Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 28 de enero de 2007 Num: 621


Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Hacer mella, cicatrizar, construir
JOSÉ-MIGUEL ULLÁN
Sentir un dictado
OCTAVIO AVENDAÑO TRUJILLO
entrevista con ENRIQUETA OCHOA
Dos poemas
ENRIQUETA OCHOA
Economía y cultura. Botella al mar
ANDRÉS ORDÓÑEZ
Esperemos lo mejor, Ryszard
RICARDO BADA

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemolsostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Cabezalcubo
JORGE MOCH

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

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Reseña de Gabriela Valenzuela Navarrete sobre Más allá de latitudes y poesía


Directorio
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VERÓNICA MURGUÍA

ESTATUARIA MEXICANA

En la fastuosa novela Bomarzo del escritor argentino Manuel Mujica Láinez, encontré esta hermosa descripción del traslado de El David, de Miguel Ángel, desde el taller del escultor hasta la Plaza de la Señoría:

"Avanzaba David y su frente aventajaba a menudo el nivel de los techos […] triunfador de mármol blanquísimo que pasaba, entre el rechinar de los maderos, inmutables los anchos ojos que surgían a la altura de las terrazas y de las cornisas –y el silencio volvía a renacer con majestad sinfónica–, era como si la augusta Belleza […] entrara definitivamente en la ciudad del Arno, quietas las manos y palpitantes los músculos en la caja rítmica del cuerpo, para sentar allí su permanente monarquía."

Y allá sigue, en la Academia. Invicto, a pesar del choteo, las innumerables postales, las copias de pasta que se venden en todas las esquinas del planeta, de los mandiles adornados con la imagen de su sexo, escultura soberana en una ciudad poblada de seres perfectos de bronce y mármol.

Los monumentos y las esculturas, como parte importantísima de la fisonomía de las ciudades, algo revelan del carácter de su gente, o por lo menos, de sus alcaldes. En todo el mundo hay esculturas ecuestres de caudillos que van dirigiendo ejércitos con el noble fin de dejar a los enemigos hechos pinole. Pero hay ciudades, como Washington, donde sólo hay esculturas que representan gente con espadas, bayonetas y rifles que se van modernizando conforme los gringos hacen más guerras. Prefiero otras ciudades como París, donde si bien tienen estatuas de soldados, Arcos del Triunfo y generales a caballo, también abundan los escritores y los filósofos.

En Tokio hay una estatua dedicada a un perro llamado Hachiko. Este perro era muy leal, y acostumbraba esperar a su dueño, el maestro universitario Eisaburo Ueno, todos los días afuera de la universidad. Ueno murió en 1925, y Hachiko siguió yendo a languidecer a su lugar diariamente hasta que, once años después, murió. Los vecinos de la ciudad erigieron la estatua como símbolo de la fidelidad. Luego, en la segunda guerra mundial, la estatua fue llevada a una forja para usar el metal, pero fue repuesta en los albores de la postguerra. Ahora está en la estación Shibuya, y aparece en miles de cómics.

A la entrada de Caracas, en un camellón que divide la autopista, hay una estatua medio pagana, que representa a una muchacha encuerada montada en una especie de tapir. Es María Lionza, y si entendí bien las explicaciones de nuestro anfitrión, es una deidad que custodia la ciudad.

En México, la cosa es muy rara. En la Macroplaza de Monterrey, hay un grupo escultórico de Neptuno rodeado de sirenas y tritones. ¿Cuál es la relación del dios de los océanos con esa ciudad rodeada de desierto?

En Cancún está el Ceviche, una glorieta en la que campean orondos un pez, un camarón, una estrella de mar y un caracol, todos de cemento pintado. En el malecón de Campeche tal vez siga el monumento al mestizaje, una especie de casita que amparaba la estatua de un indio melancólico y un conquistador con cara de estreñido.

El df no se salva: están los monumentos emblemáticos, casi todos erigidos en la primera mitad del siglo xx o antes, y los nuevos, entre los que hay numerosos adefesios.

Yo me pregunto: ¿qué hicieron los habitantes de la delegación Iztapalapa para merecer la Cabeza de Juárez? ¿Qué opinan los vecinos de Mixcoac acerca de la fuente de las serpientes? ¿Quién puso en Insurgentes el monumento al Papa, esa pequeña cabeza sobre un pedestal, llamado por algunos "el homenaje al tornillo"? Yo empataría ese disparate con el tributo a la rondana, instalada por los Rotarios frente a los Viveros.

¿Por qué el delegado Bortolini, de Coyoacán, mandó colocar una escultura ecuestre de Pancho Villa, en la que parece que está montado sobre un perro gigante? Esta escultura, según declaraciones de un burócrata, costó tres millones de pesos. ¿Cuántos trabajadores de limpia se hubieran podido pagar con ese dinero?

La última demostración del arbitrio del delegado fue una estatua –no sé quién es, pero tiene cara de amigo de Morelos– que preside el cruce entre Pacífico, Miguel Ángel de Quevedo y América. Los perros le tienen mucha afición a esa estatua y suelen levantar la pata sobre el pedestal.

La verdad, levantar tanto monumento feo sin preocuparse de la limpieza, es como decorar –con pésimo gusto– una casa y no barrer ni trapear.