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Feliz cumpleaños, Wynton
La imagen que muchos tienen de Wynton Marsalis es, todavía hoy, la de un joven prodigio del jazz que tomó la batuta dejada por Miles Davis. Esto es un error en varios niveles y sentidos. Considerado el compositor y trompetista más destacado de su generación –conocida como la de los Young Lions–, el nacido en Nueva Orleáns ha cumplido recientemente cincuenta años de edad, razón por la cual Sony Music editó una caja especial con diez discos originalmente grabados y lanzados en 1999 (así es, todos el mismo año): Swinging Into The 21st. Como vemos, ya no se trata de ningún jovenzuelo.
Por otro lado, aunque muchos lo idolatran por sus actividades pedagógicas y lo que ha hecho al frente de la Lincoln Center Jazz Orchestra de Nueva York, no son menos quienes lo acusan de “refinar” tanto al jazz, estética y socialmente, que ha terminado por darle la espalda a su rol primigenio y popular. O sea que no todo es miel sobre hojuelas. Igualmente, pensar que por ser trompetista es el heredero directo de Miles, es otro error. Se sabe que las veces que convivieron hubo cordialidad pero que, por numerosas diferencias filosóficas, no se acercaron mucho ni profesional ni personalmente. De hecho es conocida la anécdota de cuando Davis le regaló su trompeta a Wallace Rooney, a quien consideraba su verdadero discípulo, en un acto de franca transición. De ahí que durante la gira para revivir y honrar al cuarteto de Miles fuera Rooney y no Marsalis el elegido para acompañar a Tony Williams, Ron Carter y Herbie Hancock.
Escribir esto nos obliga a pensar en otros trompetistas históricos. El más grande, sin duda, fue Louis Armstrong. Luego Dizzy Gillespie, Chet Baker, Maynard Ferguson, Freddie Hubbard, Clifford Brown y tantos más que, desde el be y el hard bop, o desde el cool, se encargaron de que la trompeta continuara su liderazgo con ese timbre expresivo, cuchillo tanto en grupos pequeños como en grandes orquestas. Y es que es así: por tamaño y tesitura la trompeta tiene que ver con el canto del ave y con la inmediatez, la espontaneidad en la lengua del hombre.
Tiempo después también surgirían otras voces más comerciales, como la del cubano Arturo Sandoval (luego de Irakere) o de los estadunidenses Chuck Mangione, Mark Isham, Lew Soloff y Chris Botti. Pero las más relevantes en el terreno jazzístico de las últimas tres décadas han sido, precisamente, las de Wynton Marsalis, Wallace Rooney, Randy Brecker, Terence Blanchard y Nicholas Payton. Aparte queda otro grupo del mundo experimental, probablemente el favorito de quien esto escribe: Steven Bernstein, Tim Hagans, Dave Douglas, Markus Stockhausen y Cuong Vu. Claro que se nos olvidan nombres (bienvenidos los comentarios de suma y resta, lector), pero éstos brillan de manera especial.
En fin. Volvamos a nuestro asunto: Marsalis ha cumplido cincuenta años y junto a esta caja especial, si se desea pagar un poco más, se puede recibir una foto de colección y una página de la partitura original, ambas firmadas a mano por sus autores (el propio Wynton y Frank Stewart) con una edición limitada de doscientas unidades. Los álbumes compendiados en esta edición son: A Fiddler’s Tale, Marsalis Plays Monk, At The Octoroon Balls, Big Train, Sweet Release & Ghost Story, Mr. Jelly Lord, Reeltime, Selections from the Village Vanguard Box, The Marciac Suite y All Rise. Probablemente este listado diga poco a los ojos. Una disculpa. Pero diremos que en él suena el trabajo del trompetista en todos sus niveles: con pequeños combos de cuatro a siete miembros, con big band, frente a conjuntos clásicos de cámara, orquestas completas y de ahí hasta sus inspiraciones en torno a la danza contemporánea o su amor por Stravinsky. ¡Todo compuesto en un solo año, 1999!
Hombre polémico, nadie pone en tela de juicio el genio de Wynton Marsalis, quien ya ganó el Pulitzer con su ópera jazzística Blood on the Fields. A la larga se le pondrá en el lugar que corresponde en la historia de la música del siglo xx, eso es seguro. Mientras tanto, leamos algo de lo que escribió en la introducción de Swinging Into The 21st: “Siempre seré humilde y agradecido por los muchos, muchos actos de generosidad y sacrificio que le permitieron a mi música florecer en una cultura que es de alguna manera hostil hacia el arte… Sé que esto se debe a una baja calidad educativa, pero aun así duele.” ¡Uf!, ni se imagina lo que es tener a la maestra Elba Esther.
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