Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 23 de septiembre de 2012 Num: 916

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Chavela Vargas en la Residencia de Estudiantes
Marco Antonio Campos

El retorno del mito
Ricardo Venegas entrevista
con Víctor Toledo

El spanglish y la RAE
Ilan Stavans

Momentos estelares
Ricardo Bada

El sótano del
Ara militaris

Agustín Escobar Ledesma

El universo Piazzolla
Esther Andradi

Alfred schmidt
Stefan Gandler

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Alonso Arreola
[email protected]

Londres, the funkiest city

Jehová

Cubiertas las paredes con terciopelo rojo y sometido a la luz de diez enormes candelabros que proyectan arañas en la raída alfombra, The Grand es un foro envidiable plantado en esos suburbios de Londres que ningún turista, ni siquiera durante las Olimpiadas, visitaría. Emblema del Clapham, su estilo victoriano regala una magnífica intimidad en la que cómodamente deambulan y beben unas 600 personas. El boleto de hoy ha costado 30 libras y la pinta de cerveza otras cuatro. Unos 800 pesos en total. Estamos en una de las mesas del segundo nivel, junto a la barra, esperando el mejor momento para saltar a la pista. A nuestro lado una mujer corpulenta comienza a hablar sobre su pasado como productora de conciertos; sobre la promesa de cuidar a su madre que le hiciera a su padre desaparecido. Es muy extraña. Dice ser amiga de Armando Manzanero y Luis Miguel. Ambas referencias nos acalambran. Afortunadamente, The Fantastics toma el escenario.

Sexteto bien educado en las formas del funk, luego de tres piezas no logra prender a la audiencia que espera la aparición de Larry Graham & Graham Central Station, uno de los pocos conjuntos que verdaderamente dominan el género (su líder fue bajista de Sly and the Family Stone y Prince). Interrumpiendo el flujo de lo que pasa sobre el tinglado, la mujer en cuestión habla sobre su amistad con Graham, pues según ella ambos son testigos de Jehová. Señala al frente y me dice que adora la forma como Larry toca el saxofón. Desconcertados, la corregimos: este es el grupo abridor. Ahogada en un silencio incómodo, vuelve a la carga argumentando que no pudo reconocerlo a la distancia. Está loca.

Aparece entonces la cantante de los Fantastics con una falda diminuta. Es una diosa. Ante nuestra reacción, la compañera de mesa nos dice que no soporta a quienes prefieren enseñar las piernas que la voz. Cansados, con una sinceridad impulsiva, le decimos que nosotros sí, que por ello nos acercaremos al escenario. Muchos hacen lo mismo. La banda cobra un segundo aire. Los aplausos suben de tono. Transcurren cinco temas más, pero es demasiado tarde. Los abridores se despiden sabiendo que no habrá encore. Al fondo ya se adivinan los sombreros de pachuco que hemos venido a ver.

Jóvenes, ancianos, mujeres maduras, músicos de diversas edades, todos se concentran al frente del proscenio. Lo que sigue será inolvidable. Dos tecladistas, un guitarrista, un baterista y una corista surgen vestidos de gala. Comienza un ritmo poderoso, imperturbable. Se anuncia la llegada del dios del bajo que, caminando entre la gente, completamente vestido de blanco y con un sombrero tocado con plumas multicolores, baila ejecutando una línea demoledora que penetra hasta la médula. Estamos poseídos.

“Londres es la ciudad más funky, no hay otra ciudad como Londres”, canta repetitivamente Graham. La gente lo sigue. Las cosas se desatan de sus nombres y al borde de nosotros mismos volvemos a un estado primitivo. “Stevie Wonder es un gran amigo”, dice. “Por ello voy a tocarles ‘Higher Ground’”. Sí, esa pieza que hicieran famosa los Red Hot Chili Peppers pero que en manos de la Graham Central Station regresa a sus dimensiones originales. Noche indescriptible, tributos a Hendrix y The Family Stone cruzan el aire como en un sueño. Suena también “Moves Like Jagger”, original de Maroon 5 que al principio desconcierta y luego reclama una ovación merecida.

Rise Up es nuestro nuevo disco. Díganle a todos sus amigos que allí hay tres temas con Prince y con otros músicos maravillosos como Raphael Saadiq”, exclama Larry antes de quedarse solo con el baterista para demostrarnos por qué es uno de los pioneros del bajo moderno, al que cambió para siempre cuando se le ocurrió golpear y jalar sus cuerdas. Así lo dicen los libros de historia, así lo sentimos en el estómago atestiguando lo que pasa cuando el barrio y la teoría se reúnen en un hombre como éste. Es grandioso. Lo mismo piensa James, un tecladista que ha venido con su ex novia (quiere recuperarla, me confiesa). Se tuvieron que separar porque la economía de los músicos tampoco da para vivir en estas tierras. Aún así, no se perdería este concierto por nada. Lo entendemos. Lo celebramos.

Portando una sonrisa estúpida, tras el concierto volvemos a la zona de Mayfair donde los fans de Lady Gaga se agolpan para verla llegar al hotel Rochester. Rodeados por autos Mercedes, BMW, Lamborghinis, Porsches y Rolls Royce con placas árabes, sopesamos los contrastes de Londres en esta época. Es media noche. Ha terminado el desfile con los atletas olímpicos y Andy Murray triunfa en el Abierto de Estados Unidos. La felicidad flota en el aire. Hombres con falda escocesa cantan desde el Hyde Park. Larry Graham tiene razón, al menos por hoy London is the funkiest city. Quién sabe mañana.