudimos. No se trata de una élite que busca validación a partir del nicho sofisticado o los kilómetros recorridos (y vaya que entre sus miembros hay tipos notables con importantes experiencias internacionales, sea como alumnos, maestros o concertistas), sino de seres dispuestos a la simple, llana y necesaria sorpresa que constantemente invitan o son invitados por otros de su estirpe.
Un buen pretexto para ponerlos y ponernos a prueba es Cátedra, último trabajo discográfico, en donde aparecen los músicos citados menos Márquez-Borbón (seguramente por su estadía en Europa), pero con el agregado de Isaac de la Concha en guitarra eléctrica. Álbum breve y muy bien producido, muestra ocho improvisaciones en las que percibimos un entendimiento disfrutable, incluso en lo más desgarrado. Pese a lo que muchos creen, los grupos de improvisación alcanzan grandes momentos precisamente por su diálogo interno, por la manera como la intuición se manifiesta a partir de algún pretexto, sea o no musical. Su primer corte se llama “Godoma”; el cuarto: “Duelo dos: lucha de clases”; el último: “Estoy a punto de hacer una obra maestra.” Así, de lo solemne a lo humorístico, Cátedra nos deja escuchar timbres y tesituras extremas, pero también la silla que cede, el piso que cruje, la respiración que llena el espacio de un silencio. Nos acerca a la intimidad de un círculo en el que sin duda se calienta el aire.
Otra cosa en la que Generación Espontánea acierta es en darle la espalda al ego. Todos con proyectos como solistas o alternos, en este ensamble los músicos parecen seguir lineamientos claros. O sea que consiguen la verdadera libertad con lindes acordados incluso en sus renuncias formales. Para ello las dinámicas conseguidas son fundamentales. Porque sí, Cátedra es como un cuerpo de agua que sabe sufrir meandros, cascadas, desembocaduras y bifurcaciones, para finalmente evaporarse o convertirse en hielo, con nosotros dentro. Su sitio: www.generacionespontanea.net.
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