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Rafael Bernal y El complot mongol entre el olvido y el reconocimiento
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La lengua ñañho
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PARA EDUCAR AL ALMA
GERMÁN IVÁN MARTÍNEZ
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La pederastia socrática. Del deseo a la filosofía,
Verónica Peinado,
CIDHEM,
México, 2011.
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Se ha vuelto un lugar común decir que la filosofía es “amor a la sabiduría” y que el filósofo, a diferencia del que sabe, del que cree que sabe y del que simplemente ignora, sólo desea saber. No obstante tantos siglos de reflexión, la importancia del deseo respecto al intento de escapar a la ignorancia y la necedad se ha pasado por alto; o bien no ha sido lo suficientemente estudiado. Verónica Peinado, en su libro La pederastia socrática, reflexiona precisamente sobre el deseo como una carencia de conocimientos teóricos que experimentaban los discípulos; esta insuficiencia o déficit –nos deja ver–, fue aprovechada por Sócrates para ganar adeptos. Con la falta, es decir con el vacío de conocimientos que el filósofo hacía patente en quienes le admiraban, y con el reconocimiento de esta insuficiencia, se abría la posibilidad del deseo: el deseo de saber.
En esta obra se subraya la importancia de la pederastia como práctica educativa; se distingue la pederastia griega de la moderna y la homosexualidad del simple disfrute pasivo del acto sexual que realizaban algunos hombres de la Grecia antigua. Además, se afirma que la pederastia era una práctica que “no portaba el carácter ominoso actual”, pues se efectuaba entre dos seres distintos, el amante y el amado, quienes eran poseídos por Eros, una fuerza que hacía nacer entre ellos un magnetismo secreto que emergía, paradójicamente, de un poder involuntario y una elección. Este vínculo amoroso entre dos varones –uno de mayor edad y experiencia y otro joven e inexperto–, diferentes no sólo en edad sino en posición, revela, dice la autora, más allá de una práctica meramente erótica, otra de tipo pedagógico que sirvió en su momento “para conseguir adeptos en el terreno político y militar”. Asimismo, enfatiza que fue Sócrates quien hizo de ella un medio para que los jóvenes optaran por la filosofía. El ateniense, valiéndose del encanto que provocaba en sus oyentes y de la atracción que inspiraba en los jóvenes, hacía notar la pobreza intelectual de éstos mediante un método crítico: la mayéutica. Pero Verónica aborda el fracaso filosófico de Sócrates con Alcibíades y pone énfasis en la actividad “misosófica” del maestro de Platón quien, al hacer que sus interlocutores asumieran su ignorancia, “se colocaba como un sabio retador y soberbio”. Alcibíades, al no poder ser conducido por Sócrates al camino de la filosofía, vivió en permanente estado de sufrimiento. Pero aún más: si no fue convertido a la vida filosófica del cuidado del alma, dice nuestra autora, fue “porque sufría el mismo síntoma narcisístico que su maestro”. Con esto la escritora intenta mostrar la locura socrática.
Recurriendo al pensamiento psicoanalítico y basándose en autores como Freud y Lacan, Peinado subraya que la iniciación filosófica tiene que ver con una triada: Eros, falta y deseo. Sólo el reconocimiento de que somos seres incompletos despierta la sed de completud. “La falta, entendida como una carencia, es irrebatiblemente la característica fundamental del ser humano”, dice. En este sentido, únicamente su aceptación o, como pensó Octavio Paz, el consentimiento de que todos padecemos una carencia, hace que irrumpa una verdad irrefutable: nuestros días están contados. Somos seres temporales y por ello finitos, mortales, como se subraya en el escrito recurriendo a Heidegger.
La pederastia socrática. Del deseo a la filosofía, es un libro donde se ensayan ideas diversas que cruzan la literatura, la filosofía y el psicoanálisis; y lo hacen, además, con una fuerza conceptual y un rigor en el uso de las fuentes que constituyen un reto para el lector de hoy, en general, tan acostumbrado al lugar común, la pobreza expresiva y, por si fuera poco, la pereza mental.
EL LENGUAJE DEL PODER Y VICEVERSA
LEO MENDOZA
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El caso Moro,
Leonardo Sciascia,
traducción de Juan Manuel Salmerón,
Tusquets,
México, 2011.
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Jorge Luis Borges propuso en alguno de sus cuentos (a través de un desconocido escritor francés) que un texto es uno y es muchos de acuerdo con el tiempo en que se vive y también de acuerdo con el contexto y la forma como es leído: El Quijote fue uno en la época de Cervantes y otro en el momento en que Pierre Menard decidió escribirlo palabra por palabra, párrafo a párrafo, aunque no llegó más allá de unos cuanto capítulos.
Leonardo Sciascia, un autor siempre interesado en esos oscuros terrenos donde la política, la ficción y la historia se entrelazan, se escudó en los principios de Menard (que también dieron origen a múltiples teorías literarias) para desentrañar los misterios de un caso que sacudió a toda Italia allá en el lejano 1978: el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana, perpetrado por las Brigadas Rojas.
Sciascia, por entonces diputado del Partido Radical, encabezó la comisión parlamentaria que investigó el asesinato de los cinco escoltas, así como el secuestro y posterior ejecución de Moro, sin que pasara gran cosa. Sin embargo, al calor de los hechos, tras recordar un artículo de su amigo Pier Paolo Pasolini (muerto también en circunstancias extrañas) que giraba en torno a la desaparición de las luciérnagas, Sciascia escribió de un tirón El caso Moro, una obra literaria de no ficción que explora todas aquellos elementos que fueron pasados por alto al analizar los hechos que condujeron a la muerte de Moro.
Sciascia no sólo cita extensamente algunas de las cartas que Moro envió a sus correligionarios y a funcionarios del gobierno, sino que también explora los comunicados emitidos por las Brigadas Rojas, incluido uno, reputado como falso por la organización de extrema izquierda, cuyo significado podría encontrarse mucho más allá de una presunta equivocación.
En realidad, el análisis de Sciascia se centra en un aspecto esencial al poder, aunque pocas veces estudiado: el lenguaje. El escritor no sólo se pregunta si en las cartas de Moro (algunas publicadas mucho tiempo después) se esconde algún mensaje cifrado, o si simplemente trataba de ganar tiempo para que la policía (que brilló por su torpeza) pudiera encontrarlo. Sciascia analiza los tiempos verbales, los adjetivos, la manera como los militantes de las Brigadas Rojas usaban el lenguaje para presentarnos una visión totalmente diferente del caso.
Las cartas de Moro provocaron el rechazo de sus compañeros de partido quienes, frente a la exigencias del político para que se negociara su rescate, prefirieron desconocer a su líder bajo el pretexto de que se encontraba afectado psicológicamente o presionado por sus captores. Sciascia se pregunta si la negativa a negociar por parte del gobierno y los partidos políticos (incluido el comunista y con el rechazo del socialista) no era en sí misma una condena, toda vez que, señala el autor, el Estado italiano había convivido por décadas con la camorra y la mafia.
Sciascia también profundiza en la actitud de las Brigadas Rojas que al intentar impedir un mayor acercamiento entre el Partido Comunista y la Democracia Cristiana mediante el secuestro y asesinato de Moro, logró precisamente lo contrario: un acercamiento entre ambos partidos que se unieron en la llamada posición de firmeza.
La lectura de El caso Moro, publicado originalmente en español en 1996 y reeditado ahora por Tusquets, es un profundo análisis de las relaciones existentes entre el crimen, el poder, la política y el lenguaje.
DE REDES Y CLANES DEL CRIMEN
EDGAR MORÍN
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Mafia export. Cómo la ‘Ndrangheta, la Cosa Nostra
y la Camorra han colonizado el mundo,
Francesco Forgione,
Anagrama,
México, 2010.
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Lejos de la creencia común que ubica al fenómeno mafioso en el ámbito del cine o la ficción literaria, las mafias italianas no sólo son realidad global sino que sus clanes, cosas y alianzas político-financieras hace mucho tomaron por asalto la economía legal donde blanquean sus casi 130 mil millones de euros facturados al año por diversos delitos, como secuestro, falsificación y tráfico de drogas, entre otros.
Publicado en español a fines del año pasado, su lectura es útil ante la violencia imperante y el poder desbordado del crimen en nuestro país, pues el autor también ofrece elementos sobre el modo en que el Estado italiano las ha combatido con eficacia y las experiencias descritas proporcionan ejemplos e ideas para ello. Aún así, el libro también da cuenta de las limitaciones jurídicas para una persecución global y, basándose en fuentes como actas judiciales, sentencias e informes policiales a modo de crónica, igual muestra que los vínculos entre el crimen organizado, la alta burguesía y la política, lo que Forgione llama “zonas grises”, pueden terminar haciendo que secretarios de Estado y otros funcionarios públicos de Europa, Australia o Sudáfrica protejan mafiosos, o que, por ejemplo, unos traficantes de cocaína hayan triangulado sus llamadas telefónicas entre Calabria, Colombia y Ámsterdam desde un bufete de abogados entre cuyos clientes también estaba la Casa Real de Holanda.
A los interesados en el plano (sub)cultural de los mafiosos el libro tampoco les defraudará, pues las investigaciones e intervenciones telefónicas de las autoridades dejan ver los modos de ser y hacer reales de estas organizaciones transnacionales: entre otras, sus férreas reglas de comportamiento (“jamás un nombre de pila, jamás una dirección”), los números encriptados, el peso del vínculo de sangre y sus límites, la conciencia o complicidad compradas con dinero en efectivo, su clandestinidad, movilidad y la comunicación no verbal con sus códigos del silencio no exentos del doble juego, la traición o vendetta, sin faltar las dosis de violencia instrumental y una religiosidad altamente ritualizada, como pasa con san Michele y las ceremonias de iniciación.
Claro que al autor, quien fue presidente de la Comisión Parlamentaria Antimafia italiana, sobre todo le interesa dar cuenta de lo que llama proyectos de “colonización” económica mafiosa; tal vez la dimensión más significativa en el combate al crimen organizado global. Por eso elabora detallados listados y mapas geodelictivos planetarios (que por supuesto incluyen la capital mexicana, Cancún y Guadalajara), además de seguir con detalle no sólo las actividades criminales de estas redes y clanes, de los que extrae casos judiciales relevantes, sino a sus inversiones y flujos de efectivo que prácticamente abarcan todos los ramos de la economía legal. Un abanico que hoy día lo mismo invierte en construcción, restaurantes y todo tipo de sociedades comerciales de importación-exportación, que en lo inmobiliario o lo financiero que por doquier acerca al mundo económico y de las empresas al crimen organizado.
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Entre el delirio y el sueño: Cervantes y Freud,
José Cueli,
La Jornada Ediciones,
México, 2010.
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Con la prosa fluida y amena que sus lectores de este diario le conocen desde 1984, el doctor Cueli, fundador y director de la Facultad de Psicología de la UNAM, propone en este volumen un parangón, que cerebros encorsetados podrían juzgar sorpresivo, entre la obra y el pensamiento de dos gigantes de la cultura mundial: los autores de El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha y La interpretación de los sueños, respectivamente. El deseo, la libertad, el futuro, el ser y la poesía, son algunos de los temas que Cueli identifica en el corpus creativo de Cervantes y de Freud.
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La utopía posible. México en vilo: de la crisis del autoritarismo a la crisis de la democracia (2000-2008),
Armando Bartra,
La Jornada Ediciones,
México, 2010.
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También integrante de la colección Los Nuestros de esta casa editorial, el presente ensayo del maestro Bartra, de elocuentísimo título, revisa el fenómeno político en su doble vertiente de concepto y de acción, tal como lo hemos vivido –y padecido– los mexicanos en años recientes. El papel y la situación de la izquierda, el estado actual del ejercicio de la democracia, el “gobierno” de Calderón, son sólo algunos de los puntos de la agenda política examinada por el politólogo, ensayista y académico de la UNAM y la UAM.
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