Portada
Presentación
El bautizo de un libro
Leandro Arellano
Aquellos ojos brujos
Esther Andradi entrevista
con Cornelia Naumann
El Che: la perduración
del mito
Marco Antonio Campos
Las posibilidades
de la mirada
Gustavo Ogarrio
Rogelio Cuéllar y el rostro de las letras
Francisco Noriega
Los diarios
José María Espinasa
Leer
ARTE y PENSAMIENTO:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
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Felipe Garrido
La bailadora
Para Pilar Rioja y para Luis Rius
Fue en una escuela que tenía un patio enorme y muros en ruinas que dejaban ver, siempre más allá, pirules y cadenas de cerros que se iban haciendo azules. No sé cómo se llamaba la escuela, ni recuerdo dónde estaba, ni, muchísimo menos, cómo se llamaba ella, aunque nos lo dijeron por el sonido. Espigada, morena, ojos rasgados, alto cuello de garza. El patio lleno de chiquillos en uniforme –suéteres azul marino, faldas o pantalones blancos–, y el grupo que danzaba, seis o siete de las muchachas mayores: enaguas largas, colores brillantes, todas girando. De pronto ella se impuso, la única que se veía, superior a todas. Un soplo de gracia la envolvía y el movimiento de sus pies alados, los quiebres de la cintura la fueron borrando, la fueron devolviendo al viento, la hicieron desaparecer. Entonces recordé: ¿Qué es lo que ven los ojos, si lo invisible es lo real? ¿Qué enamora? ¿El aire y el milagro? ¿La bailadora? |