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Llega Radar a la UNAM
Festival creado en 2001 gracias al magín de José Wolffer, Radar se hizo conocido primero por estar ligado al Festival de México en el Centro Histórico, pero se consolidó después por su atención a expresiones sonoras atípicas, por invitar con acierto a numerosos compositores e intérpretes alejados de las conformidades clásicas y populares. A él deberemos la próxima visita del compositor estadunidense Morton Subotnick, del artista visual Lillevan, de los músicos españoles Edu Comelles y Javier Piñango, de los improvisadores Fred Frith y Mike Patton, así como las consecuencias del proyecto Señales Astronómicas y Música realizado en colaboración con el Instituto de Astronomía de la uam, entre otras actividades como talleres y pláticas públicas.
Músico, maestro y escritor, Wolffer nos abrió las puertas de su hogar y de su conversación para crear un glosario que, en buena medida, dibuja el perfil de esta nueva etapa de Radar, separado ya del Festival de México y ahora ligado al Centro Cultural Universitario (27 de septiembre a 2 de octubre). En este breve diálogo con otros músicos notables usados como pretexto, surgen palabras de interés y tranquilidad para los melómanos que suelen alejarse del experimento sonoro temiendo excesos teóricos o charlatanería. Con ellas buscamos acercarlos a uno de los eventos más relevantes del lenguaje contemporáneo que suceden en el país. La programación completa puede revisarse en radar.org.mx.
–Decía Edgar Varése que música es “sonido organizado”. ¿Estás de acuerdo?
–Ampliando la definición de Varése, compositor al que pronto dedicaremos un ciclo retrospectivo y que me ha ocupado mucho en los últimos años, te diría que música es todo aquello que, con una intención, genera sonido. Aunque no exista esa visión organizada sí puede haber una intención sonora, así sea la de darle de trancazos a la regadera. Ello apela a las reflexiones de John Cage que nos abrieron los oídos a un montón de realidades sonoras. En 4.33 y experimentos posteriores, él sabía que todo lo que suena a nuestro alrededor es material susceptible de convertirse en música. Incluso decía: “Si algo te aburre, escúchalo 10 minutos más y seguramente encontrarás otra cosa que no te aburra.”
–Dijo Alvin Currán que “improvisación es el arte de volverse sonido”. ¿Qué piensas?
–Me gusta la definición de Currán, pese a lo poética. Si la tratara de aterrizar hablaría de manifestaciones musicales permeables a accidentes de todo tipo. Me ha tocado ver a grandes improvisadores en noches buenas y en noches malas, pues ambas son parte del juego mismo. Así, improvisar es estar abierto a lo inefable, a lo que no puedes aprehender de otra forma.
–El mismo Currán apunta que la improvisación es “tanto el fino arte de escuchar y responder, como el más refinado arte del silencio”. ¿Qué es para ti el silencio?
–El silencio prácticamente no existe… Recuerdo el experimento de Cage en la cámara aislada, cuando se encierra esperando no oír nada pero escucha dos sonidos: el de su sistema circulatorio y el de su corazón… Creo que el silencio es el lienzo sobre el que pintas, pero que debe poseer espacios vacíos, equilibrio entre lo que está ocupado y lo que no. Es también el afán de interrumpir y disipar el sonido. Hay compositores como Morton Feldman, a quien abordaremos en Radar UNAM 2011 [For Christian Wolff, Sala Carlos Chávez, domingo 2, 17 horas], que tienen una sensibilidad muy especial frente al silencio.
–Señalaba Carlos Chávez que “tan pronto como hay fronteras dadas aparece la obra de arte”. ¿Qué piensas de los límites creativos?
–Es básico tener límites para plantear un campo de acción en el cual incidir; de lo contrario se disipa prácticamente cualquier actividad que realicemos. Esto me recuerda los ejercicios de Alban Berg, compositor austríaco que inventaba una serie de códigos, referentes a historias y esoterías personales, para generar límites que lo dejaran moverse a sus anchas. Una de las cosas que te permiten mover es saber las reglas del juego, aunque sea para romperlas después.
–Stephen Nachmanovitch habla de la originalidad, “no en el sentido de lo que es totalmente nuevo, sino de lo que es totalmente nosotros mismos”. ¿De acuerdo?
–Totalmente. Lo original nos remite al principio de quien postula. Más allá de los recursos que se utilicen, la originalidad sucede al refinar procesos creativos que transforman a quien escucha, pero luego de haber transformado a quien produce. En Radar unam no hay una búsqueda de la novedad per se; también creemos en compositores del pasado que aún tienen mucho que decir, y sobre todo en México.
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