Quien haya visto algún ejemplar de la época dorada de la célebre revista The New Yorker, con seguridad conoce algo de su arte plástico, pero difícilmente lo asociará con el nombre de su autor: Saul Steinberg, ilustrador o, como él mismo prefería definir, “un escritor que dibuja”, rumano de nacimiento, cuya vida pareciera sacada de una novela de aventuras, y que entre sus amigos contaba nada menos que a Roland Barthes, Henri Cartier-Bresson, Vladimir Nabokov y Saul Bellow, entre muchos otros. Doctor honoris causa por el Real Colegio de las Artes londinense, hoy su obra recorre itinerarios por todo el mundo y, sin embargo, es poco lo que el público sabe de su increíble vida. En el artículo que ofrecemos a nuestros lectores, Leandro Arellano aporta datos básicos para la semblanza de Steinberg. Publicamos además un ensayo del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez sobre la inconformidad y la escritura, así como un artículo sobre El último hombre, de Mary Shelley, y un poema de Ricardo Yáñez. |