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Hablo...
Manolis Anagnostakis
Hablo de los últimos toques de corneta de los ejércitos vencidos
De los últimos andrajos de nuestras ropas de fiesta
De nuestros hijos que venden cigarros a los transeúntes
Hablo de las flores que se marchitaron en las tumbas y pudre la lluvia
De las casas en el asombro sin ventanas como cráneos desdentados
De las muchachas que mendigan mostrando en sus pechos sus heridas
Hablo de las madres descalzas que se arrastran en las ruinas
De las ciudades incendiadas los cadáveres amontonados en las calles
De los poetas alcahuetes que tiemblan las noches en los umbrales
Hablo de las noches interminables cuando la luz disminuye en las
madrugadas
De los camiones cargados y los pasos en las húmedas losas
De los patios de las cárceles y de la lágrima de los condenados a muerte.
Pero sobre todo hablo de los pescadores
Que dejaron sus redes y siguieron Sus pasos
Y cuando Él se cansó ellos no reposaron
Y cuando Él los traicionó ellos no renegaron
Y cuando Él fue glorificado ellos desviaron los ojos
Y sus compañeros los despreciaron y crucificaron
Y ellos, serenos, toman el camino que no tiene fin
Sin que su mirada se oscurezca o se venza
Erguidos y solos en la terrible soledad de la multitud. |
De La continuación 2, en Los poemas, 1941-1956.
Véase La Jornada Semanal, núm. 700, 3/VIII/2008
Para mi querido Javier Sicilia, en su silencio
Versión de Francisco Torres Córdova |
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