Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 4 de noviembre de 2012 Num: 922

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Música, maestra
Alessandra Galimberti

Matemáticas y poesía
Fabrizio Lorusso

Rosario para letraheridos
Ricardo Bada

La poesía nayarita después de Nervo
Ricardo Yáñez entrevista
con Miguel González Lomelí

Blas Pascal, el
pensador sensible

María Bárcena

Retrato de
Enrique Fierro

José María Espinasa

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Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
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La Jornada Virtual
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A Lápiz
Enrique López Aguilar
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Cabezalcubo
Jorge Moch


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La estela de valadés

Javier Perucho


Historias de Las Historias,
Alberto Chimal (selección y prólogo),
Ediciones del Ermitaño (Minimalia. Minificción),
México, 2011.

En su antigua revista, El Cuento. Revista de Imaginación, don Edmundo Valadés promovió un certamen literario que bautizó con el nombre de Concurso de Cuento Brevísimo, en el que participó una parvada de escritores provenientes del orbe hispánico, una parte de ellos entonces narradores noveles que en el presente se han convertido en maestros del género, en clásicos de la minificción, entendida como el arte de narrar jibáricamente una historia. El director de la revista también atizaba el juego de un espacio propedéutico para comentar con los participantes del concurso, los colaboradores habituales de la revista, así como con sus lectores, aciertos, yerros, felicitaciones y avisos de publicación de este o aquel intento cuentístico logrado. En el centenar de números publicados de El Cuento se encuentra almacenada como disgregada la sabiduría literaria del maestro y principal divulgador del microrrelato en Hispanoamérica.

Siguiendo la estela valadesiana, Alberto Chimal en su bitácora electrónica, Las Historias (www.lashistorias.com.mx), alimenta un certamen basado en un estímulo visual: una imagen digital colgada en la red o captada por el ojo fotográfico de Alberto ha de convertirse en el pretexto de escritura. Mes a mes, dicha estampa fotográfica catapulta la imaginación literaria de medio centenar de participantes, cuyo trabajo es evaluado tanto por los internautas como por Chimal. El ganador es anunciado públicamente en la bitácora y se le entrega otra imagen, un “trofeo virtual”, que lo acredita como triunfador del certamen. Señalo rápidamente que no existe relación de dependencia entre dicha fotografía y el producto narrativo generado. El microcosmos narrativo preserva su autonomía; he ahí otro mérito del maestro, los talleristas y su invención.

En los ocho años que acumula el concurso, Alberto ‒en alianza con una editorial de bajo presupuesto‒ acaba de reunir en un volumen a los ganadores de los primeros cinco años, detalle que me hace inferir que habrá otra compilación con las narraciones triunfadoras restantes. El resultado es Historias de Las Historias, cuentalia que integra ochenta y seis narraciones de cortísimo palabraje, algunos de cuyos autores se han ido perfilando en la escena literaria, otros más sus nombres son un enigma pues firman con seudónimo o persiguen su personalidad literaria escondiéndola. David Chávez, José Luis Zárate, Fernando Sánchez Clelo y Felipe Huerta Hernández resuenan ya por su narrativa divulgada en las redes, los blogs literarios y su inclusión en las más recientes compilaciones antológicas. Aparte de que el primero es un experto doctor en el género de la microficción. Más allá del nombre que blanden los autores en sus batallas literarias, la creación prosística es lo que sobrevivirá, pues habrá de permanecer en los acervos culturales y se fundirá en la arqueología narrativa de cada uno de ellos.

Conjeturo por sus temas que se trata de narradores en la treintena o más jóvenes, sobre todo las escritoras. Menciono este detalle generacional porque es el momento óptimo para la formación del escritor, ejercicio docente donde justamente incide Alberto ‒tarea que nadie sufraga, por cierto‒, además de que en dicha etapa vital ya se posee instrucción, la educación sentimental que se experimenta en el amor y el deseo, aparte de otros patrimonios simbólicos. Ciertamente el público cautivo de Alberto reside en ese universo poblacional cifrado en nuestras juventudes. De ahí que deba ponderarse con justeza la enseñanza de la escritura y las funciones sociales que cumplen la bitácora, el taller y su concurso.

Las invenciones que palpitan en Historias de Las Historias, recrean justamente experiencias derivadas de las edades señaladas, incluido el despertar digital, los excesos etílicos, las calcas, la actualidad política, el terror, los alienígenas y otras fantasmagorías, la infancia, los placeres, entre muchísimos otros temas más que revelan el talento de sus autores, una voluntad estilística y los afanes por conformar un universo propio. No farfullo más sobre la imaginación literaria de los escritores, pues los ejemplos constatan dicha cualidad. Aunque leí cada historia mínima con ojo avizor, nada objeto de su sintaxis. Y la factura del libro merece un elogio callado. Sin embargo, apunto que a la edición le faltó incluir en el índice el nombre del autor o la firma de los narradores, pues no basta con anunciar los cuentos con el mero título, ya que se requiere de su autoría para navegar con soltura por ese mar apacible de historias suculentas, aunque mínimas.


El mar de rebolledo

Alejandra Atala


Amar a destiempo,
Francisco Rebolledo,
Fondo de Cultura Económica,
México, 2012.

La cronología y el kairós parecen ser los hilos conductores de esta novela que es Amar a destiempo, porque si bien la novela va marcando las horas, los días, los meses y los años con la precisión de los acontecimientos que van tejiendo una historia, también está presente el kairós, el no-tiempo, que se cumple en este paginario bajo la especie de la belleza: en unos ojos que darán sentido a las arborescencias que son las vidas, las almas, la existencia misma de sus personajes y desde donde nacerá la semilla de este mar, que es Amar a destiempo.

Llegado desde La mar del sur, Rebolledo no la ha abandonado, es decir, la mar, que ahora se le presenta resuelta en un imperativo que reclama del autor la mirada, su mirada inteligente y azul.

“Están presente y pasado presentes/ tal vez en el futuro, y el futuro/ en el pasado contenido”, dice t. s. Eliot al inicio de sus Cuatro Cuartetos. “¡Chingados!”, exclama Rebolledo, en la voz de Nicolás, al arranque de esta herida espiral que es Amar a destiempo, en un tiempo que ocurre en el mismo espacio cifrado, el 13 de diciembre de 1837, semilla germinal de su flamante novela.

“Muchas voces, muchos dioses”, nos dice Eliot que tiene el mar, y muchas son las voces y los dioses que van acompañando la trama y a los personajes que pródigamente nos va revelando el autor, en una voz de poeta que narra los caminos que se tocan y se entrecruzan en ese ascender y descender de la espiral de su lúcida literatura, construida a través de veinticinco mosaicos que poco a poco hacen un calidoscopio en las genealogías y en las acciones que van definiendo los puntos de la temperatura del amante.

Sí, porque en este azul paginario, Rebolledo habla desde la entraña masculina de su protagonista, el narrador, y José Fernando y Nicolás, y que se abisma en la femenina, sobre todo, Victoria y Ana Isabel, a la que, a más que se acerca como aquel Freud, le sigue revelando un enigma, un misterio, el misterio de aquello que inflige una herida que lo lanza a la búsqueda, que de pronto se torna en un maravilloso oleaje incesante de asociaciones que va dibujando, a modo de novela costumbrista, sin serlo, los usos y las costumbres de los siglos xviii y xix, en deliciosa retahíla: levitas, medias, moños, hebillas, corsets, pelucas, textiles, bebidas, potingues y mejunjes, lociones y perfumes, y también en los matrimonios por conveniencia y según la casta, las castas heterogéneas desde donde nacen las relaciones convenientes, la pulcritud de los señores y el recato de las señoras… y digo que no es cabalmente costumbrista, porque los ojos anhelantes del autor buscan la fuente de su deseo y de su pasión a través de lo que entraña su amor por la belleza, y es todo esto, el apasionante océano de urdimbres que van tejiendo no sólo un ambiente propicio para sus personajes, sino una época con todos sus detalles, de un modo generoso, de gentleman inglés.


En obsequio de Octavio Paz

Raúl Olvera Mijares


El surrealismo de Piedra de sol, entre peras y manzanas,
Víctor Manuel Mendiola,
FCE,
México, 2011.

Elegir como punto de partida un poema de gran aliento, compuesto por uno de los autores nacionales más notables del siglo xx, es un hecho que no debe suscitar asombro alguno, particularmente en el caso de un editor, adalid cultural y estudioso de la poesía, Víctor Manuel Mendiola, quien, en su reciente libro de ensayos, se propone abordar la máxima obra que acometiera Octavio Paz, el poema “Piedra de sol”, en los avatares de la recepción que tuvo en su día, entre opiniones desde un inicio irrestrictamente favorables, otras abiertamente contrarias y unas pocas más que fueron suavizando el rechazo. Es claro que con el tiempo ha venido a formarse algo así como una ortodoxia en torno del poema, declarado en forma unánime como uno de los más importantes de su tiempo.

Compuesto en una prosa fluida, funcional, que en ocasiones encuentra ciertos escollos en las nutridas notas a pie de página y otras referencias, las cuales dejan ver la familiaridad con el estilo académico por parte del autor, el breve volumen maravilla por la curiosidad en los detalles, ya sean las tres figuras femeninas que estuvieron detrás de su génesis, amén de las reacciones por parte de la crítica en esa época; particularmente virulentas fueron las de Elías Nandino y las de Tomás Segovia, quienes cuestionaban la legitimidad de la filiación surrealista del poeta mexicano; una crítica ante la que Paz respondiera con amigable ecuanimidad, pero ante la cual no cejó en refrendar los estrechos y sólidos vínculos que lo unían con André Breton. Estas menudencias y otras, donde se percibe el deseo por parte del autor de comparar “Piedra de sol” y “Muerte sin fin” (1939), de José Gorostiza, inclinándose por el carácter más moderno, más propositivo, más de ruptura del primero, en rubros tales como los temas, los esquemas métricos y por supuesto los movimientos de vanguardia suscritos (precisamente el surrealismo). Opinión ésta, bastante singular, pues colocaría a Paz por encima de Gorostiza.

Particularmente sutil y no libre de ciertos reparos son las comparaciones entre frases concretas de “Piedra de sol” y de ¿Águila o sol?, que justificarían la cercanía no sólo de temas sino en la formulación verbal, otras cosas como la historia de la filiación surrealista por parte de Paz, la presencia en México de numerosos escritores y artistas adheridos al movimiento y las opiniones que sobre “Piedra de sol” expresaron Julio Cortázar, Pere Gimferrer, Ramón Xirau, José Emilio Pacheco, entre otros, son tópicos ampliamente conocidos, aunque no es ocioso recordarlos. En suma, un opúsculo provocador, quizá algo apresurado, al menos desde el punto de vista de una minuciosa revisión técnica, cuya lectura puede deparar grandes coincidencias o bien no menos notables controversias, pero que pretende acercar a nuestro gran poeta nacional, Premio Nobel 1990, a algunos nuevos –o no tan nuevos– lectores.



La rebelión de los indignados. Movimiento 15M Democ racia real, ¡ya!,,
Josep Maria Antentas, Antoni Doménech Figueras, Iván Giménez Chueca, Juan Pablo Mateo, Juan Carlos Monedero, Esther Vivas, Carlos Taibo, Raúl Zibechi (prologuista),
Ediciones
Bola de Crista,
México, 2011.

Originalmente publicado en España por Editorial Popular, este breve volumen recoge las palabras que fueron pronunciadas, públicamente, luego de la célebre manifestación del 15 de mayo en la Puerta del Sol; recoge asimismo unas notas desde la Plaza Tahrir de Barcelona; apuntes acerca de la relación entre el llamado “gobierno abierto” y el ciberactivismo, así como un comunicado de las Comunidades Cristianas Populares del Estado español. Incluye, antes del texto íntegro del Manifiesto y las Propuestas del Movimiento 15M, y a manera de rúbrica, el Manifiesto Feminista del Sol. En otras palabras, en estas páginas puede leerse buena parte de la sustancia teórica que, desde hace ya más de un año, da sustento al actual movimiento masivo en contra de los draconianismos que ha desatado, en España, el gobierno de Mariano Rajoy, y que tienen en vilo a un país entero que ve cómo el sueño primermundista paneuropeo era, para los españoles, nada más que eso: un sueño, ciertamente pesadillesco. Parecido al que, hace menos de dos décadas y media, quiso y pudo vendernos a los mexicanos un presidente que hoy, a través de copetona, guiñolesca e interpósita persona, ha vuelto por sus fueros. Lección de ida y vuelta: los españoles que pudieron ver en qué desembocan ciertas promesas desaforadas de “bienestar”; los mexicanos que bien haríamos en ver cómo se conduce un país “rico” al precipicio y la manera de combatirlo.



Los colores de la noche,
León Guillermo Gutiérrez,
Ediciones Sin Nombre,
México, 2011.

Esta es la segunda vez que el autor publica este cuentario; en la primera, de hace quince años, él mismo informa que su editor recibió “el primer borrador”, y que con ésta se hace “justicia a cada una de las historias ahí narradas”. Incluye prólogo de Emmanuel Carballo, que imaginamos escrito en aquel 1997 ya que se dice, refiriéndose al autor, que “es un prospecto de cuentista y un caso de narrador en cierne digno de elogio”.



La vida en el espejo retrovisor y otros cuentos portátiles,
Rogelio Guedea,
Lectorum,
México, 2012.

En fragmentos es que se encuentra la vida; pequeños elementos acomodados entre un juego de espejos dispuestos convenientemente para vernos; sólo para eso. Este es el séptimo libro de Guedea dedicado al género ultracorto, y en él nos lleva a detenernos, a través de sus pequeños manifiestos, en el detalle de cada pieza del rompecabezas, para advertir que el encuentro más deseado es con ese inasible sujeto que se nos refleja en el espejo.



Saga del veedor y otros poemas,
Juan Guillermo López,
Siglo XXI Editores/ CSEIIO,
México, 2011.

Con presentación a cargo de Héctor Carreto, este es el primer libro de López, editor y traductor que dirigió el Fondo de Cultura Económica de España y ha publicado tanto poemas traducidos por él como otros de su autoría en diarios, revistas, antologías y recopilaciones.