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Rogelio Guedea
Libros vemos, lectores no sabemos
Tengo la impresión de que los escritores mienten sobre sus lecturas. Es muy fácil tomar el pelo así. Como nadie los conoció hasta que no se transformaron en escritores, pueden hacer de su pasado lo que les venga en gana. Y hay que creerles, porque tampoco se tiene otra opción. Sartre, por ejemplo, en su bella autobiografía Las palabras , dice que solía bajar al sótano a leer libros que escondía ahí su abuelo o su tío o cualquiera de ambos, y que ahí, en el sótano, leía absorbido cuanto libro atravesaba su vista. Sartre cuenta que al principio sólo seguía las manchas negras sin entender nada. Su vista seguía los puntos oscuros dispuestos unos detrás de otros y llevados sólo por un instinto de supervivencia. Cuenta que un día, mientras seguía los puntos negros, entendió de súbito los significados de las palabras que, unidas a otras palabras, generaban en él un concepto más amplio de él mismo y del mundo. Y que así fue como aprendió a leer. El pasaje es bellísimo, contado así como lo cuenta Sartre, pero no consigo creerlo del todo. |