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Olvido
Mírelas desde aquí, que no lo vean. A veces salen, a veces no. Eso sí, siempre tres. Así se sientan, ahí en cualquiera, les da igual; sí, bajo algún árbol. Se acercan entre ellas y parece que se dicen cosas; que tosen o que se ríen. Tiene suerte. No siempre hay tanta luz. Mire los trapos que llevan; los guantes largos, los sombreros emplumados, los rebozos y mantones con que se cubren los hombros, las faldas... ¿Es terciopelo?, ¿organza?, ¿brocado? Usted lo sabrá mejor. Largas, eso sí, hasta el piso; rara vez se les pueden ver los zapatos; las arrastran por el lodo, porque aquí hay charcos siempre. Pero todo viejo. Todo como revuelto, como ajado, como lo que se guarda y olvida largo tiempo. Si el aire viene para este lado ya va a sentir sus perfumes: los de un cajón de cedro que de pronto se abriera, donde alguien hubiera olvidado unas flores muchos años antes. No es que se aparezcan, no; dicen que fue un olvido, la Muerte, ¿sabe?, a veces... |