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Partitura para La de Mí
Gabriel Lopera
En los tres primeros tiempos del primer compás te acercaste a Mí cromáticamente seis octavos, así me propusiste un ritmo que yo acepté complacido ignorando que sería inconstante. El cuarto y quinto tiempo de nuestra primera vez acompasados me acerqué a Sí mismo, tratando de buscarte repetidas veces adentro de Mí. En el sexto tiempo nos encontramos al fin. Tu risa fue motivo de besos que fueron y vinieron durante los bellos seis tiempos que duró el segundo compás. Pero te fuiste a tres cuartos en el tercero, que es lo mismo pero diferente, ya que cada tiempo se convirtió en una negra afirmación tuya de que cada vez eras menos mía, menos de Mí, y más de ése al que dices es un Sol. En el cuarto te convencí con menudas y veloces escalas hacia Mí de nuevo, mostrándote cuanto querías desde Sí, ser La que yo quería para Mí. Pero en el quinto compás comenzaste a contarme sobre dos cuartos. Dos cuartos en los que el Sol que creías tener, engañada de Sí, se acostaba con otras dos noticas, aprovechando por Do quier tus síncopas y asincronías para con él.
Mi dolor te Re-clamó en el sexto y séptimo, te marcaba y te marcaba infructuosamente, todo un tiempo de blanca espera y blanco silencio. En el octavo los dos cuartos que poco recorriste te proporcionaron Recuerdos y un descubrimiento Fatal que te obligóa modularme confusas excusas repletas de Falacias y Remordimientos menores. Pero el noveno compás nos demostró que el Sol menor sostenido por tus pechos me trastornó un poco, y al segundo tiemporecogiste mi negra fantasía; ¡menor mal!, do hubo fuerza a tiempo se logró un compás partido por el cruce de nuestras miradas. Nos miramos adentro de los ojos. Nos encontramos siendo dos medios pretendiendo un décimo encuentro. Tu tanteaste cualquierDominio al galope durante todos los tiempos, en el once yo sostuve tu Remedio mayor lanzando contragalopes a tu cuerpo disminuido.
Hoy terminamos el duodécimo compás. En seis octavos volviste a Mí, amor, pero Re-cuerda, muy muy cuerda –y qué pereza, qué lenta– me volviste un corcho semidifuso. Yo con mi espíritu veloz que siempre garrapatea ligándose a La esencia, a La necesidad constante de volver en Sí con Sólo imaginarte diciendo, ven a Mí.
No a manera de coda, en el decimotercero te lo quise decir todo sin Fa lacias, pizzicando, pellizcando negras convulsiones sentimentales a cada tiempo doble y a los mismos seis octavos de distancia favorable devorándote. El decimocuarto nos la pasamos en las mismas, pero aumentando nuestros volúmenes en una dinámica frenética. Al compás quince le dimos final corchándonos con murmuraciones y gemidos átonos que llegaron a una nada silenciosa. Nos quedamos en los silencios que se gastaron todo el compás, menos el último lapso doble que fue negro. Por eso en el decimoséptimo nos ligamos con una blasfemia blanca de nuestro amor con puntillo, que en dieciocho compases armonizó las tantas noticas discretas que tanto nos habíamos escrito para recordarnos… entre Sí
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