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Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Ana Thiel: sobre todo
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Ingrid Suckaer
Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova
La reseña crítica en la mira
David Hernández Meza
Efrén Rebolledo o el
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Enrique Héctor González
Adolfo Sánchez Vázquez: rebelión, antifascismo
y enseñanza
Stefan Gandler
El último gran marxista
de Hispanoamérica
Gabriel Vargas Lozano
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Columnas:
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Nota al pie
Como resultado de un golpe que me di en el dedo gordo del pie se me hizo un esguince. Pensé que con un poco de descanso todo volvería a la normalidad, pero sucedió lo contrario. Aunque nadie ha muerto de un esguince (eso espero, claro), llegué a sentir que el mundo me caía encima. Entonces decidí realizar un programa de rehabilitación personal, de forma que por las noches metía el pie en una tina de agua caliente y en otra de agua fría, alternativamente. La tina de agua caliente la llenaba de sal y otros mejunjes, seguro de que lo que sobra no daña. Han pasado los días y no ha habido Dios que me saque de este atolladero. Ahora mismo que escribo lo hago con el pie metido en la tina de agua caliente y, seguramente cuando concluya, lo tendré metido en la de fría. Un esguince en el dedo gordo del pie me ha enseñado, primero, que no hay que tomarse la vida tan en serio, en el supuesto de que vivir sea jugar un partido de futbol, y, segundo, que no hay que confiarse de los males menores, que luego resultan ser los padres de nuestras más terribles desgracias. |