Dos poemas
Gibrán Jalil Gibrán
Del dolor
Y una mujer suplicó: Háblanos del dolor
Y él dijo:
Vuestro dolor es la irrupción de la envoltura que encierra nuestro entendimiento.
Así como la semilla de la fruta debe romperse para que su corazón se descubra
al sol, así debéis conocer el dolor.
Y si pudiérais guardar el corazón en admiración ante los cotidianos milagros de
vuestra vida, el dolor no os parecería menos maravilloso que la alegría;
Entonces admitirías las estaciones de
vuestro corazón, tal como admitís las estaciones
que pasan sobre los campos.
Y velaríais serenamente a través de los
inviernos de vuestra aflicción.
Muchos de vuestros dolores los escogéis
vosotros mismos.
Son la pócima amarga con la cual
el médico que lleváis dentro cura
vuestras enfermedades.
Por tanto, confiad del médico y bebed
su remedio en silencio y tranquilamente:
Porque su mano, aunque dura y pesada,
es guiada por la tierna mano del Invisible.
Y la copa que ofrece, aunque queme
vuestros labios, ha sido modelada con la
arcilla que el Alfarero humedeció con Sus
propias y sagradas lágrimas.
Canción de amor
Una vez, un poeta escribió una hermosa canción de amor de la que hizo muchas copias que obsequió a conocidos y amigos, tanto hombres como mujeres, y también a una joven que vivía al otro lado de la montaña y a la que sólo una vez había visto.
Y al cabo de un día o dos, llegó un mensajero con una carta de la joven que decía: “Permíteme confesarte que estoy profundamente conmovida por la canción de amor que escribiste para mí. Ven pronto a hablar con mis padres y a preparar las nupcias.”
Y el poeta contestó: “Amiga mía, no fue sino un canto de amor del corazón de un poeta , que cada hombre canta para cada mujer.”
Y ella volvió a escribir, injuriándole: “¡Hipócrita y mentiroso en palabras! Desde este día hasta el día que me entierren, odiaré a todos los poetas.” |