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Cuatro décadas de Jesucristo superestrella
Ha pasado la Semana Santa y con ella la Pasión de millones de fieles que anualmente, por unos días al menos, buscan razones para conectarse con el más allá, olvidándose del más acá. Entre el bombardeo mediático relacionado con la vida y obra de Jesús, destaca siempre la película Jesucristo superestrella, ópera rock transmitida “religiosamente” por canales variopintos. Lanzada al celuloide en 1973, la obra está basada en el montaje de Broadway con libreto de Tim Rice y partitura de Andrew Lloyd Webber que este 2011 cumple cuatro décadas de su estreno en Nueva York.
Hablamos de una de las puestas en escena más exitosas de la historia, pues su montaje terminó multiplicándose como el fuego en todo el planeta, produciendo numerosas representaciones subsecuentes al paso de los años. A ello, por supuesto, ayudó la controversia del mencionado filme cuyas proyecciones se vieron criticadas y en muchos casos obstaculizadas por grupos religiosos extremistas que la veían como una verdadera afrenta, no sólo a la historia sino a la estética más elemental. Ahí uno de sus mayores logros.
Heredero de la psicodelia de los sesenta, el guión se basa en los últimos días de Cristo, desde su llegada a Jerusalén y hasta la crucifixión, y sobre todo en su relación con Judas, en cuya visión se basan gran parte de los sucesos. Pantalones acampanados, metralletas, autobuses, lentes oscuros, grandes melenas, bailarinas y coristas semidesnudas más toda clase de coloridas vestimentas y coreografías, enmarcan intensas actuaciones y perfectas mímicas de canto en las que se enaltece el soul, el góspel, el rock y el funk subyacente en las partituras.
Su versión cinematográfica fue dirigida por Norman Jewison, escrita por él mismo junto a Melvyn Bragg y estelarizada por Ted Neeley como Jesús (quien después repetiría en la versión teatral), Carl Anderson como Judas e Yvonne Elliman como María Magdalena. Sin embargo, algo que pocos saben es que antes del montaje de Broadway y de la película misma, lo primero en salir fue el disco bajo el título de Jesus Christ Superstar (1970). Dos viniles y un libreto de veintiocho páginas que llegaron al puesto número uno del Billboard, decisivos para que nacieran las versiones en escenario y cine.
En ese álbum destacaba la participación de Ian Gillan, cantante de Deep Purple, en el papel del nazareno, así como la de los actores Murray Head e Yvonne Elliman (la única que repitió en la película). Otros notables fueron Victor Brox como Caifás (había colaborado con Hendrix); John Gustafson como Simón (grabó el bajo en cuatro discos de Roxy Music); y Mike d’Abo como el rey Herodes (otrora cantante de Manfred Mann). Sobre sus creadores hay poco que no se sepa. Andrew Lloyd Webber es uno de los compositores más exitosos de Broadway y del West End londinense. Entre sus obras más famosas se hallan Evita, Cats, José el soñador, El fantasma de la ópera y El mago de Oz. Ha ganado todo: Emmys, Tonys, Grammys y un Oscar. Su compañía, Really Useful Group, es una de las mayores productoras de Europa. Tim Rice, por su cuenta, no sólo escribió el texto de Jesucristo superestrella, sino de Evita (incluido el tema “No llores por mí Argentina”) y del Rey León para Walt Disney, entre muchos otros.
En la creyente Hispanoamérica, claro está, sucedieron múltiples versiones de la obra. Curiosamente fueron los peruanos los primeros en versionarla en 1974. Luego México, un año después. Producida por Luis de Llano y con la actuación de Enrique del Olmo, Jorge Abraham y Julissa, al paso del tiempo hubo renacimientos esporádicos del musical con las “personalidades” más obvias de nuestro tinglado sonoro. Verbigracia: Laura Flores, Fazio Galván, Erick Rubín y Lolita Cortés. También se representó en Venezuela (catalogada como una de las mejores y más ambiciosas de todas), Argentina, Chile y Ecuador, sobresaliendo una larga temporada en España con Camilo Sesto en el rol de Cristo. En Colombia, curiosamente, hubo quienes la hicieron telenovela.
Reacción inmediata y contemporánea a la emblemática ópera Tommy de los ingleses The Who (1969), Jesucristo superestrella fue tan revolucionaria como ambiciosa. En ella suenan no sólo un grupo de rock más algunos cantantes, sino una inmensa orquesta acompañada con un gran coro. Por ello, más allá de las creencias de nuestro apreciable lector, dejarse llevar por lo que ahí sucede y suena siempre será recomendable pasados algunos días del masivo fervor y las vacaciones. En el nombre del Padre, de Jesucristo superestrella y del Espíritu Santo. Amén.
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