Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Al pie de la letra
Ernesto de la Peña
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
El alma de Léon Bloy
Bernardo Bátiz V.
En el amor los cuerpos establecen su propio paraíso
Ricardo Yánez entrevista
con Jorge Souza
Leonora Carrington, la inasible
Germaine Gómez Haro
Copi y la Irreverencia
Gerardo Bustamante Bermúdez
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Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Corporal
Manuel Stephens
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
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Cabezalcubo
Jorge Moch
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Felipe Garrido
Lotería
Mi abuelo creyó siempre que un golpe de suerte cambiaría su vida; fue el más empedernido jugador de lotería que yo haya conocido. En la esquina de la casa –él vivía con nosotros– había un expendio donde le separaban siempre el mismo número –no voy a decirles cuál es. Me mandaba a recogerlo: series y series. Luego comenzaba a calcular cuánto le iban a quitar de impuestos y cómo iba a repartirlo, porque esa era su ilusión, darles a los hijos la mitad de lo que ganara, y cuánto le iba a quedar y cuánto le daría en el banco... Nosotros nomás lo oíamos y le seguíamos la corriente. Años y años, y yo no sé cuánto tiempo antes había empezado. Hasta que un día mi abuelo se puso malo, lo llevaron al hospital y dos semanas después falleció. Poco antes de Navidad; ya no alcanzó a comprar el billete para ese sorteo. Lo compré yo. Empecé a pensar qué haría con tanto dinero. No salió premiado. Ese día pasé al expendio. Le pedí a doña Rita que me lo aparte. |