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Se busca director de orquesta
Un director de orquesta lleva a cabo distintas actividades artísticas entre las que se impone, sobre todas las demás, la de coordinar a los músicos y a sus instrumentos (dos cosas distintas) tanto antes como después de presentar en vivo alguna partitura. Es decir que no sólo ha de lograr un ensamble sonoro equilibrado y funcional durante los ensayos, sino un ambiente de comunicación interna que permita interpretaciones memorables en el concierto.
Hablamos de esto porque pocas veces el melómano común conoce el perfil adecuado de un “conductor”, y porque hace unos días la Orquesta Filarmónica de la unam abrió su convocatoria, precisamente, para encontrar director suplente, lo que nos hizo reflexionar sobre lo que deberá tener el hombre que apoye a su todavía flamante director artístico Alun Francis, promotor en la creación de dicho puesto.
Entonces, si la semana pasada hablábamos de los próximos conciertos de dicha orquesta, hoy compartimos parte del documento que subraya las condiciones para quien desee el trabajo antes citado: “Pueden participar únicamente directores de orquesta mexicanos menores de cincuenta años; los aspirantes deberán presentar un DVD con la grabación de un concierto reciente con orquesta dirigido por él.” (Desconocemos si pasa lo mismo en el mundo del clásico que en otros muchos de músicas populares, pero el requisito de tener un dvd en vivo resulta un verdadero obstáculo por obvias razones de producción y presupuesto.) Sea como sea, a estas condiciones se sumará la audición que habrán de realizar los interesados el próximo 28 de noviembre en la sala Nezahualcóyotl, al frente de la propia ofunam .
Según afirma el mismo documento: “Esta propuesta de Francis refuerza su compromiso de trabajar con jóvenes talentos de la dirección orquestal en México para ayudarlos en su desarrollo.” Aplaudiendo esta búsqueda de un suplente mexicano, ¿qué repertorio deberá dirigir en la audición para mostrar sus cualidades? Se anticipa que Rapsodia española, de Ravel, Muerte y transfiguración , de Strauss, y el segundo movimiento (Molto vivace) de la Sinfonía no. 9 op. 125, de Beethoven. Ello nos parece bien, pues de seguro el repertorio exige las condiciones a calificar, aunque nos preguntamos por qué no se incluyeron obras de compositores mexicanos.
Con todo lo dicho, sin embargo, aún no hablamos de lo fundamenta, de las “otras” cualidades que debe tener un director de orquesta, más allá de cumplir requisitos y “adjuntar en la solicitud de inscripción su currículum vitae actualizado y resumido en un máximo de una cuartilla y dos fotografías recientes a color”.
Dirigir no es dominar el piano más otros dos o tres instrumentos, ni tampoco poseer un conocimiento teórico –cardinal– a propósito de armonía, melodía y ritmo en muy distintas corrientes de la historia musical. No. Lo más importante es la manera de involucrarse con las obras que dirige, desde el conocimiento biográfico del compositor hasta la sensibilidad que logre desarrollar para resolver ambigüedades tácitas o implícitas.
Así que, más allá de llevar el tempo, señalar entradas y salidas, marcar acentos dinámicos y realizar instrucciones de color y modo, un director ha de entender “lo no escrito”, para entonces cumplir buenas interpretaciones y forjar un estilo que denote su manera de vivir la música. Cuando tales cosas no se logran, sea por ignorancia, falta de tiento o soberbia, son las orquestas mismas las que ignoran la batuta para entonces abordar las partituras sin hacerle caso a quien la mueve, o por el contrario, para entregársele ciegamente a sabiendas de que el resultado no será el mejor ante la audiencia. Quede como ejemplo lo que reconoció Igor Stravinsky, quien con su Consagración de la primavera (una obra que dirigió numerosas veces) provocó siempre distintos resultados.
Imagine entonces el lector: si un compositor como éste logra diferentes ejecuciones de su trabajo dependiendo de la orquesta o de su propia evolución, qué no habrá pasado Herbert von Karajan luego de treinta y cinco años al frente de la Filarmónica de Berlín, por no hablar de Toscanini, Furtwängler, Boulez, Mahler, Mehta, Solti, Celibidache y tantos más cuando –siguiendo el ejemplo de la Consagración… –abordaron un ballet con actos bautizados como “Adoración de la Tierra” y “El Sacrificio”, a su vez divididos en movimientos como “Danza de las adolescentes”, “Cortejo del sabio” o “Glorificación de la Elegida”, todos partes de un argumento pagano inspirado en la Rusia antigua donde el sacrificio de doncellas despertaba a la Primavera.
Así las cosas, ¿quién se puede ganar el puesto de director suplente de la ofunam ? Ojalá que –como supone la experiencia de Alun Francis– alguien sensible a las profundidades de la inspiración ajena.
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