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Ilustraciones de Gabriela Podestá
Blas Pascal, el pensador sensible
María Bárcena
“El corazón tiene razones que la razón ignora” es la célebre frase de Blas Pascal que hoy –a la luz de las neurociencias‒ confirma la genialidad de su mente y, por supuesto, de su corazón. Pascal se adelantó cuatro siglos a la comprensión del corazón como órgano neurosensible, dotado de neuronas y de un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40 mil neuronas, lo que al parecer permite al corazón tomar decisiones y pasar a la acción “sin consultar” al cerebro…
Blas Pascal, el genio del pensamiento sensible y del corazón razonable, representa la conjunción de los máximos logros del pensamiento científico, de la construcción mística y del modo de amar del siglo XVII.
Blas Pascal nació en Francia (1623-1662), tres años antes de la muerte de Bacon (1561-1626) y veintisiete antes de la muerte de Descartes. En otras palabras, Pascal fue sesenta años más joven que Bacon y veintisiete años más joven que Descartes (1596-1650).
Ubicamos su existencia en estas coordenadas, porque son los dos pensadores más importantes de los que abreva Pascal y los trasciende y conjuga: por un lado, Pascal ama y domina la precisión matemática, la objetividad de los fenómenos, como propuso Bacon para la ciencia y, por otro lado, desarrolla un pensamiento analítico e introspectivo y místico en el que podemos ver una continuidad con las meditaciones cartesianas.
Leer su singular biografía y algunos aspectos de su enorme obra científica, literaria, filosófica y teológica o mística, hace que una se sienta rebasada por la enormidad y diversidad de su producción y su poliédrica personalidad.
Mucho se habla actualmente de la diferenciación entre “artistas y pensadores”, en relación a que cada grupo tiene una predominancia de un hemisferio sobre el otro; pues bien podría decirse que en Pascal ambos hemisferios eran igual de fuertes, ya que su pensamiento “concreto” y su pensamiento “abstracto” mostraron a lo largo de su vida grandes intuiciones, conceptualizaciones y producciones, a través de las cuales hizo aportes extremadamente valiosos, tanto al desarrollo científico del más alto nivel como a la comprensión del hombre y de “Dios”.
Blas Pascal nació en Clermont, Francia. A la edad de cuatro años, tras la muerte de su madre, su padre Etienne lo llevó a París, donde recibió educación. De allí la familia se mudó a Rouen en 1639; ahí Pascal persiguió los intereses científicos que lo habían ocupado en París.
A Pascal se le considera un niño prodigio, ya que publicó un tratado sobre las secciones cónicas que maravilló a la comunidad científica cuando tenía solamente dieciséis años. En Rouen, Pascal experimentó lo que se ha llamado su primera conversión, en la que llegó a tomar mucho más en serio su fe católica. Por el testimonio de dos hombres que cuidaron a su padre tras una caída en la que se rompió la cadera, Pascal llegó a conocer los conceptos de Agustín de Hipona, mediados por el maestro Cornelio Jansen.
Pascal tuvo una salud muy endeble a lo largo de toda su vida, y su muerte acaeció dos meses después de haber cumplido treinta y nueve años. Hacia el final de su vida, se propuso escribir una defensa de la fe cristiana, partiendo no de los argumentos lógicos y la razón, sino de sus observaciones de la moral y la historia para apelar al corazón y a la experiencia personal. Falleció antes de lograr su propósito, pero los fragmentos preparativos han sido publicados como Pensées (Pensamientos).
En los Pensées, Pascal analiza varias paradojas filosóficas: el infinito y la nada, la fe y la razón, el alma y la materia, la vida y la muerte, el significado y la superficialidad, que no lleva a conclusiones definitivas aparte de la humildad, la ignorancia y la gracia. A continuación una selección de sus pensamientos:
Toda religión es falsa si, en cuanto a su fe, no adora a un solo Dios como el origen de todas las cosas, y, en cuanto a su moralidad, no adora a un solo Dios como la meta de todas las cosas.
El corazón tiene razones que la razón ignora.
El demonio está sobre la lengua del que murmura.
Para quienes no ansían sino ver, hay luz bastante; mas para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay bastante oscuridad.
Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas.
Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo.
Vale más saber alguna cosa de todo, que saberlo todo de una sola cosa.
¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?
Cuando no se ama demasiado no se ama lo suficiente.
Sólo conozco dos tipos de personas razonables: las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen.
La felicidad es un artículo maravilloso: cuanto más se da, más le queda a uno.
Estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable no serlo alguna vez.
El hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende.
El pensamiento de Pascal
El pensamiento de Pascal puede ubicarse dentro de la concepción esencialista dualista, dentro del racionalismo antropológico, porque considera, al igual que dicha teoría, que el hombre se compone de cuerpo y alma. Señala, también, que el hombre conoce el universo a través del pensamiento, al igual que lo hace con otras facultades (como el “corazón”).
Pascal afirma que el hombre es un ser de “contradicciones”, que es un ser grandioso y miserable a la vez. La grandeza del hombre proviene de conocer su miseria. La esencia del hombre, para Pascal, es su pensamiento y es lo que lo hace grande y único. El hombre es un ser mortal sometido a las enfermedades, al dolor; sin embargo, en tanto conoce su condición es grandioso, y esto es posible gracias al pensamiento.
El universo comprende al hombre a través del espacio, porque este último forma parte del primero. A su vez, el hombre comprende al universo, porque el hombre sabe qué es el universo y sabe que es parte de él, lo que representa un sentido teórico. Según Pascal, el hombre evita pensar en sí mismo porque para el alma es una pena insoportable pensar en el fin de la vida. De ahí el origen de la diversión y de los pasatiempos (los juegos, la caza, la conversación en los salones, la guerra), que sirven para pasar el tiempo sin sentirlo, sin sentirse uno mismo y evitar pensar.
El alma no ve nada en sí misma que la contente, no ve nada que no la aflija, lo cual la obliga a esparcirse en lo exterior, buscando perder el recuerdo de su estado verdadero. Su gozo consiste en el olvido y para hacerla desdichada basta obligarla a estar a solas consigo misma.
La verdadera sabiduría del hombre está, según Pascal, en asumirse como un ser contradictorio; en conocer la propia grandeza y también las miserias.
La famosa serie de dieciocho cartas Lettres provinciales firmadas por Pascal se publicó entre 1656 y 1657 bajo el seudónimo de Louis de Montalte, e indignaron al rey Luis xiv. En 1960 el rey ordenó la destrucción y quema de la obra. La última carta de Pascal, del año 1657, desafió al mismo Papa, y provocó que Alejandro vii condenase la obra. Sin embargo, todas esas medidas no impidieron que todos los eruditos de Francia las leyeran, e incluso el propio Papa mientras se oponía públicamente a ellos, fue persuadido por algunos argumentos de Pascal. Condenó la laxitud moral en la Iglesia y ordenó la revisión de los textos casuísticos unos años más tarde (1665-1666).
Aparte de su influencia en el ámbito de la teología, esta obra está considerada como un modelo de prosa francesa y de ironía. Lettres provinciales se hicieron muy populares como obra literaria, y el uso del humor, la ironía y la sátira en sus argumentos hicieron de la obra un objeto de consumo público, influenciando la prosa de escritores franceses posteriores, como Voltaire o Jean-Jacques Rousseau.
La obra fue muy alabada por muchos autores. Voltaire dijo que Lettres provinciales era “el libro mejor escrito que ha aparecido hasta la fecha en Francia.” Cuando alguna vez le preguntaron a Bossuet qué libro le habría gustado escribir, contestó que Lettres provinciales, de Pascal.
Pascal hizo grandes contribuciones a las matemáticas y la ciencia. La unidad internacional de presión lleva su nombre. Sus contribuciones científicas incluyen estudios de la teoría de la probabilidad, investigaciones sobre los fluidos, la aclaración de conceptos tales como la presión y el vacío, y la construcción de la primera calculadora mecánica.
Pascal creó la llamada Apuesta de Pascal, un argumento de probabilidad a favor de la existencia de Dios. El argumento básico es este: Si apuestas a que Dios existe, y sí existe, te ganas el cielo; si resulta que no existe, no pierdes nada. Si apuestas a que Dios no existe, y no existe, no ganas nada; si resulta ser que sí existe, recibes la condenación. No cabe duda de que fue muy difícil para los pensadores antes del siglo xx y todavía en la primera mitad de éste, el poder “pensar sin Dios”, sin incluirlo.
Pascal fue matemático, físico, filósofo y teólogo, y es considerado el padre de las computadoras junto con Charles Babbage. Sus primeros trabajos abarcan las ciencias naturales y aplicadas, donde realizó importantes contribuciones para la invención y construcción de calculadoras mecánicas.
En honor a sus contribuciones científicas llevan su nombre la unidad de medida de la presión, el principio de Pascal y el triángulo de Pascal. Más adelante, también se utilizó su nombre para denominar un lenguaje de programación.
El desarrollo que Pascal hizo en el campo de la teoría de la probabilidad fue su contribución más influyente en el campo de las matemáticas. Originalmente se aplicó a los juegos de azar, pero hoy es extremadamente importante en el campo de la economía y en especial en el de la ciencia actuarial. Sobre el particular, John Ross escribió: “La teoría de la probabilidad y los descubrimientos que la siguieron cambiaron la forma de ver la incertidumbre, el riesgo, la toma de decisiones, y la habilidad de la sociedad y de los individuos de influir en el curso de los eventos futuros.”
En el mundo literario, Pascal es reconocido como uno de los autores más importantes del período clásico francés, y hoy en día se le considera uno de los más grandes maestros de la prosa francesa. El contenido de su obra literaria se caracteriza por su fuerte oposición al racionalismo de René Descartes y su simultánea afirmación de que la filosofía opuesta, el empirismo, es también insuficiente para alcanzar las verdades últimas. Voltaire escribió sobre Pascal: “Me atrevo a tomar el partido de la humanidad contra ese misántropo sublime; me atrevo a asegurar que no somos ni tan malos ni tan infelices como pretende. El error de Pascal ha sido preguntarse si la religión conocía en sus más íntimos repliegues la naturaleza humana, en lugar de investigar si había sido realmente revelada y demostrarlo. Hace mucho tiempo que quiero combatir a ese gigante, a ese vencedor de tantos espíritus… Misántropo sublime… Pascal ha sido geómetra y elocuente: la conjunción de esas dos cualidades es bien rara; pero no supone la verdadera filosofía.”
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