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Encrucijadas dramáticas modernas
y contemporáneas
El conjunto múltiple de propuestas que conforman la “constelación de lo que el mismo Léxico llama encrucijada de las escrituras naturalistas y simbolistas, base de lo que constituye la crisis del drama” es, a decir de Víctor Viviescas, el punto central de El léxico del drama moderno y contemporáneo –publicado por Paso de Gato–, instrumento idóneo para comprender, interrogar, investigar y discutir la problemática de la escritura dramática y escénica contemporáneas.
Sesenta entradas conforman esta especie de diccionario enciclopédico, cuya esfericidad recuerda la vocación de los enciclopedistas franceses de colocar la incertidumbre en el centro mismo de las certezas ordinarias. Así funciona este objeto que es “un conjunto razonado de términos” que promueven la comprensión y la crítica de los fenómenos teatrales modernos y contemporáneos.
Esta aproximación a la comprensión de la creación contemporánea es también un universo acotado en conceptos que hacen posible una combinatoria amplia, que propone el análisis y la descripción de problemas que en ese puzzle permiten entender las posibilidades estéticas de lo teatral, en la polivalencia de sus varios lenguajes, donde la imposición de unos sobre otros permite la definición o, por lo menos, la descripción de nuevos géneros incubados en el laboratorio de las nuevas tecnologías, dispositivos y espacios escénicos, intervenciones actorales y despliegues textuales inéditos a través de nuevos soportes.
Víctor Viviescas |
¿Qué debe entenderse por crisis del drama en todo este contexto de ideas finiseculares del siglo XX, que continúan en el siglo XXI? Sarrazac considera que el inicio de esa crisis tiene lugar en las últimas dos décadas del siglo XIX, con el fenómeno de la escisión del hombre en varias parcelas, que van del hombre económico al moral, el metafísico y el psicológico. Esta alienación, la cual considera que ha sido descrita por el psicoanálisis y el marxismo, ha colocado a los seres humanos frente a nuevos temas y contenidos. Sarrazac piensa que la forma dramática, entendida como la resolución de un conflicto interpersonal a través de la catástrofe, ha comenzado su fractura y, con ello, la de la tradición aristotélico-hegeliana que la sostiene.
En una relación causal, Viviescas considera que, a raíz de todos estos cambios, aparecen interrogantes sobre el pasado del drama a través de enfoques compartidos entre lo histórico y lo arqueológico. Esto significa cuestionar prácticamente todos los cimientos de la tradición dramática y colocarla en la perspectiva de un porvenir, donde quedan identificados callejones sin salida, líneas de fuga que contienen en su tránsito la tradición griega, en primer lugar, pero también el Renacimiento y el Barroco, el siglo XVII francés y “en especial el Siglo de las Luces y el momento de crisis de la modernidad del final del siglo XIX”.
Como suele pasar en las indagaciones profundas sobre el teatro, ésta cifra su entramado en un ir y venir de la escena al texto, de la práctica a la teoría, de los textos a las escuelas de dirección y actuación, movilizando elementos literarios que se problematizan entre sí, originando extraordinarias anomalías –nuevos géneros o sus incesantes matices– tanto grupales como autorales –en el terreno de la dirección, primordialmente. No hay una investigación puramente teórica sobre lo escénico, lo teatral. Pasa lo mismo que en el terreno del psicoanálisis, donde la particularidad clínica crea la posibilidad de entender nuevos problemas sobre la mente y el psiquismo.
Aquí, esa particularidad fenomenológica está en el horizonte francés dentro de lo europeo. Los veinticuatro autores de las sesenta entradas que contiene este Léxico hacen énfasis en la producción dramática francesa de la segunda mitad del siglo XX: de Paul Claudel a Sarraute, Duras, Genet, Adamov y Ionesco, pasando, claro está, por Beckett, Vinaver, B-M. Koltés, así como autores recientes en un diálogo con sus colegas “de la crisis (Ibsen, Strindberg, Maeterlinck, Chéjov, Pirandello, Hauptmann), y los autores de la modernización del drama, Lessing y Diderot, así como con los contemporáneos más destacados de Alemania, e Inglaterra, pasando por Brecht y Piscator, luego por Müller, Weiss, Handke y Krotz, hasta Dea Loher en Alemania y Sarah Kane y Edward Bond en Inglaterra.
Estas son las entradas del libro sobre las que continuará la reflexión: Acción, Catástrofe, Conflicto, Direccionalidad del texto, Íntimo, Metadrama, Monodrama, Novelización, Oralidad, Posdramático, Ritmo, Silencio, Teatralidad. ¿Les suenan?
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