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Pasar revista, la teatralidad editorial
La revista Paso de gato celebra sus primeros diez años con un número rico en exploraciones escénicas, dramatúrgicas y actorales. Es un número de colección porque los materiales que reúne podrán ser consultados por investigadores, historiadores y docentes. Su dossier está dedicado a Shakespeare y lo llama reloaded porque en el mismo editorial se reconoce la vastedad de la figura y su influencia. Nada menos que Harold Bloom, para referirse a este enorme poeta de todos los tiempos, considera que a esa obra mayor puede atribuírsele la invención de lo humano.
Esta celebración sobre la presencia de Shakespeare en el teatro mexicano está enmarcada en primer lugar por las celebraciones olímpicas londinenses en este año, complementadas por el World Shakespeare Festival que le permitió a Susan Chapman y a la Anglo Mexican Foundation realizar la idea del dossier.
No quiero pasar al recuento del contenido (en la próxima entrega) sin hacer un breve recuento de lo que significa contar con una revista de teatro mexicana capaz de asomarse a un orbe muy amplio de expresiones internacionales y que cobija una revista de cine, Cine Toma, Revista Mexicana de Cine. También Paso de Gato ha sido posible por un conjunto de hacedores que, desde hace por lo menos tres décadas, no han dejado que cese la investigación teatral que se ampara en los recursos del periodismo cultural especializado.
Paso de Gato sería impensable sin la lección que desde La Cabra, luego Escénica y Artes escénicas impusieron bajo el rigor de Josefina Brun, quien desde el espacio universitario siempre consideró los desarrollos académicos y experimentales de un teatro sin público (es decir, esas personas que van y pagan, que se atildan y planean también ir a cenar y conversar tras la función) pero con espectadores enterados y críticos, ellos mismos estudiantes o partícipes del hecho escénico.
En ese esfuerzo estuvieron siempre presentes Esther Seligson, quien nos enseñó a mirar el teatro como una ceremonia antigua donde encontrar la poesía de la escena; Armando Partida, traductor, estudioso, propositivo de múltiples lecturas de la dramaturgia con recursos que la lingüística, la sociología y la antropología del teatro proveían; Alberto Dallal, cuya memoria, humor y diversidad de registros recordaba la necesidad de crear instrumentos capaces de insertar al teatro en espacios sociales más amplios.
En la esfera del periodismo cultural, Miguel Ángel Pineda, quien en la década de los ochenta propuso una manera de aproximarse al teatro a través del periodismo que combinó interpretación, crítica y documentación, búsquedas que si bien estaban presentes en el trabajo de Fernando de Ita y Patricia Cardona, con Pineda alcanzaron una luz distinta que hoy esbozan con gran naturalidad periodistas culturales que también ejercen la crítica: Braulio Peralta y Alegría Martínez son dos de los mejores ejemplos.
Hago este recorrido porque no dejo de recordar (por supuesto con nostalgia, pero no aquella que consiste en pedirle al tiempo que vuelva, sino la que medita sobre unas semillas que no fructificaron del todo) a un joven Jaime Chabaud ambicioso, inteligente, “sabelotodo” y refugiado en el siglo XIX que puso mucha atención en esa manera de editar que ahora reproduce en la revista que dirige y que, en ocasiones, pareciera querer sacudirse ese pasado tan determinante conformado también por experiencias como Repertorio, la investigación de Escenología y el empuje internacional (hacia adentro y hacia fuera) que le dio a nuestro teatro Ramiro Osorio (director y actor, director de festivales) que impulsó un diálogo con España, que ahora pierde Primer acto, una revista señera y ejemplar a la que alude Chabaud en su editorial.
Loto rojo: el gesto de la discapacidad
Este fin de semana concluye una breve temporada de seis funciones de Loto rojo bajo la dirección coreográfica del dotadísimo maestro, coreógrafo, bailarín e investigador Gerardo Sánchez González, con Anatha Pindika en la dirección artística. La indagación sobre el cuerpo herido, doliente e incompleto de la discapacidad ha derivado en un conjunto de hallazgos para compartir, entender y analizar a partir de esta “coreografía para un discapacitado, tres bailarinas” acróbatas, contemporáneas y afiliadas al butho “y un músico en escena”. Domingo, 18:00 horas, Teatro Sergio Magaña (Sor Juana Inés de la Cruz 114, Sta. María la Ribera) Metro San Cosme.
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