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HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Partitura para La de Mí
GABRIEL LOPERA
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KOSTAS STERIÓPOULOS
De la Edad de Oro...
La fenomenología: la filosofía del siglo XX
ÁNGEL XOLOCOTZI YÁÑEZ
La necesidad de la fenomenología
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EDMUND HUSSERL
“Mi obra constituye un solo poema”
JAVIER GALINDO ULLOA entrevista con MARCO ANTONIO MONTES DE OCA
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Puerta sin mar
Entro a un All day breakfast esta mañana de domingo. Pido unos huevos con tocino, me dan mi número y me siento en una mesa cercana a la cocina, de tal modo que no es difícil para el mesero ubicarme entre el mundanal de gente. Puedo escuchar fácilmente lo que hablan las cocineras pero más particularmente empiezo a escuchar las indicaciones que le da una de ellas a un mesero chaparrito, asiático, que tiene unos ojos de espanto. La cocinera le explica con detalle las características de los platos que tendrá que llevar para que no vaya a confundir huevos fritos con omeletes. Pero el mesero, ya de cierta edad, apenas entiende a la cocinera, su inglés es un poco cortado y viciado por el ruido de hornos y licuadoras, y el mesero parece estar padeciendo una angustia terrible. Yo lo veo. Dejo de ver todo lo que veía para verlo nada más a él. Y entonces, repentinamente, empiezo a sentir una tristeza infinita, inabarcable, por él, por los dos países que ha perdido (este en el que no se reconoce y aquel que ha dejado de pertenecerle), por sus zapatos que recorren calles en las que sus pasos se extravían, por el sueldo miserable que debe ganar, por su inglés endurecido como una piedra, por el sudor que le escurre a mares por la frente, por mí mismo que lo miro con la compasión de aquel que sabe que en la vida, apenas nacer, todo está perdido para siempre. |