Portada
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Bazar de asombros
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Al pie de la letra
Ernesto de la Peña
Tres poemas
Titos Patrikios
Lavín Cerda, Dios
y la poesía
Alejandro Anaya
Para una apología
de José Revueltas
Sonia Peña
Imágenes en la
Puerta del cielo
Ricardo Yánez entrevista
con Raúl Bañuelos
Una literatura muy nueva
Vilma Fuentes
Rafael Bernal y El complot mongol entre el olvido y el reconocimiento
Xabier F. Coronado
La lengua ñañho
y la discriminación
Araceli Colín Cabrera
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A mediados del siglo pasado comenzó a inquietar a los intelectuales el verdadero aspecto emocional y moral de los mexicanos. La obra de Samuel Ramos El perfil del hombre y la cultura en México marcó un derrotero o cuando menos una inquietud por explicar nuestra verdadera personalidad. Era necesario, indispensable, hacer un análisis de nuestras reacciones, el medio ambiente histórico y social, en una palabra, lo característico de los mexicanos.
La identidad, dice la Academia, es un “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”. En el momento en que se empezó ordenadamente a hacer reflexiones acerca de nosotros mismos salieron a la luz muchos gestos y actitudes que, hasta ese momento, habían formado una parte no reconocida de nuestro comportamiento. Es muy diferente, en efecto, reaccionar de manera espontánea e instintiva ante el mundo externo, a tener la conciencia de que, precisamente en esta manera de hacerlo, radica el fondo de nuestra mexicanidad.
Al volver los ojos hacia atrás, los conocedores de nuestras letras hicieron dos descubrimientos (esto es, emitieron dos hipótesis) de importancia: sor Juana Inés de la Cruz fue un espíritu universal que, en el medio histórico de la Nueva España, reflejó la actitud de los criollos en el conglomerado social. De allí parte el concepto de que esta mujer excepcional podría pertenecer por derecho propio a la literatura española. En el caso de Juan Ruiz de Alarcón, avecindado en la madre patria desde joven, los estudiosos vieron una especie de primer trasterrado pues su teatro deja entrever ciertos rasgos de personalidad típicamente mexicanos.
Ante esas realidades que se dan en el mundo privilegiado del arte, quienes reflexionaron sobre la identidad nacional se vieron forzados a desentrañar, más que la élite del país, la conformación de la gente de todos los días. El primer escollo que encontraron es que México es un país de varios pisos, ya que las comunidades indígenas que conviven con los mestizos son tan mexicanas como el que más y observan hasta la fecha ciertos rituales de índole religiosa y determinadas costumbres extrañas a lo que se podría llamar el comportamiento medio de los mexicanos. La concepción del mundo de un huichol es muy distinta a la que tienen los tarahumaras, las comunidades nahuas o los indígenas de la península de Yucatán.
Habría sido imposible cotejar todos esos universos contiguos, pero extraños entre sí, con lo que se podría llamar la identidad nacional, entendida como los rasgos comunes a todos los mexicanos o a la mayoría.
Algunos ensayos que acompañaron la obra de Ramos tienen como fin descubrir todo aquello que es privativo de nosotros. Escritos como Fenomenología del relajo, de Jorge Portilla, La X en la frente, de Alfonso Reyes, la Ontología del mexicano, de Emilio Uranga, y El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, forman la vanguardia de los estudios sobre lo mexicano.
Este último trabajo, sobre todo debido a la gran fama de Paz, ha tenido repercusiones enormes en el mundo intelectual mexicano pero, independientemente de esto, las tesis que sostiene vienen a ser una radiografía espiritual y caracterológica de todos nosotros. Libro fundador en muchos sentidos, sigue siendo fundamental para emprender con fruto nuestra introspección.
En la actualidad, en pleno siglo XXI y en medio de una crisis cuyo fin no podemos todavía percibir, creo que es sumamente útil volver los ojos a estos análisis y aplicar lo pertinente a nuestra situación del momento. Desde luego que no se trata de encontrar solución directa a nuestros múltiples problemas. La lectura de estas obras no nos conseguirá empleo ni nos librará de la amenaza de los cárteles de la droga. Pero este conocimiento íntimo, objetivo en medida de lo posible, contribuirá en muy buena medida a liberarnos de muchos atavismos inútiles que han sido el lastre de la mayoría de los mexicanos.
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