Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Ana Thiel: sobre todo
la vida
Ingrid Suckaer
Monólogos Compartidos
Francisco Torres Córdova
La reseña crítica en la mira
David Hernández Meza
Efrén Rebolledo o el
lujo de la lujuria
Enrique Héctor González
Adolfo Sánchez Vázquez: rebelión, antifascismo
y enseñanza
Stefan Gandler
El último gran marxista
de Hispanoamérica
Gabriel Vargas Lozano
Leer
Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Corporal
Manuel Stephens
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Cabezalcubo
Jorge Moch
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|
Ana Thiel: sobre todo, la vida
Ingrid Suckaer
Observar las obras de Ana Thiel permite adentrarse de inmediato en la profundidad expresiva de la autora, en su espiritualidad y particular delicadeza para transmitir su audacia creativa. Esta experiencia deriva no sólo de la transparencia y prístina proporción de sus obras, sino también de la manifestación de su contenido intangible, pathos que remite a los creadores que, como Marcel Proust En busca del tiempo perdido, se detienen con esmero en abordar la memoria como un contenedor de experiencias pasadas.
Con su escultura, arte objeto en vidrio y más recientemente con sus fotografías, Thiel ha creado un universo iconográfico personal que hunde sus raíces en su autobiografía, pero también en su árbol genealógico y aún más allá: sus obras aluden a una saga que habla de la talla espiritual de seres humanos que por encima de todo lo negativo, incluso del horror, han sobrepuesto la vida y lo bello que puede ofrecer.
A través de las obras de Ana Thiel realizadas en los últimos treinta años se percibe una mano inteligente que conoce y domina las posibilidades plásticas de la técnica. Al respecto, es notorio que en la producción artística de Ana quede de manifiesto que el vidrio como materia plástica es tema de estudio constante y que, aunada a su belleza estética, las piezas conllevan un claro discurso conceptual; este es un ejemplo preciso de cómo se pueden integrar con agudeza dos tipos de investigación y dar paso a la obra de arte.
En Ana Thiel. Estratos del ser (exposición itinerante a nivel internacional) queda de manifiesto que el diálogo plástico y conceptual se construye para señalar, con una depurada estética propia, el sentido que entreteje el pasado, presente y futuro de la humanidad, con el afán no sólo de explorar los misterios que la rodean, sino con el fin supremo de contribuir en su construcción cotidiana. Desde esta perspectiva, Thiel remite a Walter Benjamin, quien considera que el ser humano es ante todo constructor. En consecuencia con lo anterior, a Ana Thiel le interesa incidir en el entorno urbano que es, a fin de cuentas, el espacio esencial donde las grandes masas pueden interactuar con la obra artística.
|