Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora Bifronte
RicardoVenegas
Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova
Para descolonizar
la literatura colonial
Rodolfo Alonso
Dos demiurgos y
un país trágico
Ernesto Gómez-Mendoza
Grupo escolar
Félix Grande
Ingleses en 1882
Eça de Queirós
El inconveniente
de ser Cioran
Augusto Isla
Armando Morales, pintor
Vilma Fuentes
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Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
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Mentiras Transparentes
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Una vida sin filosofía
Tengo tiempo leyendo libros de divulgación científica y he aprendido cosas básicas, y tal vez profundas. Por ejemplo, la llamada transición gradual, que indica que no puede haber saltos evolutivos drásticos (como pasar de primate a hombre consciente en un parpadeo), sino que los cambios son de a poco. Esto me hizo pensar que no se puede acabar con la delincuencia organizada saliendo a la calle con una metralleta, como lo hace el gobierno de Calderón. Sino más bien poco a poco, como en la ley de la transición gradual. Sin duda la educación es la única alternativa, sobre todo aquella que alimenta los valores civiles, la ética, etcétera. Leyendo a los filósofos uno no hace sino alimentar esa parte del alma que nos hace tener conciencia de lo bueno y lo malo, que es, como decía Sócrates, el ser todo de la filosofía. ¿Y no es hoy más que nunca que México necesita saber distinguir entre estas dos fronteras? Sin embargo, el gobierno ha decidido quitar la filosofía a quienes más la necesitan: los jóvenes. Esto es como quitarle la iluminación a ese túnel que todos atravesamos cuando nos animamos a convertirnos, por así decirlo, en hombres de verdad. |