Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Un año en la vida de José Revueltas
GILBERTO GUEVARA NIEBLA
Aurora M. Ocampo: el dígito y la sílaba
JOSÉ DE JESÚS SAMPEDRO
Poema
KALINA ALEXANDROVA KABADJOVA
Escenas de barrio latino
HERMANN BELLINGHAUSEN
Esther Seligson: vencer al tiempo
ADRIANA DEL MORAL ESPINOSA
Tomás Eloy Martínez o la obsesión de volar
JOSÉ GARZA
Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Corporal
MANUEL STEPHENS
Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO
Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA
El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Directorio
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Felipe Garrido
Un jardín
La casa de la tía Delfina tiene el jardín más bonito que hay en la Tierra. Tiene mangos, floripondios, limones, guayabas, tabachines, moreras y lichis, que son unas frutas como fresas, pero con cáscara un poquito dura. Los lichis son un poco dulces y un poco ácidos. En el jardín de mi tía hay flores, pájaros, mariposas, chuparrosas y en las orillas alacranes. En las noches la familia se sienta en un corredor que da al jardín, a tomar agua de jamaica y a platicar. Luego empiezan a brillar los cocuyos: puntitos de luz que se prenden y apagan mientras van volando. En las noches las flores huelen más, no sé por qué. Y todos nos acordamos del huele de noche porque era el que mejor olía y el que más nos gustaba. Hasta que una tarde granizó tan fuerte que se cayó. Tuvieron que cortarle las ramas. Ahora es sólo un tronquito. La tía dice que va a volver a crecer, y nosotros nos sentamos a esperarlo. Nos urge que crezca, porque ahuyenta a los muertos. |