Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora Bifronte
RicardoVenegas
Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova
Para descolonizar
la literatura colonial
Rodolfo Alonso
Dos demiurgos y
un país trágico
Ernesto Gómez-Mendoza
Grupo escolar
Félix Grande
Ingleses en 1882
Eça de Queirós
El inconveniente
de ser Cioran
Augusto Isla
Armando Morales, pintor
Vilma Fuentes
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Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Galería
Alejandro Michelena
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Cabezalcubo
Jorge Moch
Directorio
Núm. anteriores
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Nueve títulos nueve
Antonio Soria
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Escribir en el aire (colección),
Varios autores,
Feria Nacional del Libro y la Lectura Michoacán/Secretaría
de Cultura de Michoacán/Gobierno de la Ciudad de México/
UNAM/Ediciones Eón,
México, 2011.
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Nueve son los títulos de esta colección que, gracias a los buenos oficios y el tesón de Gustavo Ogarrio, entre otros entusiastas, ve ahora la luz y quiere ser –ojalá pase de ser sólo un deseo– la primera tanda de una larga vida. De vocación poética, está compuesta por dos antologías y siete poemarios de autor; como se ve líneas abajo, algunos de estos últimos son conocidos en el ámbito literario nacional, mientras al menos uno de ellos debuta en las lides de la publicación masivo-libresca.
El brillo de la yerba húmeda. Antología de mujeres poetas en Michoacán, compilado por Margarita Vázquez y Gaspar Aguilera, ofrece textos de veinticuatro autoras, entre nacidas y avecindadas en Michoacán, y abarca un arco generacional tan amplio como medio siglo, pues va desde Graciela Salinas, nacida en 1934, hasta Leonarda Rivera, de 1984.
La memoria de los atunes. Antología poética de talleres literarios en Michoacán. “Quizá no son todos los que actualmente tienen vida, pero todos los que aparecen aquí son ampliamente reconocidos y en muchos casos llevan a cuestas un trabajo de años y décadas.” Lo anterior se refiere a los nueve talleres literarios aquí antologados, de cuyos integrantes, quizá también, habrá de escucharse y leerse más adelante, ya por cuenta y por voz propias.
Historia de todas las cosas, Gaspar Aguilera Díaz. De brevedad y precisión se componen las aguas en las que abreva esta vez uno de los poetas michoacanos contemporáneos más conocidos.
Juntaversos, Saúl Ibargoyen. Uruguayo-mexicano, el prolífico Ibargoyen es otro de los arriba mencionados autores bien conocidos, que aquí alude, por vía del título, a uno de los más célebres libros escritos por su paisano Juan Carlos Onetti.
Poemas encendidos, Sergio Mondragón. Otro viejo conocido poético, el autor de El aprendiz de brujo y Hojarasca, entre muchos otros, prosigue aquí su luengo y vigoroso periplo literario.
Vacas y navajas, José Luis Castillo González. Moreliano de nacimiento; textos suyos han aparecido en las antologías Olvidados y excéntricos, y Los nombres y las letras. Salvo aclaración en contra, este debe ser su primer libro en solitario.
El mosto de la serpiente, Mario Cruz. “Poeta y cronista, director de la revista Crasis, que publica poesía y cuento e integrante del comité editorial de La ruta infame –informa la cuarta de forros–, el autor es un genuino sobreviviente de sí mismo, hazaña en donde la poesía ha jugado un papel fundamental.”
Instantáneas del distante, Sergio J. Monreal. Autor de cuatro libros antes del incluido en esta colección, Monreal es también narrador y dramaturgo. Aquí se propone darle perfil preciso a “los instantes que pueblan las distancias”.
Épicas menores, Gustavo Ogarrio. Más conocido como narrador y, sobre todo, como cronista, Ogarrio está igualmente en posesión de una voz y un aliento poético propios, de lo cual dan testimonio, entre otros, unos cantos desalmados, una crítica de la razón pura y algunas parábolas.
Borges o el Darwin de la fantasía
Raúl Olvera Mijares
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Manual de zoología fantástica,
Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero,
FCE,
México, 2010.
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Este curioso manual que dilucida una fauna puramente fruto de la imaginación es posible abordarlo de diversas formas e incluso en etapas contrastantes de la vida. Cuando se llega a él de joven, inexperto en achaques de letras y sediento de información, se convierte en un calidoscopio truculento, de fácil y engañosa lectura, reacio a la mnemotecnia más palmaria. Muy distinta es la experiencia cuando se accede a él al final –no al principio– de la vida, que para algunos es esa extraña suerte de carrera que consiste en descifrar y paladear libros raros. Arribar a esta diminuta isla, casi un cayo que se pierde en las estribaciones e inmensidades de los bancos de arena hacia mar adentro, en contraste con el macizo continental que representa la obra de creación propiamente dicha o pura de Borges, ese corpus poético, narrativo y ensayístico del hacedor y el estudioso.
En esta última faceta, precisamente las obras escritas al alimón con Adolfo Bioy Casares bajo el sonoro seudónimo de Honorio Bustos Domecq, las ágiles y solventes tentativas de novela policial, o bien las antologías, prólogos y recopilaciones diversas hechos en colaboración con mujeres, María Kodama la última, la cónyuge in extremis del escritor y heredera universal de sus bienes, comprendidos los derechos de autor, aunque también obras precedentes realizadas con Betina Edelberg, Alicia Jurado, María Esther Vásquez y, de manera muy particular, Margarita Guerrero, con quien realizaría el estudio preliminar a la edición del Martín Fierro, de José Hernández, y una obra señera en su género, un bestiario que lleva el sugerente título de Manual de zoología fantástica.
El jardín zoológico borgiano es una recopilación extensa, variopinta, si bien ágil, de criaturas mitológicas y literarias que van desde centauros, arpías, ictiocentauros o centauros-tritones, unicornios o nagas, por mencionar a los más ampliamente difundidos que se presentan como auténticas especies fantásticas compuestas de numerosos individuos o bien seres únicos e irrepetibles, como Pegaso, Escila, Garuda, el Fénix, el Ave Rock, el Behemoth, el Cancerbero, el Kraken, al lado de entidades tan escurridizas y sutiles como los seres térmicos, crocotas y leucocrocotas, animales de los espejos, animales metafísicos o animales esféricos. Varias de las criaturas soñadas por Kafka asoman sus confusas y tímidas cabezas en estas páginas, así como las cantadas por otros grandes literatos como C. S. Lewis, Plinio, Dante, Ariosto, fray Luis de León y algunos poetas y sabios indios, chinos y musulmanes. Un verdadero deleite deparan al lector estas descripciones, amenizadas con el inimitable estilo de Borges, cazador de aporías, laberintos e hipálages, ilustrados con citas de grandes autores que, cuando no se ofrecen en el original castellano, que es en contados casos, se proponen en traducciones escogidas, selectas, salidas no pocas veces de la pluma del mismísimo Jorge Luis Borges (1899-1986), el hombre de letras más brillante que produjo el siglo XX hispanoamericano y quizá hispánico en su conjunto.
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