Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 1 de abril de 2012 Num: 891

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Jair Cortés

En la colonia astral
Aristóteles Nikolaídis

La verdad sobre
Sancho Panza

Ricardo Bada

Un escritor llamado Groucho Marx
Ricardo Guzmán Wolffer

Artemio Cruz, antes
de la última batalla

Antonio Valle

Carlos Fuentes: libros
y convicciones

Paula Mónaco Felipe entrevista
con Carlos Fuentes

Aura o el deseo de sí
Antonio Soria

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Galería
Rolando el Negro Gómez

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Alonso Arreola
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Sobre el festival sxsw de Austin, tx

Hemos vuelto de Austin, Texas, con un sentimiento ambivalente. La pasamos bien escuchando música nueva, caminando calles atestadas de melómanos, cazadores de ignotos trazos aéreos. Es incuestionable: el festival South by South West (SXSW) no puede compararse con nada. No sólo cumple objetivos específicos para los actores de la industria del entretenimiento (paneles, encuentros, conferencias, exposiciones, relaciones públicas), sino que además se posesiona por completo de esta ciudad universitaria ofreciendo un número inverosímil de grupos, películas y shows tecnológicos (en realidad son tres festivales en uno), con más de 32 mil personas registradas (eso sin contar al público). Sólo en la parte musical hablamos de cerca de setecientas bandas provenientes de cinco continentes, las que hacen sonar su obra a lo largo de cuatro días. ¿Se imagina el lector?

Claro, parece el paraíso. Empero, la Sexta Avenida de Austin nos hace recordar los viejos tiempos de la Avenida Revolución de Tijuana, o la calle del casino en la Feria de San Marcos. O sea, se parece más al infierno, ése en el que tanto deseamos inmolarnos cuando estamos hartos de la carencia de opciones y de los precios de los conciertos, cuando estamos ávidos por saber qué de nuevo sucede allende las fronteras. Ríos de gente que bebe, ríe, baila –y riñe– frente a músicos que desde las aceras o sobre el asfalto piden algún billete a cambio. A sus costados: cientos de bares, cafeterías, billares, restaurantes y demás negocios afiliados al SXSW, todos con proyectos tocando en sus tinglados internos.


Fiona Apple

Entre lo que más nos sorprendió podemos citar a Band of Skulls (Inglaterra), Theophilus London (EU), Vetusta Morla (España), Ancestros (Colombia), Prime Ministers (Ecuador) y The Cult (británicos de quienes escuchamos un par de piezas desde ese interesante bastión del pasado que es la tienda de discos Waterloo). Pero también hubo numerosos shows a los que renunciamos debido al procedimiento tipo Disneylandia que exige: llegar dos o tres horas antes para que, muy probablemente, los únicos que puedan entrar sean los privilegiados poseedores de gafetes platino, oro y demás extravagancias, por encima de las pulseras de músicos (cuya enorme mayoría invierte en ir al SXSW) y más aún del público en general, que por supuesto prefiere quedarse disfrutando la gratuidad de la calle. Nos referimos a las presentaciones de Jack White, Tenacious D, Bruce Springsteen, Fiona Apple y tantos más. Otros de los que esperábamos algo mejor fueron Kimbra, Zechs Marquise (hermanos del Mars Volta, Omar López Rodríguez) y The Shins, de quienes soportamos dos canciones en el inmenso parque Shores (folk tan bien hecho como aburrido).

Sobre el breve concierto conjunto que dieron Torreblanca, Ximena Sariñana, Javiera Mena, Andrea Balency y Natalia Lafourcade en el Centro de Convenciones, sólo Natalia nos dio la impresión de estar en su centro con una fragilidad distinta, hija del trabajo, el riesgo y el juego. Todos los demás, sobra decirlo, tienen harto talento y buenas composiciones. Todos cantan y suenan bien y son acompañados por músicos solventes; el asunto es que parecen sufrir las tablas; estar frente a una audiencia con menores referentes e información sobre sus vidas. Aunque no queremos generalizar, pues se trata sólo de una presentación, creemos que normalmente diluyen la fuerza en pos de la delicadeza perdiendo algo de sustancia. Lo positivo, ciertamente, es que se suman con gracia a una moda que privilegia la hechura de canciones por encima de la producción y los efectos. Además, son muy jóvenes y harán grandes cosas a futuro.

Así las cosas, nosotros tocamos en el Bar 96 junto con otras bandas firmadas por el sello mexicano Intolerancia, entre las que destacaron Turbina, Juan Cirerol y Sonido San Francisco. Y no, no queremos crear un conflicto de intereses, menos un acto promocional. Mencionamos esta experiencia porque, de todo lo que pudimos escuchar durante el SXSW, lo que más movió nuestro espíritu fue, precisamente, Juan Cirerol, un joven cantautor surgido en las calles de Mexicali que, únicamente con su guitarra de doce cuerdas y una armónica, logró encarnar todo lo original, honesto, desgarrado, humorístico y entretenido que puede tener la música norteña. No es un virtuoso cantando. No es un virtuoso escribiendo. Pero sí es un gran instrumentista y un virtuoso de su propio reflejo.

En conclusión, el Festival SXSW 2012, en su XXIV edición, ofreció nuevamente un cúmulo inefable de información ante la cual recomendamos rendirse de inmediato, para entonces disfrutar de la casualidad, de lo que se aparezca fuera de planes e itinerarios, lejos del hambre y el afán coleccionista. Porque sí, muchos asisten brincando de un sitio a otro como quien suma estampitas para un álbum de futbol, olvidando que lo mejor de la música difícilmente ocurre en una vitrina que aguarda al mejor postor.