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Nueva ortografía española (III DE IV)
Los prefijos “ex”, “anti” y “pro”, ahora irán unidos a las palabras que modifican, como en exmarido, antiviral, proeducación, excepto en casos donde la palabra que modifica sea compuesta, como en ex primer ministro, pro sexo seguro…
En realidad, muchos de los cambios que he comentado ya habían venido ocurriendo en español desde mediados de los años noventa, en el siglo pasado: la “ch” y la “ll” dejaron de aparecer como consonantes compuestas en las ediciones recientes de los diccionarios del español y, tal vez, la preferencia por la “k” sobre la “q” sea uno de los más sorprendentes porque la “q” es de origen latino y la “k”, visigótico (debe convenirse en que la lengua española es más hija del latín que de las lenguas visigodas, superadas en varios horizontes hispano-lingüísticos por la influencia del árabe). Asimismo, el uso de los prefijos mencionados fue siendo de uso corriente entre los usuarios de la lengua escrita, así fuera de manera paulatina.
Eso significa que el mamotreto Ortografía de la lengua española (el libro dura 745 páginas) a veces es normativo y otras descriptivo. Por otro lado, es innegable la necesidad de sistematizar los usos ortográficos de una lengua escrita, como lo demostró la maduración gramatical y ortográfica del español manifestada en el siglo XVIII mediante el Diccionario de autoridades y el primero de la rae, y como lo ofrece el caso de una lengua hermana, el francés, que posee una gramática muy moderna y una ortografía arcaica, demostrado en palabras como “agua”, que en francés se escribe eau y se pronuncia /o/ (igual que beaux: /bo/), o como el uso ortográfico del acento circunflejo, que sólo sirve para indicar la pérdida de una /s/ histórica, contigua, en palabras como “hospital” > hôpital; “mesme” > même.
La Ortografía de la lengua española razona la urgencia de homologar formas ortográficas que parecen dispersas en la lengua escrita del español (lo cual es normativo), aunque acepta usos provenientes de regiones cibertextuales, como la preferencia de la “k” sobre la “q”: ke me bes wey? (lo cual es descriptivo).
Uno de los aspectos más controvertidos de las nuevas reglas ortográficas es el de la acentuación. Para no ser prolijo, presentaré a continuación un breve resumen de tres reglas acentuales.
1. Recomendación de eliminar la tilde diacrítica en adverbios y pronombres. Anteriormente se diferenciaba el adjetivo “solo” de su adverbio a través del uso de la tilde. La rae desalienta el uso de ésta incluso en situaciones donde podría haber ambigüedad, aunque no lo condena: “solo digo que estoy solo si, y solo si, yo solo me declarara solo solo” > “sólo digo que estoy solo si, y sólo si, yo solo me declarara sólo solo” > “solamente digo que estoy solo si, y solamente si, yo solo me declarara solamente solo”. Elija el lector dónde hay adverbios y adjetivos, que para eso son las nuevas reglas, y luego explique el significado de ese galimatías.
“Iré sólo si tú quieres” significa que mi asistencia depende de tu decisión. “Iré solo si tú quieres” significa que, si no lo deseas, no llevaré a nadie. Desde ahora, no será obligatorio marcar la diferencia mediante una tilde, por lo que el adjetivo solo, derivado del sustantivo soledad, se fusionará con sólo, un adverbio condicional. Dentro de esta línea de modificaciones, no creo que sea lo mismo escribir lo siguiente (y, por lo mismo, discernirlo): “fui sólo a coger”, “fui solo a coger”.
La RAE ha determinado que estos casos “son tan infrecuentes y fáciles de dirimir mediante el contexto de la frase” escrita, que “no vale la pena establecer una regla para diferenciarla”.
El mismo criterio se aplica para pronombres demostrativos como este / éste, esta / ésta, si bien la rae especifica que, en todos los casos, será opción de cada persona usar o no las tildes. Para el demostrativo neutro esto ya existía una tendencia, desde los años setenta, en el sentido de que fuera el usuario quien eligiera si acentuaba la palabra, o no, de acuerdo con el contexto escrito.
2. Eliminación de la tilde en las palabras monosilábicas. Anteriormente, el uso de la tilde se aceptaba para quienes consideraran que en la pronunciación de las palabras monosilábicas se formaban hiatos o diptongos, como en los casos de guión, truhán, huí o fié. Desde ahora, ninguna de estas palabras llevará tilde y su uso será considerado como erróneo. Sin embargo, muchas de ellas son agudas con terminación en ‘n’, ‘s’ o vocal, por lo que su falta de acentuación contradice la norma ortográfica acentual, que es de orden general.
(Continuará)
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