Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Al pie de la letra
Ernesto de la Peña
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
El alma de Léon Bloy
Bernardo Bátiz V.
En el amor los cuerpos establecen su propio paraíso
Ricardo Yánez entrevista
con Jorge Souza
Leonora Carrington, la inasible
Germaine Gómez Haro
Copi y la Irreverencia
Gerardo Bustamante Bermúdez
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Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Corporal
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Mentiras Transparentes
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Al Vuelo
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Los anteojos del fabulista
Leyendo a los cronistas de la conquista española me preguntaba qué habríamos sabido de la realidad de aquellos tiempos si estos cronistas se hubiesen extraviado contándonos la historia de Roma mientras a un palmo de sus narices los indígenas morían a fuego o hambre. Habría quedado, lo pensaba, un agujero negro en el cielo azul de nuestra historia, y poco o nada sacaríamos de eso que ningún otro testigo más podría contar. Mientras pensaba en tanta muerte como la hubo, me empecé también a preguntar qué sería de nuestro país si sólo existieran novelistas que sólo escribieran novelas sobre las costumbres de un pueblo germánico mientras a un palmo de sus narices estuviera un sicario asesinando a un joven universitario. Todo esto quedaría también en el futuro, lo pensaba, como un agujero negro en medio del cielo azul de nuestra historia. Mientras leía a los cronistas de Indias, me sentí, de pronto, cronista de mi tiempo por un instante, un mero apuntador de las miserias de este presente que se va, y que me lleva, y que nos hace, en los segundos que tardamos en dudarlo, desaparecer. |