Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Tres poetas
José Kozer:
claroscuros de
emoción e inteligencia
Jair Cortés
La pintura en la
Bolsa o el arte
como valor seguro
Vilma Fuentes
Eduardo Galeano
y los zapatistas: con
los dioses adentro
Luis Hernández Navarro
Eduardo Galeano:
escribir en el
siglo del viento
Gustavo Ogarrio
Galeano y el
oficio de narrar
Adriana Cortés Koloffon
entrevista con Eduardo Galeano
Fragmento de
una biografía
Nikos Karidis
Leer
Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar
Directorio
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La Jornada Semanal
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Rogelio Guedea
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La esperanza
La esperanza es ese ganchito que pende de alguna de las paredes de la casa. Ahí está y ahí ha estado, incólume, desde que pusieron la primera puerta y la primera ventana, desde que levantaron el techo y colocaron, en medio del amplio salón, la chimenea de piedra. Ha estado ahí, incluso, desde que limpiaron el lote baldío para poner de un extremo a otro los cimientos, y quizá mucho antes de que ese lote baldío existiera, en medio de la nada. La osadía no es, en realidad, encontrarlo. Basta una mirada atenta y un ir y venir por los pasillos, de la sala al comedor o de la terraza al traspatio, de noche con la linterna de mano o de día con los rayos de sol que se cuelan por el tragaluz, para conseguirlo. No. Lo verdaderamente heroico es asirse a él (a ese ganchito que pende de alguna de las paredes de la casa) y, pese a crueles tormentas y otras calamidades, no soltarse jamás. |