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La Jornada Semanal
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Un espejo en el cual mirarse
Edgar Morín
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La parábola de Pablo,
Alonso Salazar J.,
Planeta,
México, 2012.
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Esta es la historia de un adolescente que, como tantos otros, soñó con tener su primer millón de pesos antes de cumplir treinta años. En 1962, cuando tenía trece, además oyó hablar de la Revolución cubana y de la teología de la liberación, y en la escuela aprendió una serie de frases antiimperialistas y antioligárquicas que repetiría el resto de su vida. Quería ser izquierdista pero rico, y terminó como rey de los bandidos.
Con su hermano el Osito y otros allegados, emprendió el negocio de la cocaína, mismo que, en pocos años, lo llevó a tal punto que, junto a socios como los Ochoa o Gonzalo Rodríguez, el Mexicano, entre otros, acabaron por crear lo que la burocracia antidrogas y no pocos periodistas mitificaron como el cártel de Medellín.
A los veintiocho años ya tenía su primer millón, pero de dólares, y luego vinieron tantos más que comenzó a patrocinar obras sociales, como canchas deportivas o construcción de viviendas. Las propiedades se multiplicaron, en su hacienda instaló el zoológico más grande de Colombia, y llegaron las fiestas con reinas de belleza o bacanales con jovencitas que vendían su virginidad por unos miles y eran videograbadas en secreto.
Tanto dinero también trajo consigo envidias, enemistades, políticos necesitados de efectivo para sus campañas, así como muchos jóvenes pobres que seguramente soñaban con ser ricos, pero fueron devorados por la maquinaria de una violencia de tipo industrial, sobre todo a partir de que se hizo público que semejante fortuna provenía del tráfico de cocaína. La ascendente carrera política quedó truncada. Entonces vino la guerra contra el Estado, en una espiral que produjo miles de muertos, amenazas de extradición a Estados Unidos, desarrollo del paramilitarismo, el terror de los coches-bomba, secuestros y asesinatos de periodistas, jueces o políticos. También divisiones tan profundas con los antiguos socios, que varios formaron a los llamados pepes e hicieron alianzas con sus enemigos de Cali y el gobierno mismo para dar con él y matarlo, cosa que en buena medida fue lograda a consecuencia de esa debilidad suya de querer mantener contacto con la familia.
Estos son fragmentos de la intensa vida de Pablo Emilio Escobar Gaviria, el Patrón o Pablito, como también le llamaron muchos de quienes nunca alcanzaron el tan anhelado millón. Se trata de una parábola de tipo biográfico escrita por un periodista colombiano conocedor del fenómeno de la violencia y el narcotráfico (de hecho, Salazar fue de los primeros en entrevistar a jóvenes sicarios en el recomendable No nacimos pa’ semilla), que sin apologías de por medio describe ascenso, gloria y caída del capo colombiano. Es una historia que después se convirtió en exitosa teleserie y fenómeno mediático sobre el que escribió incluso un Premio Nobel. Reveladora, no sólo por dar cuenta de las condiciones estructurales que generan actores sociales de este tipo, o las contradicciones mismas del atractivo que personajes como Escobar producen, sino espejo en el que pueden verse semejanzas y diferencias significativas para entender mejor la actual tragicomedia mexicana.
El bosque y la guerra
Raúl Olvera Mijares
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Una tierra para sembrar sueños. Historia reciente de la
selva lacandona, 1950-2000 ,
Jan de Vos,
FCE-CIESAS,
México, 2011.
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Pocos libros constituyen un testimonio de amor hacia la humanidad y la naturaleza, los dos brazos de la balanza para lograr un equilibrio perfecto entre la justicia social y la cósmica, además del estudio asiduo y paciente de una serie de materiales diversos, como contratos de compañías madereras, títulos de propiedad que decretos presidenciales fueron haciendo cambiar de manos, descripciones pormenorizadas de antropólogos que se internaron en la selva e incontables relatos de los variados agentes en litigio alrededor de un territorio conocido otrora como el Desierto de la Soledad, una vasta región del estado de Chiapas, hogar inmemorial de los indios caribes, la cual ha venido a llamarse Lacandonia, sede de la mayor reserva de la biósfera en México, Montes Azules, y dos zonas arqueológicas, Bonampak y Yaxchilán.
Jan de Vos van Gerven (Amberes, 1936-Ciudad de México, 2011), quien acostumbraba caracterizarse a sí mismo como especialista en historia regional, aunque también lo era en etnohistoria e historia ecológica, con cerca de cuarenta años en México, llegó como miembro de la Compañía de Jesús en 1973, estuvo por largos años a la cabeza del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social en San Cristóbal de las Casas y es autor de la trilogía más importante en la historia de esa apartada y compleja región de Chiapas. Estudioso que siempre se mantuvo al día respecto de los imprescindibles hallazgos de los etnólogos, por una parte, y la importancia de las estructuras narrativas en la historia, muy en la vena de Carlo Ginzburg y la escuela microhistórica italiana, sin por ello adherirse sin más a sus filas ni sostener sus postulados, Jan de Vos ensayó una armazón nueva en su último libro.
Pocos segmentos en la historia reciente o remota de México exhiben, en un lapso relativamente breve (cincuenta años), cambios de una magnitud tan notable, basados en seis factores: la migración campesina, la degradación del ambiente, la movilización de masas, la exacerbación de los fundamentalismos religiosos, el despertar de una conciencia política y el levantamiento armado. Los respectivos actores en este contexto tan delimitado que pronto habrían de conducir a un conflicto de intereses son una compañía maderera, un gobierno populista, una diócesis misionera, varias organizaciones campesinas, quinientas colonias de pioneros, cincuenta campamentos de refugiados guatemaltecos, un reducido pero valeroso contingente de un ejército de extracción indígena que defendía sus derechos. El autor echa mano de una serie de entrevistas a fin de aportar la perspectiva de ocho personas reales. Las demandas humanas, ecológicas, de justicia social, de dejar un legado sustentable para las generaciones venideras ahí quedan. Ahora habrá que ver que no se otorguen nuevas concesiones para talar los pocos árboles que aún están en pie, y que se apoye una agricultura y una silvicultura racionales.
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Animales sin papeles,
John Berger y Atziri Carranza,
Ítaca/La Cabra Ediciones,
México, 2013.
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Los textos corresponden a Berger y las tintas a Carranza, y juntos componen un volumen que es una verdadera delicia: bestiario de aires poéticos, en él viven y conviven tigres, perros, zorros, pumas, serpientes, becerros, caballos, cocodrilos, elefantes… Prologado por Ramón Vera –editor y traductor al español–, y en tres idiomas porque se suma la traducción al francés de Yves Berger y Amandine Semat, este álbum zoológico-literario renuncia a las clasificaciones, como los seres que lo pueblan han renunciado, con la colaboración de Berger y Carranza, al silencio y la invisibilidad.
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