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Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
No hay Juan sino Juanes
LUIS GARCÍA MONTERO
Nombrar con nombre imposible
DANIEL FREIDEMBERG
Los fantasmas con un sollozo mudo
EDUARDO HURTADO
Juan Gelman o “Los hielos de la furia”
VÍCTOR RODRÍGUEZ NÚÑEZ
Don Juan Gelman
ENZIA VERDUCHI
Juan Gelman: palabra de hombre
JOSÉ ÁNGEL LEYVA
Juan Gelman, su poética
JUAN MANUEL ROCA
Un poeta metido en el baile
JORGE BOCCANERA
Tres poemas inéditos de Juan Gelman
Juan Gelman: del poeta, de la tragedia y la esperanza
JUAN RAMÓN DE LA FUENTE
La Vibración del poema
RICARDO VENEGAS entrevista con MARIO CALDERÓN
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Columnas:
La Casa Sosegada
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Las Rayas de la Cebra
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Bemol Sostenido
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El Mono de Alambre
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Cabezalcubo
JORGE MOCH
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Tres poemas inéditos de Juan Gelman
La boca
A José Angel Valente
In memoriam
Como el azar que todo domina
y el encuentro con lo que nunca
pasó en el pasado abre
aromas deliciosos del alma.
Como el viento que dialoga con
lo malobueno de la tierra,
la férrea lanza, el escorpión
que roía la libertad del pulso.
Teresa que pasabas
con bonete amarillo en un burro
que te donó la fe.
Por qué no fuiste más de prisa,
tiempo,
para que José Ángel viera
semillas del mar doble
que en los flautines fingen
una paloma rota y nacieron
de las plantas oscuras de tu profanación
palabras que envolvían
el hacia dónde y para qué.
Maestro de ausencias amadas
que albergaste en un canario triste
y nunca te cantó.
Hijo de astros ocupados,
escrito en una carta muy larga
donde el diamante llora.
De los reflujos de la enfermedad
nació una cabellera de espanto
que creó la no vida.
Los astros lamen
cielos sin causa,
inviernos fríos del tren
que te llevó a tierras del desafío espiritual
donde nada está dicho
nunca, nada.
La música corta pergaminos
de eternidades que no existen.
Allá se fue la visión
de abismos que encierran todas las cosas y
lastimaban tu corazón de fuego.
Flota de voces extrañas flota
en una mano sin perdón.
Tus viajes a la lengua
brillan en páginas secas que incendia
una hoja de otoño.
Hermano de la pérdida,
el tiempo que esperabas
vivió en tu boca.
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Designios
Te derriba el espejo
de la espada blandida mal, las confesiones
del colibrí que mató la tormenta.
En las extremidades del reloj
el ojo que sirve para ver
es mirado, no duerme, crea visiones y
destrezas del peligro.
La ilusión que devora su raza
quiere cambiar podredumbres,
cenizas de una llave.
El elixir de una rosa blanca
abre sus brazos a lo que pudo ser,
no miente, ella sí.
La salud de la razón es débil,
en sus nubes que oscilan
entre el lamento y la vida al revés,
ángeles furiosos dan lecciones
del deseo que no se va a apagar. |
Ahorita
Tierna, tierna cosa es
el tiempo que deriva en una palabra
sin puerto. Gozar la luna sin
sacrificio, ni
lo malo triste pisado,
el rayo en su trabajo.
¿Quién puede oír las guerras didácticas del pecho?
¿Brasas que los sentidos disfrazan
de un lado al otro de los cuentos?
Se oxidaron los goznes
del deseo a la espera del deseo,
ahorita, ahorita, dicen
almas piadosas inflamadas.
En las rocas que rompen por la mitad en el cielo
hay caminos, distancias,
carpinteros del ser.
El uno y el amor se juntan
en ignorancias, pájaros
que se murieron
jóvenes, los entierran, hay
hermanos en la hora,
un frío ardiente todavía.
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