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Manuel Stephens
Danza contemporanea en Mazatlán (I DE II)
Claudia Lavista y Víctor Ruiz son los impulsores de un proyecto creativo de alcances inéditos en México. Estos excepcionales bailarines regresan a su país a principios de la década de 1990, después de una prolongada estancia en Venezuela como integrantes de la compañía Danzahoy, y se inscriben con el mayor éxito en la última etapa del llamado movimiento de danza independiente: en 1992 ganan el Premio Nacional de Danza inba-unam con la coreografía Trío y cordón, una fábula de amores vampíricos plena de erotismo y violencia soterrada, que en la actualidad es indudablemente un clásico contemporáneo. Así nace la compañía Delfos.
Tras una intensa y comprometida carrera, Delfos, entre otras cosas, desmitificó la creencia de que los grupos experimentales –inmaculados por naturaleza en ese entonces– se degradan al participar en actividades de corte comercial (recordemos los openings que compusieron para el club Medusas y la aparición de Lavista en un comercial de Pedro Domecq), y ante las condiciones de encarnadas luchas intestinas por obtener espacios y apoyos para su supervivencia, propiciadas por la extrema centralización en el Distrito Federal, Delfos decide emigrar a Sinaloa a instancias propias y del Ayuntamiento de Mazatlán a través del Instituto de Turismo y Arte.
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En 1998 fundan la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán (EPDM). Este centro educativo se ha consolidado como uno de los más importantes del país y es quizá el que ha logrado la mayor trascendencia. La EPDM tiene como objetivos la formación de bailarines y coreógrafos de danza contemporánea y coadyuvar en la generación de nuevos públicos; cuenta con alumnos y egresados de varios Estados de la República (incluido el DF), de países latinoamericanos y de Estados Unidos y Francia; ha concretado programas de intercambio con instituciones y universidades de Canadá, Inglaterra y eu, y ha organizado regularmente residencias de maestros mexicanos, del continente americano, europeos y africanos. En 2004 la EPDM transforma el diplomado que ofrecía para dar paso a estudios de nivel licenciatura (con validez estatal) y hace dos años establece un acuerdo, único en el país, de homologación de créditos con la Universidad de Texas. Lo anterior es el resultado de una década de trabajo persistente e incansable de los miembros que han conformado Delfos, que en la actualidad esta integrado por Lavista, Ruiz, Omar Carrum, Agustín Martínez, Karen de Luna Fors, Karla Núñez y Johnny Millán, quienes han hecho equipo con otros profesionales de las artes.
Para celebrar sus diez primeros años de vida, la epdm organizó el 1er Encuentro de Danza de Mazatlán, que reunió a alumnos y egresados, quienes durante una semana tuvieron la oportunidad de bailar y pensar sobre el quehacer dancístico en clases magistrales, funciones, conferencias y mesas redondas con figuras relevantes del ámbito nacional.
Fotos: Martín Gavica |
La labor educativa de Delfos en la EPDM es ejemplar de los efectos benéficos de la descentralización, que afortunadamente es la tendencia generalizada, y muestra la necesidad de abordar la formación de profesionales de la danza desde perspectivas que se alejen de la ortodoxia institucional, petrificada por la burocracia e ideologías anquilosadas. La epdm está en constante flujo creativo sin demeritar sus objetivos principales: la formación integral de artistas danzarios. El suyo es un proyecto autoreflexivo que demuestra que las estructuras para la enseñanza de la danza tienen que irse adaptando a una cambiante sociedad globalizada, en la que las necesidades y demandas expresivas de los alumnos se renuevan constantemente, razón por la cual se impone ajustarse a los tiempos. El 1er Encuentro de Danza de Mazatlán implementó que alumnos, egresados, maestros y personalidades invitadas hicieran un recuento de lo logrado y plantearan estrategias para el futuro. Establecer vasos comunicantes entre los participantes, de principio, ya es una ganancia cardinal.
Hay que celebrar espacios formativos como la epdm, que mediante su apertura y excelencia educativa ya ha visto salir de sus filas a cuatro agrupaciones dancísticas con sedes en otros estados y en Santiago de Chile, mismas que, a su vez, son potenciales fundadoras de escuelas y festivales y, por lo tanto, de fuentes de trabajo. La epdm es un modelo educativo que debe ser analizado y aplicado en muchas otras instituciones que hace lustros han cesado de tener impacto en los escenarios, que es de lo que se trata.
Continuará
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