Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Tario, el fantástico
Ricardo Guzmán Wolffer
Poetas de Guerrero
Feedback
Francisco J. Garrido
Promenade
Luis Bernardo Pérez
Robert Capa,
reportero de guerra
Manuel García
Rafael Alberti entre
el clavel y la espada
Rodolfo Alonso
Tiempo del juicio
Antonis Dekavales
Leer
Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Poesía
Guillermo Samperio
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal
|
|
Guillermo Samperio
Nube apenas naranja
Lo que me ocurre, antes de irme a la cama,
en esta mi noche, es que acaba
de caerme una ángela en los brazos, que
dormía en una nube apenas
naranja. Giró a su derecha y se salió del
borde nuboso, se desplomó sin
poderlo evitar; ahora la tengo aquí,
semidormida. Esboza una media risita
mientras yo le doy sólo un medio beso
suave, un casi no-beso. Soy Diana,
para ti, dijo. Dije: Soy Guillermo para ti.
Estamos iguales. Pero, ahora,
lo inconcluso la hace buscar, de mis
labios, la otra parte del beso, la
cual consigue, un casi sí. A partir de allí nos
metemos abrazados en la
nube.
Fuimos advirtiendo, mientras nuestro amor
se expandía, que la nube cobraba
un tono naranja casi explosivo. Allí, en
medio del celestial encuentro y
luego de la explosión, la nube se había
vuelto violeta oscuro; como
nuestros labios mórbidos. No sé cuántos
años llevo con ella, pero sus
clases para ser ángel cada vez las entiendo
menos. A ella le sigue
interesando hacer estallar nubes con
luminiscencias diversas. La que más
usa es cuando la nocturnidad nos cubre y
miro las maneras en que su cuerpo
se contorsiona en la oscuridad. Sobre mi
cuerpo es una danza deleitable de
fulgores. |