Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 30 de noviembre de 2014 Num: 1030

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Verano e invierno
en Balkonia

Ricardo Bada

Patrick Modiano:
esas pequeñas cosas

Jorge Gudiño

Edmundo Valadés
y la minificción

Queta Navagómez

Seis minificciones
Edmundo Valadés

Halldór Laxness, un
Premio Nobel islandés

Ángela Romero-Ástvaldsson

Gente independiente
(fragmento de novela)

Halldór Laxness

Clamor por
Camille Claudel

Esther Andradi

Leer

Columnas:
Galería
Honorio Robledo
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


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Jorge Moch
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El abismo

Por décadas ha estado usando y abusando el gobierno mexicano de los medios masivos. En contubernio, claro, con los particulares dueños de esas empresas, a menudo soldados del monolítico partidista, el del priísmo que nunca se fue aunque por un interludio de doce años simuló gobernar la derecha, o muchas veces oportunistas que suman a última hora del lado que incline la balanza.

Ahí Televisa, con toda borrascosa alevosía, anunciando un amanecer soleado el 3 de octubre de 1968 en lo que el departamento central del Distrito Federal mandaba contingentes de afanadores a limpiar la sangre de Tlatelolco. Allí en 1971, acusando de violentos a los estudiantes y omitiendo la violencia de los halcones del gobierno, enviados a reprimir manifestaciones. Allí en 1985, cuando en medio del escombro se hacía corifeo de un gobierno pasmado, como si no pasara nada. Allí estuvo, cuando el fraude electoral de 1988, en la guerra de lodo contra la disidencia encabezada entonces por Cuauhtémoc Cárdenas; y en el fraude electoral del '94, y luego dándole la espalda momentánea y falsamente al PRI para avalar el fraude electoral de 2006 y haciéndose la que la Virgen le habla también cuando se desnudó la maquinaria priísta descarada de compra y corrupción del voto ciudadano en 2012, azuzando el odio contra López Obrador o cualquiera que diga verdades a la jeta a la recua de oligarcas, vividores, yúniors y mafiosos que dicen gobernar. Ligada desde siempre a la Presidencia en turno, agachona y servil, la televisión mexicana siempre ha estado allí, mintiendo, omitiendo, acomodándose a gusto. Haciendo negocio. Y defraudando al televidente, saturado con décadas de programas basura hasta lograr lo inimaginable: moldear un imaginario colectivo apático, inculto, hipnotizado por el escándalo amarillista, la erotización de lo que se deje y la tugurización de lo que quede. Allí están ahora Televisa y TV Azteca arropando ineptos con tal de preservar negocios y canonjías obtenidas con corruptelas. Esa es la televisión que no ve cientos de miles de manifestantes pacíficos exigiendo un alto a tanta rapacería, a tanto atropello, sino a cincuenta encapuchados, de los que esconde lo que de ellos sepa realmente como que llegan a las concentraciones vestidos de civil pero a bordo de vehículos del ejército, y en un acto bastante burdo y carente de importancia en sí, como los desmanes de esos cincuenta infelices, cifra el desarrollo entero de una marcha multitudinaria, ordenada y pacífica, manchando el honor de todos aquellos que le dedican su tiempo y su esfuerzo a sacar de veras a México del hoyo infame en el que lo ha metido esa mezcla de crimen e ineptitud, de violencia y estupidez que corona Enrique Peña Nieto escondido, como se dijo en las redes sociales, en un baño cuando era candidato y lo increparon los estudiantes de la Universidad Iberoamericana, luego escondido en China cuando estalló el descontento por la desaparición de estudiantes en Guerrero y ahora oculto detrás de su mujer cuando había que dar la cara por el escándalo de su casa blanca en Las Lomas y explicar el origen de todos modos proceloso de tanta, desmedida ostentación.

Mientras se siguen acumulando deudas sociales por desapariciones forzadas y secuestros, golpizas, violaciones, amenazas, despojos y asesinatos, circulan en redes sociales, esas grandes enemigas de los oficialistas operativos de mentira y maquillaje que son casi todos los medios masivos en México con contadas y muy honrosas excepciones (entre las que no se encuentran desde luego ni Televisa ni TV Azteca), videos testimoniales que son imposibles de enfrentar por la bosta gubernamental. Allí se ve a los granaderos de Miguel Ángel Mancera, quien alguna vez se dijo de izquierda, repartiendo macanazos a señores mayores y aun a gente que carga niños pequeños. Allí se los ve tirando golpes, insultando, agrediendo a turistas y parroquianos y trabajadores en terrazas de establecimientos en el centro. Desatados como la horda impune que realmente son las policías en México, la auxiliar, la federal, las estatales y ya ni hablar de las municipales, de tan reciente y horrendo quehacer.

Mientras en la tele no pasa nada, la mierda sigue igual: la rabia colectiva, el desbordado hartazgo que millones de mexicanos compartimos mientras el hombrecito de Los Pinos, todavía, se siente seguro. Distante. Ajeno.

Separado de todos nosotros por el insondable abismo de su inconsecuente arrogancia, su inepcia y su estulticia. Petulante. Ciego. Sordo.

Inservible.