Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
No hay Juan sino Juanes
LUIS GARCÍA MONTERO
Nombrar con nombre imposible
DANIEL FREIDEMBERG
Los fantasmas con un sollozo mudo
EDUARDO HURTADO
Juan Gelman o “Los hielos de la furia”
VÍCTOR RODRÍGUEZ NÚÑEZ
Don Juan Gelman
ENZIA VERDUCHI
Juan Gelman: palabra de hombre
JOSÉ ÁNGEL LEYVA
Juan Gelman, su poética
JUAN MANUEL ROCA
Un poeta metido en el baile
JORGE BOCCANERA
Tres poemas inéditos de Juan Gelman
Juan Gelman: del poeta, de la tragedia y la esperanza
JUAN RAMÓN DE LA FUENTE
La Vibración del poema
RICARDO VENEGAS entrevista con MARIO CALDERÓN
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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Corporal
MANUEL STEPHENS
Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO
Poema
HJALMAR FLAX
El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
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Felipe Garrido
Carencias
Una mujer tenía una casa algo más que modesta, un jardín con rosales y duraznos, siete armarios llenos de manteles, siete vajillas de siete colores, una despensa surtida y un marido fiel. Pero en su corazón era desdichada porque era muchísimo más lo que no tenía. Y a veces esa congoja le iba subiendo por quién sabe qué partes del cuerpo hasta que le llegaba a los ojos y se los ponía de tormenta; le llegaba a los cabellos y se los erizaba; le llegaba a la boca y se la llenaba de quejas. Y entonces nada la consolaba: ni los rosales ni los duraznos ni los manteles ni las vajillas ni el esposo –y menos si roncaba... Hasta que un día, agobiados de oírla, los rosales empezaron a tener plaga, los manteles perdieron colores, alguna vajilla se hizo añicos, el marido se fue poniendo cetrino, encogiendo, agostando... Y la mujer, en lugar de salvarlos, seguía pensando en todo lo que no tenía. [De las historias de san Barlaán para el príncipe Josafat. |