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Remedios Varo: poesía en movimiento
Guadalupe Calzada Gutiérrez
Identidad viciosa, en la niebla textual de dos espejos
Marcela del Río Reyes
La obra de Remedios Varo es poesía en movimiento; conjuro de un instante para escuchar lo que describe en su pintura. Cada imagen nos introduce en un sueño y nos lleva a recorrer habitaciones, edificios góticos, escaleras, gatos, seres andróginos, insectos, astros, bosques nocturnos, objetos que giran, personajes alados, representados en una obra geométrica, un mundo onírico, hermético, un caleidoscopio que conforma la figura de Remedios Varo y nos habla a los ojos y al espíritu. Remedios Varo trasladaba sus sueños al lienzo y a través de lo etéreo, con cierto aire mágico, de misterio, crea una atmósfera densa, iluminada muchas veces con la luz de una vela, luz de su espíritu, para mantener vivos sus recuerdos. Manifiesta recuerdos de su niñez, vivencias femeninas, la guerra y la búsqueda del conocimiento, la naturaleza, la ciencia, la religión y la filosofía.
Pero iniciemos un retorno para situarnos en 1908, año en que nace María de los Remedios Varo Uranga, en Anglés, España. Desde muy joven mostró inclinación por la pintura, arte donde fusiona la gran religiosidad de su madre y la ingeniería hidráulica de su padre, libre pensador, quien la alentó para que estudiara en la Escuela de Artes y Oficios y, posteriormente, ingresara a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, precisamente donde un año antes Salvador Dalí había sido expulsado por irreverente. Durante esa época y siempre con el apoyo de su padre, Varo recorrió varias veces el Museo del Prado, donde admiró las obras del Bosco, El Greco y Goya. Su inquietud por conocer otras técnicas la lleva a París, donde conoce a André Breton y Paul Éluard, dos de los principales exponentes del surrealismo. Una vez familiarizada con este movimiento se integra al grupo Logicofobista, “opuesto a la lógica”, que pretendía representar los estados mentales internos del alma utilizando formas sugerentes, o, como lo hacían con la escritura, “dejar fluir las caprichosas figuras amorfas”. Durante su participación con este grupo pinta L’Agent double, obra que ya representa su estilo. Varo era una mujer de gran sensibilidad, que vivía una realidad más allá de la cotidiana; tal vez por eso huye de España a causa de la Guerra civil y se refugia en Francia, país que también abandona al declararse la segunda guerra mundial. Ahí fue detenida y enviada a un campo de concentración donde, con la ayuda del Comité para Rescates de Emergencia, escapó a México, país que le permite desarrollar casi toda su obra.
Remedios Varo,
Naturaleza muerta resucitando |
Desde México, Remedios parte para Venezuela en una expedición agrícola y etimológica organizada por el IFAL, donde trabaja para el Instituto de Malariología Venezolano. Su trabajo consiste en observar con el microscopio a los mosquitos transmisores de la malaria. Su inquietud la lleva a crear dibujos detalladísimos de ellos. Algo curioso es que Varo, en su obra, casi siempre dibuja insectos. Probablemente, al observarlos indefensos recordaba que estuvo recluida en el campo de concentración, o tal vez compartía, como Salvador Novo, la fascinación por esos seres minúsculos.
En forma paralela sigue enviando trabajos de diseño gráfico para Bayer de México, actividad que realizaba desde su primer matrimonio. Como española, conocía muy bien los principios y la iconografía de la alquimia medieval, arte que expresa para dibujar a los alquimistas antiguos con sus matraces, alambiques y hornos para mezclar, separar, fundir o aislar la historia de otros mundos, otras realidades, otras ideas: relata con iconografía científica. Al tener afinidad con los surrealistas y las teorías de Gurdijeff, Freud y Jung, explora el psicoanálisis, la gravitación universal, el misticismo, el budismo, la magia, el tarot y la Cábala; también, la influencia de la cultura y el sincretismo de los rituales prehispánicos que conoció cuando llegó a México. El gusto por temas esotéricos y la alquimia nos recuerda la pintura del Bosco, aunque marcada por una gran diferencia en cuanto a la forma en que los representa. Algunos biógrafos dicen que los instrumentos con que dibuja están inspirados en los inventos de Leonardo da Vinci. Sin embargo, hay que recordar la profesión que desarrollaba su padre, ingeniero hidráulico ¿Hasta qué grado sus inventos no están inspirados en los dibujos que él hacía?
Con Leonora Carrington tuvo una entrañable amistad; la llamaba “mi alma gemela en el arte”. Ambas compartían el mundo onírico, esa metáfora de sueños sin tiempo ni espacio. Sus viajes también fueron interiores; aglomeró las enseñanzas en su afán de manifestar el mundo que la rodeaba. Creó un cosmos pictórico lleno de imaginación y poesía, como los sueños de la niñez.
En 1963, a causa de un ataque cardiaco y cuando aún no cumplía cincuenta y cinco años, Remedios Varo murió. Naturaleza muerta resucitando es su última pintura. Al observarla nos dejamos llevar por el movimiento de los objetos: sobre una mesa cubierta por un amplio mantel que parece danzar, se encuentra una vela encendida que representa el espíritu de la existencia, es decir, un cosmos girando frenéticamente, chocando entre sí. ¿Quién podría afirmar que ella, presintiendo su muerte, se representó en esa vela como una metáfora? Si así fuera, Remedios Varo es la luz que abraza el sueño para alcanzar la libertad.
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