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Copi y la Irreverencia
Gerardo Bustamante Bermúdez
Raúl Natalio Roque Damonte, mejor conocido como Copi, inaugura la poética del absurdo latinoamericano en el teatro y la narrativa de la década de los sesenta del siglo XX, cuando la tendencia era todavía hablar sobre la novela de la tierra, el indigenismo y el boom latinoamericano apenas hacía su aparición. La obra de Copi encuentra resonancias en autores como Samuel Beckett o Jean Genet, así como en las vanguardias europeas y el existencialismo. La biografía del autor es fragmentada, pues algunos críticos piensan que su nombre fue Raúl Damonte Botana, otros dicen que se llamó Raúl Damonte Taborda. Sus estudiosos coinciden en que nació en Argentina en 1939; algunos afirman que vivió su infancia en Uruguay. La fecha de su muerte es igualmente dudosa; se asientan los años 1987 o 1988. Copi es, igual que otros escritores como Roberto Arlt en Argentina o Antonin Artaud en Francia, un escritor que no perteneció a ninguna generación literaria, porque no necesitaba la camaradería literaria para hacerse escritor. Copi tuvo una carrera propia, al margen de los premios y reconocimientos literarios. Fue actor, dibujante, director, dramaturgo, novelista y travesti; un heterodoxo tanto en su vida como en su literatura.
En el teatro de Copi hay una apuesta por la abolición de la moral, la lógica, el realismo y la ética. En sus obras se crean vivencias de personajes atípicos, envueltos en la locura, la violencia, el crimen y la “anormalidad”, esencia con la que construye cada trama. En obras como Las cuatro gemelas, Loretta Strong o El refri desfilan mujeres castradoras, homosexuales, travestis, marcianos, ratas, perros y otros seres. El teatro de Copi es alucinante, extraño, pues se plantea la hibridez genérica y sexual, el travestismo desbordante, el masoquismo, el sexo violento y los asesinatos como producto de la locura. Ninguna de sus piezas teatrales se suscriben al modelo aristotélico, tampoco es un teatro lacrimoso por más trágicas que sean las vidas de los personajes y las situaciones, pues la vida es una mentira que se elabora y desconstruye al mismo tiempo. Se trata de un teatro que toma como recurso primordial el distanciamiento del público, por eso no hay empatía ni catarsis.
En el teatro de Copi se presentan personajes irreverentes, perturbadores, alucinados/alucinantes, como el entrañable y escatológico Garbo, de la obra El homosexual o la dificultad de expresarse, quien refiere: “No conocí a mi madre. Mi padre era cónsul en China. […] Tuve un hijo de un hombre casado cuando apenas tenía dieciséis años, un hombre que después me arrastró al fango. Odié a ese niño. Era anormal. Lo maté con mis propias manos y lo enterré en un jardín de rosas. Como castigo a mi crimen mi padre me hizo injertar un sexo de hombre, después se murió de pena.”
En el teatro de Copi tienen cabida los personajes metamorfoseados, sin pasado real; sus vidas están construidas de forma espontánea; se inventan a sí mismos. Conforme avanza la progresión dramática, cambian de planes y las historias se vuelven un delirio de deseos, desencuentros y voces desdobladas. El planteamiento del autor es siempre la vida como experiencia renovada y posibilidad de construirse como sujeto libre, y por esta razón su teatro es incómodo, pues cuestiona desde lo político temas como la libertad, el uso del opio y la heroína, el travestismo, el suicidio y la homosexualidad como posibilidades de vida.
A la manera del teatro de cabaret parisino o del burlesque, Copi reelabora desde su poética los discursos sobre las identidades sexuales. Dentro de su teatro ilógico hay discursos ocultos, por ejemplo, la aparición del sida y la estigmatización de homosexuales como portadores y transmisores de la enfermedad en obras como Una visita inoportuna, que plantea el conflicto de un actor homosexual, viejo, retirado y enfermo de sida en su estancia hospitalaria a donde acuden un periodista, una cantante de ópera y una enfermera heroinómana que, entre acontecimientos delirantes, acompañan al actor en su papel de diva a esperar la llegada de la muerte, esa visita a la que se espera con dignidad.
En líneas generales, podemos anotar que la totalidad del teatro de Copi habla sobre el desencanto de una época caótica y desenfrenada donde la transgresión está en lucha permanente con la moral y la lógica de la vida. Si los futuristas le cantaron a la tecnología, a la guerra y a las máquinas, y los dadaístas le apostaron al azar y a la escritura automática como forma de reacción de una época marcada por la guerra y la orfandad del hombre, podemos decir que el teatro de Copi es también una reacción contra la sociedad mecanizada, enferma y decadente.
Actualmente la obra de Copi ha llamado la atención de las editoriales; su teatro se está traduciendo y representando. Su narrativa también se está recopilando. Sin embargo, quedan pendientes la traducción y recopilación de sus colaboraciones en diarios de Francia, particularmente su participación con historietas como “La mujer sentada” en Le Nouvel Observatour. Además, queda por hacer una biografía que legitime datos imprescindibles para entender su desarrollo artístico. La figura de Copi está en búsqueda de un biógrafo que reconstruya los fragmentos de esa vida tan intensa y libre.
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