Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Tres poetas
José Kozer:
claroscuros de
emoción e inteligencia
Jair Cortés
La pintura en la
Bolsa o el arte
como valor seguro
Vilma Fuentes
Eduardo Galeano
y los zapatistas: con
los dioses adentro
Luis Hernández Navarro
Eduardo Galeano:
escribir en el
siglo del viento
Gustavo Ogarrio
Galeano y el
oficio de narrar
Adriana Cortés Koloffon
entrevista con Eduardo Galeano
Fragmento de
una biografía
Nikos Karidis
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Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
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Bemol Sostenido
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Tres poetas
La invención de un país
Juan Domingo Argüelles
Si no existiera este país habría que inventarlo.
Para mostrarle al mundo cómo es este país de pesadilla.
Un país donde el mal se disfraza de bien
y donde los que injurian se dicen injuriados;
donde los que gobiernan se consideran víctimas
de sus miles de víctimas que tornan en verdugos.
Un país donde el trueno del discurso político
retumba entre las tumbas con eco y con cinismo.
Un país donde a diario la palabra “derechos”
se escribe, muy correcta, en renglones torcidos.
Un país donde el lobo acusa a los corderos
de fiereza y rapiña, y el juez defiende al lobo.
Un país donde todo camina de cabeza
y es guiado al abismo por gente sin cabeza.
Un país de verdades que parecen mentiras,
un país de mentiras que se han vuelto verdades.
Un país de ficciones y horrendas fantasías
que salen de los sueños y habitan nuestros días.
Un país que no existe, pero que si existiera
tendría que existir de otra manera. |
Los colores del Mekong
Xabier F. Coronado
La corriente de agua y barro capta la luz del sol, amanece en la tierra.
Playas fluviales de arenas blancas y doradas,
orillas de hierba y árboles, de selvas esmeraldas,
de huertas y siluetas que se asoman a tus aguas.
Aldeas de chozas de bambú y techos de palma,
ciudades y pueblos multicolores se asientan en tu ribera,
donde nacen al ritmo de los días los seres que te habitan.
El fluir del agua dulce es espejo de luz donde la vida se contempla,
el color es un reflejo que reverbera en rocas, en granos de arena, en arrozales.
Hay un fondo cristalino que trasluce todas las formas de las nubes
donde se pintan los vuelos azules de los pájaros.
Sobre tu superficie, el surcar sin descanso de barcos y canoas
dibuja una urdimbre de líneas infinitas,
allí se tejen los recuerdos que se quedan en la memoria de los peces.
Gotas de lluvia se funden con tu cauce de tierra, el agua se nutre de sí,
el río parpadea, es serpiente de luz, sombra de agua y aire,
un flujo permanente entre tierras sin fin.
Templos y casas, muelles y puertos, rascacielos, fábricas,
te tiñes de los colores que la ciudad inventa,
tus partículas se opacan en un espejo gris,
apenas sobrevives dando vida, es entrega total, suicidio o sacrificio,
algunos se olvidaron o no saben que dependen de ti. |
Alianza
Óscar González
En este vendaval de horas sombrías,
desplegando las velas de tus naves
de igual modo que las errantes aves,
buscas en la tormenta rutas, vías
para salir del caos, del laberinto.
Y sólo encuentras tapias, altos muros
que a tu paso levantan los oscuros
designios, no de Patmos ni Corinto
sino de Minos, ciudad sitiada
por dioses enemigos desde dentro.
Vencer tu propia bestia, ir al encuentro
por venturosos hilos, de la amada
Ariadna, la mujer que te espera
en no importa qué punto de la esfera. |
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