Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 4 de noviembre de 2012 Num: 922

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Música, maestra
Alessandra Galimberti

Matemáticas y poesía
Fabrizio Lorusso

Rosario para letraheridos
Ricardo Bada

La poesía nayarita después de Nervo
Ricardo Yáñez entrevista
con Miguel González Lomelí

Blas Pascal, el
pensador sensible

María Bárcena

Retrato de
Enrique Fierro

José María Espinasa

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Artes Visuales en el Centro Bursátil Mexicano

Como parte del programa de difusión cultural del Grupo bmv (Bolsa Mexicana de Valores) encabezado por su dinámico presidente, Luis Téllez, desde hace diez años se presentan mensualmente exposiciones de artes visuales en las áreas correspondientes al fastuoso vestíbulo de entrada y el mezzanine de su flamante edificio ubicado en Reforma 255, col. Cuauhtémoc. El coordinador de Promoción Cultural y curador de las muestras, Fernando Campuzano, ha sabido integrar con fortuna a artistas consagrados, como Juan Soriano, Toledo, José Luis Cuevas, Sergio Hernández, Javier Marín, Roberto Cortázar, entre muchos otros, con creadores menos conocidos pero de alto nivel creativo, proporcionando a los cientos de empleados y visitantes que transitan diariamente por esos espacios la posibilidad de aproximarse a la creación estética, habida cuenta de que muy probablemente ese público no asiste regularmente a galerías y museos. Con gran satisfacción comenta el curador que estas exposiciones han despertado entre empleados y funcionarios el gusto por el coleccionismo, así como también han fomentado el acercamiento al arte en los grupos de alrededor de 20 mil alumnos universitarios que visitan el Centro Bursátil anualmente. Una ardua labor de promoción artística que es digna de reconocimiento, aunada a la publicación de un catálogo finamente impreso que documenta cada exhibición.


Cantes de siembra, Virginia Chévez

El pasado mes de septiembre se presentó la muestra Frutos para la Bolsa. Obra reciente, de la magnífica, entrañable y salerosa pintora Cristina Rubalcava, quien reside en París desde hace varias décadas y cuyos temas han estado siempre estrechamente ligados a la cultura mexicana, en especial a la música y al universo vegetal. En sus lienzos de gran formato y colorido exuberante, resuenan los boleros románticos y los sones tropicales al ritmo edulcorado de las parejas enjundiosas que se entrelazan y contonean rozando el frenesí, alternados con sus bodegones de frutas voluptuosas que cachondean con pícaros animales y catrinas coquetas.

Actualmente y hasta el 16 de noviembre, se presenta la exhibición titulada Cantes de siembra, de Virginia Chévez, pintora no figurativa que plasma atmósferas preñadas de misticismo en sus lienzos cubiertos de finas capas que entreveran un velo imaginario entre la mirada del espectador y un horizonte profundo e insondable. Su pintura es a un tiempo contemplativa y sensual, quieta y provocadora, un detonante de melancolía y goce encadenados que remite al renga, género literario del antiguo Japón, del cual deriva la tradición del haikú, poética mística que subyace en la esencia de estas obras.


Sabor a ti, Cristina Rubalcava

En su trabajo reciente, Chévez se inspira en la obra de Matsuo Basho (Ueno, Japón, 1644) titulada Camino a Oku y otros diarios de viaje y, siguiendo a este autor que elevó el haikú al más alto nivel de sofisticación, busca que el objetivo primordial de su creación no sea la forma externa sino las evocaciones del alma. Y es que su pintura tiene que ver precisamente con esa búsqueda de la espiritualidad que la aproxima a los linderos de lo sublime. Vienen a mi mente las reflexiones filosóficas de Mark Rothko, para quien el arte era “la expresión de algún impulso religioso oculto y profundo”, abriendo el camino de la experiencia estética a partir de una mirada ascético-contemplativa, en el sentido de lo que Mircea Eliade denominó “la permanencia de lo sagrado en el arte contemporáneo”. Para Chévez, en el origen de su arte están sus inquietudes ontológicas que se nutren de la filosofía y la poesía orientales, en especial del budismo zen. De ahí su afán de plasmar formas de contemplación mística que comuniquen las emociones básicas de la existencia. Ante su pintura quedamos inmersos en un espacio que se expande más y más, mientras intentamos adivinar con la mirada el secreto de sus formas libres y disparatadas, toda vez que invitan a descifrar el lenguaje callado de sus pinceladas ágiles y desenfadadas. La pintura de Virginia Chévez fluye en la dialéctica de las ambigüedades: con gracia y espontaneidad oscila de la densidad a la vaporosidad; de la ligereza a la gravedad; de la explosión a la contención… Azar y precisión se alternan en su lenguaje pictórico como las notas improvisadas en la poética del jazz. La suya es una pintura melodiosa y con brío.

Al contemplar estos hermosos y sugerentes lienzos recuerdo al filósofo taoísta Zhuangzi,quien escribió:  “No escuches con tus oídos, sino con tu Espíritu/ No escuches con tu espíritu sino con tu Aliento/ Sólo el aliento que es vacío puede apropiarse de los objetos exteriores”.