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Hugo Gutiérrez Vega
Cultura y diplomacia (V DE VII)
Confiando en mi memoria y advirtiendo que tal vez se me escapen varios nombres, intentaré hacer la lista que mencioné en la entrega anterior, y que espero que sea revisada y comentada por algún historiador de la diplomacia mexicana: Manuel Alcalá, Paula Alegría, Héctor Raúl Almanza, Ignacio Manuel Altamirano, Homero Aridjis, Neftalí Beltrán, Fernando Benítez, Rafael Cabrera, Roberto Casillas, Rosario Castellanos, Amalia Castillo Ledón, Daniel Cosío Villegas, Francisco Cuevas Cancino, Fernando Curiel, Marcelino Dávalos, Genaro Estrada, Víctor Flores Olea, Carlos Fuentes, José Fuentes Mares, Jaime García Terrés, Federico Gamboa, Margo Glantz, Antonio Gómez Robledo, Henrique González Casanova, José María González de Mendoza, Enrique González Martínez, Enrique González Pedrero, José Gorostiza, Manuel Eduardo de Gorostiza, Ricardo Guerra, Francisco a. de Icaza, José Iturriaga, Renato Leduc, Daniel Leyva, Francisco López Cámara, Héctor Manjarrez, Manuel Maples Arce, Francisco Martín Moreno, José Luis Martínez, Marco Antonio Montes de Oca, Mario Moya Palencia, Amado Nervo, Octavio Novaro, Raúl Ortiz, Gilberto Owen, Fernando del Paso, Manuel Payno, Octavio Paz, José María Pérez Gay, Sergio Pitol, Miguel León Portilla, Efrén Rebolledo, Alfonso Reyes, Jesús Reyes Ruiz, Marcela del Río, Ida Rodríguez Prampolini, Victoriano Salado Álvarez, Víctor Sandoval, Fernando Sánchez Mayans, Ninfa Santos, José Juan Tablada, Jaime Torres Bodet, Luis g. Urbina, Álvaro Uribe, Rodolfo Usigli, José c. Valadés, Jorge Valdés Díaz-Vélez, Roberdo Vallarino, Luis Villoro, Juan Villoro, Rafael Vargas, Luis Weckmann, Javier Wimer, Silvio Zavala, Alejandro Estivill, Leandro Arellano, Alejandro Pescador, Leopoldo Zea, Eduardo Cruz y el que esto escribe. Hay entre ellos agregados culturales, cónsules, embajadores, cancilleres, funcionarios, subsecretarios y secretarios de Relaciones Exteriores. Su paso por la carrera diplomática se refleja a veces en sus obras, y algunos han escrito ensayos y artículos sobre las relaciones internacionales y, en particular, sobre las tareas de difusión cultural.
El trabajo de los agregados culturales ha sido considerado por los observadores superficiales como fácil y brillante. Es todo menos fácil, pues los que lo realizan deben unir a su formación cultural capacidad organizativa y conocimientos de administración. El agregado cultural debe evitar inclinarse a favor de algunos de los distintos grupos artísticos o culturales y mantener un criterio equilibrado en todos sus trabajos de promoción. La riqueza artística de nuestro país y su interesante pasado histórico dan a los encargados de la difusión de la cultura magníficas armas para cumplir sus funciones, pero los obligan, también, a ser ecuánimes y a colocar sobre sus opiniones personales, por más respetables que sean, los valores de la objetividad. Esta es una empresa difícil, sobre todo cuando el encargado de difundir la cultura se dedica también a la creación artística, circunstancia que puede inclinarlo a promover su propia obra en detrimento de las obras de los demás. De ninguna manera se pretende que deje de escribir, publicar, exponer o presentar sus obras. Se trata, simplemente, de que realice el necesario deslinde entre el desarrollo de su obra personal y sus funciones de difusor cultural.
Como decía en el párrafo anterior, el pasado histórico y la riqueza artística de México hacen de su difusión una tarea agradable y brillante. Las propuestas de los agregados culturales encuentran, generalmente, una respuesta favorable y en casi todos los países hay instituciones y personas interesadas en el estudio de la historia y las artes de México. Ya antes hablaba de las grandes exposiciones que han marcado indeleblemente nuestra presencia artística en muchos países. Estos acontecimientos espectaculares, junto con las muestras de artistas individuales, los ciclos de cine, las presentaciones de teatro, danza y música, y las conferencias, seminarios y mesas redondas deben servir de apoyo a las tareas culturales cotidianas de nuestros institutos, embajadas y consulados, ya que los aspectos fundamentales de este trabajo son las relaciones con la comunidad artística y cultural del país en el que se representa a México, la orientación y atención a los becarios mexicanos, al aumento de la presencia de nuestra cultura en los medios de comunicación social y, sobre todo, el apoyo a las universidades y distintos centros de estudios en la formación de especialistas en temas relacionados con la historia y la cultura de nuestro país.
(Continuará)
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