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Caifanes
Se juntan los Caifanes. Muchos lo celebran. Miles compran boletos para verlos en los festivales Vive Latino de México (9 de abril) y Coachella de Indio, California (15 de abril). Pilares del soundtrack nacional, nuestro rock no se explicaría de la misma forma sin su presencia en los años ochenta y noventa. Alfonso André, Sabo Romo, Alejandro Marcovich, Diego Herrera y Saúl Hernández, con todo y sus bien conocidos conflictos intragrupales, supieron hacer algunos discos y piezas señeras. Nadie lo discute. Sin embargo, hoy resulta interesante –ya con el dinero sobre la mesa para que regresen al escenario–, repensar el peso que cada integrante tuvo en un combo que parecía dirigido por un solo hombre, pero que creció y se hizo famoso con la suma de talentos.
Alfonso André ha golpeado los tambores de Caifanes, Jaguares y La Barranca en distintos momentos (algunos simultáneos). Tipo serio, comúnmente se le juzga mal por no interesarle las relaciones públicas. Lo suyo es la música, los gadgets y la familia (esposo de Cecilia Toussaint, tiene un hijo que ya le pega a la batería). Con una personalidad y un timbre extraordinarios en su instrumento, tiene la enorme cualidad de ser reconocible por patrones rítmicos en cuya fuente abrevan lo latino y el rock más clásico. La manera como fluyen sus ideas es efectiva y original, elegante al oído y a la vista. Así lo apreciará quien escuche su próximo disco en solitario, en donde además es la voz cantante, literalmente. Momento notable en Caifanes: “La bestia humana.”
Sabo Romo. Hombre inteligente. Buen compositor y mejor intérprete. Músico con musicalidad (algo menos común de lo que imagina el lector). Un artista completo que siempre da en el blanco al grabar discos ajenos enalteciendo lo que sea que le pongan enfrente. Magnífico bajista, fundamental para el desarrollo y popularidad del instrumento en México, su técnica es depurada y jamás atropella al buen gusto. Tocar o crear algo “feo” es algo que jamás se permitiría. Productor, fundador y líder de Los Finger, Sabo también es guitarrista de Los Flash Tacos, extravagancia humorística cobijada en El Imperial de la Condesa. Escucharlo con Aleks Syntek o Tania Libertad, por nombrar algunas de sus huellas, alecciona e inspira. Momento notable en Caifanes: “Antes de que nos olviden.”
Alejandro Marcovich. Laberíntico, atípicamente virtuoso, no ha sabido construirse un repertorio a la altura de su nombre. Siempre hemos esperado más de él. Nacido en el folklore sudamericano (es de Buenos Aires, aunque llegó a México muy joven), entiende perfectamente el lenguaje de ambientes experimentales, por lo que ha colaborado como invitado o productor en numerosos trabajos de carácter, tipo Santa Sabina, Los Estrambóticos y Las Ultrasónicas. También da clases y talleres y, desafortunadamente, numerosos shows homenajeando antiguos proyectos, viejos repertorios. Su único disco como solista se llama Nocturnal (2003). Un buen trabajo. Momento notable en Caifanes: “El elefante.”
Diego Herrera. El menos conocido de todos. Compositor más que animal de escenario, creador de jingles y música para medios visuales, otrora empleado de sello discográfico, su personalidad parece más retirada de la neurosis y los demonios artísticos. No podemos soslayar que a él se le deben un par de canciones insignia de Caifanes, así como la ambientación y carácter de otras tantas. Sea con teclados o saxofón, su complemento fue también importante en la última etapa de Jaguares. Momento notable en Caifanes: “Amanece.”
Saúl Hernández. Tipo carismático, cierto. Talentoso, cierto. Mal cantante, cierto. Letrista mediano, cierto. Buen intérprete, cierto. Guitarrista mediano, cierto. Dueño de un egocentrismo interesante, de ésos que producen querencia y maledicencia. De ésos que se hacen amar por la multitud, pero tal vez sacrificando relaciones definitorias. Yendo de frente, pésele a quien le pese, se nos figura una estrella de rock sin estrella. Clasemediero liderando a “la raza”, a veces confunde el canto con el mandato chamánico. Personaje anacrónico por no reconocerse en el pasado, el primer sencillo de su nuevo disco como solista, “Molecular”, es terrible en términos líricos y paupérrimo en su arquitectura armónico-melódica. No creemos que el resto de Caifanes hubiera permitido que una pieza semejante sonara en la radio. Esperemos a escuchar el resto. Ya veremos. Momento notable en Caifanes: “Será por eso.”
Dicho lo anterior, saque cada quien sus conclusiones. Pronto sabremos si los habladores que cayeron frente al cojo supieron dar valía a esas hijas-canciones, si el dinero pudo comprar algo de antigua magia.
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