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Manuel Stephens
Más soliloquios
Montserrat Payró |
Continúa en el Centro Cultural Los Talleres la temporada 2008 de Soliloquios y Diálogos Bailados. Un aspecto que se ha hecho patente a lo largo de las funciones es la enorme dificultad que implica la composición coreográfica para un solo intérprete, la cual se complica aún más si el bailarín es simultáneamente el autor de la obra. Quien toma el riesgo de coreografiar para sí mismo, tiene que desarrollar un alto grado de concentración que le permita una suerte de desdoblamiento durante el proceso de montaje, mediante el cual pueda verse en su rol de intérprete, ser autocrítico como coreógrafo y estar en control de ambos.
Andrea Gabilondo, bailarina y coreógrafa mexicana avecindada en Portugal, donde dirige el grupo La Marmita, presentó Un día difícil (solo para una bailarina desesperada). La obra reúne dos solos, Hiperacusia y La entrevista, dando como resultado un divertimento en el que se narran las desventuras de una mujer que no puede conciliar el sueño y la pesadilla del día siguiente cuando tiene que hacer una interminable antesala para pedir empleo. Gabilondo recurre a situaciones que en la cotidianeidad tienden a la inmovilidad, por lo que el desarrollo coreográfico se inclina naturalmente hacia lo absurdo, consiguiendo un divertimento sin pretensiones, bien interpretado y con gags que surten efecto.
Andrea Gabilondo |
En situación opuesta se encuentra Punishment to the Movement, de Montserrat Payró, bailarina, coreógrafa y directora de Dharma, quien intenta hacer una representación coreográfica de cómo actúan los sistemas de vigilancia y control sobre sociedad e individuos bajo una perspectiva foucaultiana. Payró utiliza numerosos elementos, de video, atrezo y escenografía (cerca el escenario en proscenio para convertirlo en una prisión, por ejemplo), que estuvieron pobremente utilizados y se quedaron como simple decoración. Fue una función llena de problemas de tramoya y técnicos (con un micrófono y el amplificador de una guitarra). Fue evidente la pretensión de impactar sobre la de confrontar al espectador con la temática elegida. A esto se suma la muy incómoda inseguridad escénica de Javier Payró, con quien se hizo acompañar la bailarina. El diseño de movimiento no mostraba una investigación a profundidad que reflejara la imposición de régimen disciplinario alguno sobre el personaje de Payró y, en todo caso, se perdió en la parafernalia a su alrededor. Creo que, de principio, esta ambiciosa obra que proyecta la coreógrafa no era la adecuada para un foro con las características del de Los Talleres.
Manuel Márquez bailó Retrato hablado, la intuición del instante. 2-Picking up, coreografía de Lidya Romero, que se anuncia como parte de una obra mayor. En ella se ve el deambular de un personaje por Nueva York, cuyo mapa se proyecta en video. Márquez inicia la obra cantando y entra al escenario desde las butacas; en el foro hay un cuadrado delimitado por resortes en el que se encuentran esferas plateadas. El personaje rodea este espacio para luego habitarlo. El movimiento combina frases construidas técnicamente con la gestualidad tan característica e intransferible de Romero, e incorpora la utilización de las esferas, quizá como metáfora de la casualidad (esferas que al rodar no respetaron los límites marcados por los resortes). Resulta extraño ver a Márquez vestido con traje beige y de corbata (y ¡en calcetines!), representando un papel demodé que se aleja por completo de la imagen del bailarín energético que se arroja al movimiento con que lo identificamos. La obra, según el programa, está aún en proceso.
Manuel Márquez |
Al parecer de último momento –porque no aparece en la publicidad de la temporada-, se integró a la programación Antonio Quiles, quien presentó la improvisación 13 minutos, una combinación de sonidos de guitarra y saxo en vivo, la proyección de una página de internet en el ciclorama y Quiles moviéndose por el escenario. Una improvisación en el peor de los sentidos y sin ningún alcance.
Benito González y el compositor Jaime Lobato improvisaron –en el mejor de los sentidos– G. Kala, basándose en la experimentación que lleva a cabo el coreógrafo para su próximo montaje Alas de Madonna. Este solo, acompañado por un ensamble de estupendos músicos en vivo y con vestuario, escenografía e iluminación de Mauricio Ascencio, es sin duda lo más provocativo y sobresaliente de toda la temporada, por lo que lo retomaré junto con el estreno de Alas de Madonna en el marco del Festival de México en el Centro Histórico.
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