Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Al pie de la letra
Ernesto de la Peña
Tres poemas
Titos Patrikios
Lavín Cerda, Dios
y la poesía
Alejandro Anaya
Para una apología
de José Revueltas
Sonia Peña
Imágenes en la
Puerta del cielo
Ricardo Yánez entrevista
con Raúl Bañuelos
Una literatura muy nueva
Vilma Fuentes
Rafael Bernal y El complot mongol entre el olvido y el reconocimiento
Xabier F. Coronado
La lengua ñañho
y la discriminación
Araceli Colín Cabrera
Leer
Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Corporal
Manuel Stephens
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Cabezalcubo
Jorge Moch
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
con Raúl Bañuelos
Siempre quedan preguntas por hacer. Que quiénes han influido en tu trabajo, que de dónde el gusto por la música entre que popular, radiofónica y rockolera (o todo eso junto en una serenata, en un bailongo)... Por eso quizá no hicimos preguntas. Propusimos como detonadores de la conversación algunas de las imágenes que destacan en Puerta del cielo, antología de la poesía de Raúl Bañuelos preparada por Blas Roldán para la colección Clásicos Jaliscienses de la Secretaría de Cultura del gobierno del estado de Jalisco, gobierno que en 2004 entregó al poeta precisamente el Premio Jalisco, el más prestigioso de la entidad. Bañuelos, quien cursó la carrera de Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara, en la cual es investigador, ha sido asimismo distinguido por ésta con el Premio Juan de Mairena. |
|
|
Imágenes en la
Puerta del cielo
Ricardo Yánez
El colibrí (El día se puede dividir en antes y después del colibrí.)
–El colibrí, los colibríes, son parte de la familia. Aquí en el patio de la casa visitan el bebedero. Y cuando se nos olvida o no tenemos fresca su miel, vienen y nos reclaman. Se han llegado a meter a las recámaras o a la cocina, hasta la cocina. Y cuando los niños están en el patio pueden estar a dos metros de ellos sin que se espanten. Esa cercanía me los vuelve una experiencia cotidiana... con alcances simbólicos, relacionados con lo espiritual. Para las culturas prehispánicas eran un símbolo de la divinidad. Para mí, una presencia del misterio; en el sentido en que lo entendía Holderlin, porque es poéticamente que el hombre vive en el mundo.
El árbol (El árbol vive las alturas/ desde la raíz.)
–Un niño decía que las vacas son lo más generoso que existe. También los árboles. De niño me subía mucho a los árboles. Quien no se ha subido nunca a un árbol carece del punto de vista de quien sí se ha subido a un árbol. Decía Rilke que tienen un numen. Yo, que trascienden lo natural. Con Laura Solórzano realizamos una compilación de poemas sobre árboles, El corazón de la madera y el viento. En ellos lo poético es su hermosa figura espiral y su diversidad y sabrosura.
La infancia (Hoy me regaló su canica verde/ el niño de las mañanas y los juegos./ [...] No sé qué supe entonces./ Pero ahora veo un pájaro volar por la ventana/ y temo ya no encontrar jamás aire para mi pecho.)
–Me encanta Pasado en claro, de Octavio Paz, y la actitud lúdica de Estravagario, de Neruda. En Paz está el sentido de la raíz humana, del hombre, y su chorral de imágenes. Y en Neruda la actitud de libertad, de anticonvencionalismos. Esos dos elementos son un eje de mi búsqueda cotidiana. Tengo en mi escritura el niño de la calle, expulsado de la comunidad, y el otro niño, el del mito o símbolo: Que no se suelte de mi mano,/ [...] porque me pierdo/ o lo atropellan.
La religión, Dios (Todo lo poco que soy/ Quiero que sea todo tuyo)
–Soy católico. En principio, por tradición. Después dejé de serlo un tiempo, y regresé. San Juan Bautista, San Juan de la Cruz, dos espíritus rebeldes, críticos. Santa Teresita, el espíritu intimista. Quise ser franciscano, pero finalmente vi que no tenía la vocación verdadera, y opté por tener una familia. La búsqueda de la experiencia de Dios es fundamental. El dogma no basta.
La familia (Padre: Por eso es que lo veo como temblando./ Por eso es que se le nublan los ojos./ Por eso es que está sin guardia./ Por eso es que está tan indefenso. Madre: Yo le veo la risa/ En una foto donde sigue a su hijo con otro/ en su entrañable vientre. Abuelo: Tienes siglos de edades en la mirada./ Eres 20 niños acumulados/ en una sola felicidad y en un solo desconsuelo.)
–Mi madre fue muy buena lectora y un apoyo fundamental para defender mi vocación por la poesía. Mi padre fue muy buen proveedor. Desde niño fui llevado por él a muchas partes, a los toros, al futbol… Lo acompañé a jugar en su equipo, jugamos juntos. Entonces en un período quise escribir sobre circunstancias más cercanas, y sobre mis recuerdos familiares.
El barrio (Iba el barrio y venía/ por sus personas,/ sus casas y sus calles), la ciudad (Caminar a solas por una ciudad desconocida sin lugar para dormir./ Caminar calle arriba encontrándose personas que te miran lejano.)
–La comunidad del barrio era como un pueblo a la orilla de la ciudad. Por la tarde salíamos a jugar adultos y niños a una calle todavía de tierra y después empedrada. Jugábamos lotería o canicas. O con la pelota. Niños y niñas y señores y señoras.
El barrio daba mucha libertad para jugar. Incluso cuando llovía podíamos salir a la calle y mojarnos en la tierra. No pasaban camiones, muy pocos coches, entonces. Claro, no había smog. Y se podía incluso dejar las puertas abiertas de la casa, entraba y salía uno con toda libertad. Me marcó mucho esa experiencia. Pensar en la ciudad era tomar un camión e ir al centro, como ir de un pueblo a una ciudad grande, era otra experiencia.
El poema (No detiene su continuidad/ Hacia el futuro va de su origen./ [...] La plenitud es su principio.// Al horizonte va de lo otro aquí.// El vuelo lo hace ser: funda...), la poesía (como una garza sobrevuela el lago/ así va y vuelve [...]// todo lo contiene:/ como la neblina del atardecer [...]// de muerte no podrá morir/ ni de vida ser ajena).
–Al comienzo fue una expresión completamente subjetiva. Los temas eran la soledad la angustia existencial, el amor por alguna muchacha, pero luego, después de conocer a autores como Walt Whitman, León Felipe, y después a César Vallejo, Pablo Neruda y Octavio Paz, me di cuenta de que podía abordar otros asuntos, como la ciudad, la naturaleza, las otras artes. Y, como decía Pedro Salinas: la poesía que habla de las acciones de los seres humanos, épica o narrativa. Cada libro que he publicado ha sido unitario. En lo formal guarda un estilo, en lo temático es homogéneo. Hay una cuestión inconsciente, pienso, donde yo me dejo llevar por el verso, en un ir hacia/ quién sabe qué,/ por la vía de un tren/ que no existe. Entonces uno es uno, sujeto del poema; entonces el poema crece a mis costillas.
|