Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 8 de mayo de 2011 Num: 844

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Soneto
Ricardo Yáñez

Ciego Dios
Alfredo R. Placencia

Alfredo R. Placencia,
del dolor a la alegría

Raúl Bañuelos

Entrevista con
La Santa Muerte

Fabrizio Lorusso

Gonzalo Rojas:
eso que no se ve

Ricardo Bada

Hambre de México
Gonzalo Rojas

La Revolución árabe y la política del imperialismo. Un debate necesario
Pedro Fuentes

Javier Sicilia
y otras cuestiones

Marco Antonio Campos

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
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Bemol Sostenido
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A Lápiz
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La Revolución árabe y la
política del imperialismo.
Un debate necesario


Fotos: storify.com

Pedro Fuentes

1. La intervención de las potencias imperialistas para hacer la zona de exclusión y de esa manera intervenir en la guerra civil de Libia ha suscitado un legítimo debate –sobre todo entre los socialistas y antiimperialistas de Latinoamérica– sobre cuál debe ser la posición a asumir frente a la revolución árabe a partir de esta intervención. Una parte muy importante de estos sectores –que incluso así fuera con recelos habían apoyado las revoluciones democráticas de Túnez y Egipto– sostiene ahora que toda la política pasa a ser la lucha contra la intervención imperialista. En este sentido han criticado la resolución votada por unanimidad en el CE del PSOL [Partido Socialismo y Libertad brasileño, ver recuadro] porque en la misma sin ignorar la intervención imperialista, se sigue planteando como primera consigna la derrota del dictador Kadafi.

2. En la declaración del PSOL, al igual que en todos los textos que hemos escrito, no dejamos de esclarecer y denunciar que el objetivo de la política del imperialismo en la región es reaccionario: detener la revolución en curso.

El punto de partida para el análisis de su política en Libia tiene que hacerse en el marco de la política global para la región. No se puede analizar Libia aislada del proceso de una revolución regional que se sigue extendiendo a cada vez más países –ahora está tocando Siria–, bajo la forma de una oleada de revoluciones democráticas contra los regímenes autocráticos y proimperialistas que dominaron la región durante las tres últimas décadas.

Estos regímenes, y en particular el egipcio, fueron la pieza clave para que el imperialismo dejara totalmente aislada la gloriosa Intifada Palestina, permitiendo las masacres del Estado sionista; fueron también claves para que Hezbollah no se hiciera con todo el poder en Libia, en Líbano, y también fueron un sostén fundamental para las dos guerras del imperio contra Irak.

La revolución democrática en curso, que ha tenido como primeros triunfos los derrocamientos de Ben Alí en Túnez y Mubarak en Egipto, que costó más de doscientos y cuatrocientos asesinatos respectivamente en esos países, y que ya tiene decenas de mártires también en Yemen y Bahrein, y muertos en Argelia, Siria, Marruecos, significa un curso casi irreversible de fin o decadencia de estos regímenes y con ello significará una gran derrota del imperialismo; la más importante que han producido las masas en las últimas décadas a la actual dominación mundial.

3. Para frenar la revolución árabe la política del imperialismo tiene diferentes caras, responde a la defensiva, apareciendo como incongruente incluso para la población estadunidense. En Egipto y Túnez, donde ya triunfó la revolución democrática, después de apoyar hasta el último minuto a los dictadores, intenta ahora adaptarse al proceso creando nuevas condiciones para frenar lo antes posible estas revoluciones mediante algunas reformas, ya sea apoyando viejos dirigentes que ahora asumen su papel democrático, o intentando cooptar a sectores surgidos de la misma revolución. En Bahrein, país donde está instalada la flota naval estadunidense, han apoyado la invasión de Arabia Saudita que ha costado ya centenas de muertos. Un triunfo de la revolución en ese país gobernado por una minoría sunita, significará un régimen de la mayoría de la población chiíta, el segundo luego de Irán en la región. Una política de apoyo a la dictadura es la que también sigue en Arabia Saudita, mientras que en Yemen, en donde hay un profundo avance de la revolución democrática y fuertes elementos de descomposición del régimen, siguen manteniendo el gobierno dictatorial y represor.

4. La primera pregunta que nos tenemos que responder en Libia es: ¿cuál es la línea divisoria que separa la revolución de la contrarrevolución en la actual guerra civil? La respuesta fue y sigue estando del lado del pueblo que se insurreccionó y enfrentó al ejército de Kadafi, que logró que un sector de sus efectivos cambiará de bando, y que lucha por derribar un régimen que se convirtió hace dos décadas en un agente de la política del imperialismo. Con las confusiones que tiene toda revolución democrática, esa es la línea divisoria entre revolución y contrarrevolución. Será una conquista de las masas de todo el mundo que en Libia sea derrocado el régimen autocrático de Kadafi. No por casualidad los gobiernos autocráticos de Marruecos y Argelia, donde también ha llegado la hora de protestas, apoyan con armas y mercenarios al dictador libio.

5. La política del imperialismo en Libia sigue los mismos objetivos que en el conjunto de los países árabes: detener la revolución. El imperialismo se mantuvo silencioso y estático durante las tres primeras semanas, cuando la revolución llegó a Trípoli y amenazaba con derribar al dictador. Intervino con la zona de exclusión en el último minuto, cuando ya Kadafi estaba entrando en Benghazi. Es decir, cuando la revolución en Libia estaba en pleno retroceso, debilitada, cuando sus fuerzas estaban siendo duramente golpeadas por la contrarrevolución de Kadafi.

La forma de actuar del imperialismo deja claros sus objetivos. Una vez detenida la revolución, busca un control de la situación y la cooptación de los rebeldes. Toda intervención imperialista trae consigo una gran amenaza; intentará controlar esa parte del mundo árabe y su riqueza petrolífera.

Pero quien puede impedir que esto se concrete no es Kadafi, que continúa masacrando a los rebeldes libios. Quien puede hacerlo es el movimiento revolucionario en curso. Entre más pronto los revolucionarios rebeldes tiren al dictador, será mucho mejor, y el principal aliado que tienen para ello son las masas árabes que están llevando esa tarea en toda la región.

Por eso, quien convierte en el centro de su política la lucha contra la invasión, dejando de lado la lucha contra Kadafi, objetivamente se coloca del lado de Kadafi y su ejército, que tiene como objetivo masacrar la resistencia de los rebeldes revolucionarios y con ello dar un golpe a la revolución árabe en curso.

6. El gobierno rebelde fue enfático al afirmar que está en contra de una intervención terrestre de las fuerzas de la OTAN. Lo que los rebeldes quieren y necesitan son armas y ayuda humanitaria, tal como ha exigido a los países. La mejor forma de combatir los planes del imperialismo en Libia es luchando contra Kadafi. La supuesta neutralidad del gobierno brasileño termina siendo una política totalmente ambigua e hipócrita de dejar hacer a Kadafi y a los países imperialistas. La única alternativa correcta sería reconocer al gobierno rebelde como una fuerza beligerante y apoyarlos de todas las formas posibles, y contestando positivamente a lo que ellos piden. Entre tanto, la posición que tienen que defender los socialistas y antiimperialistas, sin dejar de reconocer y denunciar los objetivos de la intervención imperialista, es por todos los medios posibles seguir apoyando el derrocamiento de Kadafi. Cuanto antes caiga será mucho mejor para la autodeterminación y la soberanía del pueblo libio y para la revolución árabe que se extiende a cada vez más países.

Declaración del Comité Ejecutivo del PSOL

¡Todo el apoyo a la resistencia del pueblo libio!
¡Fuera Kadafi!
¡Ninguna intervención imperialista!

El dictador Kadafi resiste con bombas, balas y sus mercenarios a la heroica lucha del pueblo en rebelión. El pasado de enfrentamientos con el imperialismo quedó lejos. Hace casi veinte años que Kadafi se convirtió en un fiel aliado de los intereses de las multinacionales petroleras, del imperialismo yanqui y europeo. Su dictadura prohíbe la libertad para que el pueblo se organice política y sindicalmente, la represión a los combatientes populares, sindicales y estudiantiles, cárcel y tortura para quien intente expresar divergencias.

Como parte del proceso de sediciones en el norte de África, donde los pueblos de Egipto y Túnez protagonizan un fantástico triunfo democrático al derribar Mubarak y Ben Alí, también ambos dictadores pro-imperialistas, el pueblo de Libia se levantó contra el cruel dictador Kadafi y en semanas conquistó ciudades y sumó sectores de la población a la lucha contra el dictador.

El PSOL expresa su total solidaridad y apoyo al pueblo libio y su valerosa resistencia, con el objetivo de derrotar al dictador y genocida Kadafi. En este sentido, deben llevarse a cabo todos los esfuerzos humanos, materiales y políticos para hacer efectiva la solidaridad con la resistencia libia.

Sin embargo, alertamos que el imperialismo, por medio de su hipócrita actitud, no está defendiendo la resistencia ni apuesta por el triunfo del pueblo en su lucha para derrocar el dictador. La política de Estados Unidos y Europa no es para ayudar el pueblo libio en su lucha contra Kadafi. Su intervención por medio de su zona de exclusión –una vez que Kadafi avanzaba sobre las posiciones de la rebelión– fue planeada para incrementar su capacidad de influir en la resolución política de la crisis, pactando un nuevo gobierno que mantenga intactos sus intereses y pueda servir como base para recuperarse en la región.

Por tanto, el PSOL declara: ¡todo el apoyo a la resistencia del pueblo libio!

Fuera Kadafi. ¡Ninguna intervención imperialista!

Sao Paulo, 19 de marzo, Comité Ejecutivo del PSOL

Pedro Fuentes

Secretaría de Relaciones Internacionales PSOL