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de Gabriela Valenzuela Navarrete sobre Más allá de latitudes y poesía
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MORALINEANDO (II DE III)
Habrá que estar de acuerdo en algo simple: tratándose, como se trata en Así del precipicio, de contar la historia de una degradación personal in crescendo, lo primero que se ve deberá ser considerado como menos grave que aquello visto más adelante. Perdóneseme la enunciación de tamaña obviedad, pues basta haber ido al cine un par de veces, a mirar casi cualquier película, para tener claro que de este modo suelen estructurarse cintas como Así del precipicio, es decir, aquellas que lo hacen a uno testigo del fall and raising en virtud del cual Todomundo, al salir del cine, puede tener la certidumbre de que lo correcto es lo correcto porque así es
ASÍ DE LA PELUSA
Ignoro de qué tácito o explícito catálogo moral se haya extraído, para transferirlo a un guión, el muy dudoso orden jerárquico de los actos, las palabras y las omisiones a partir del cual hay que definir dónde queda el precipicio al que alude el título, pero resulta desde luego cuestionable que, de acuerdo con el orden diegético de la cinta, resulte más de la chingada una inmersión a los "bajos fondos" que un homicidio.
Me explico: no ha transcurrido ni media hora de ver a la protagonista corriendo de aquí para allá, retacada de cocaína, quedando mal en su trabajo, siendo amenazada de perderlo, cuando en un cruce de calles, detenida por la luz roja de un semáforo, su drogada histeria hace que le dispare a quemarropa, a través del cristal, a uno de tantos indigentes que malviven de limpiar parabrisas.
Si usted pensó, como bien podría pensar cualquiera, que este acontecimiento es lo que detonará el acto de contrición de la protagonista, desengáñese porque no hay tal; la publicista yonqui seguirá atascándose y acercándose más y más al "precipicio", siendo éste ni más ni menos que un auténtico descenso a los infiernos; claro, entendible así únicamente desde la óptica de quien considera infernalmente abominable no ser nice, ser pobre y no vivir en Las Lomas o en Polanco o en cualquier otro sitio donde seguro no viven el taxista que la conduce a, ni los sujetos como ésos a los que nuestra yonqui publicista es llevada por culpa de su derrengada moral, y que la horrorizan al máximo al siguiente día de la impensada juerga, cuando se despierta al lado de Quiensabequién que quién sabe qué le hizo, si se lo hizo, pero ella mejor se va de inmediato y ahora sí, contrita hasta el tuétano, endereza el camino hasta que la vemos, alabado sea, confesándole a un grupo de adictos anónimos qué tan bajo cayó, qué tan así estuvo del precipicio
DE COITUS VIRTUALIS
Así del precipicio y Cansada de besar sapos (2006, Jorge Colón) adolecen, entre varios otros, de un defecto en común: están hechas a partir de una concepción mucho muy limitada de lo que es y representa un personaje protagónico. De acuerdo con su estructura dramática, cualquier situación o acontecimiento tiene verdadera importancia si y sólo si tiene lugar en torno a la persona del protagonista; de otro modo, el hecho o la idea presentadas no son más que elementos ilustrativos o mera decoración anecdótica. Si en Así del precipicio una coprotagonista podía morir a consecuencia de su adicción a las drogas y su afán por no perder una buena cantidad de ellas a manos de la policía, en Cansada de besar sapos la correspondiente amiga de la protagonista es adicta a un sitio de internet –de donde surge el título de la cinta y que es el verdadero centro de la trama-- en el que se buscan relaciones de pareja de todo tipo, adicción por la cual dicha amiga es anatematizada por medio de la mofa y la sorna de sus compañeros de trabajo. Independientemente de lo que pueda pensarse acerca de esos servicios en la red cibernética y de quienes hacen uso de ellos, el punto aquí es que, en su momento, la protagonista –Ana Serradilla en el papel de Martha-- también se aficiona, con similar o tal vez mayor ahínco, al sitio web, lo cual no implica para ella más descalificación que un amistoso "¡también está urgida!", que antes la amiga ya había recibido, pero que en términos de realización cinematográfica se convierte en uno de los elementos visuales más fuertes: cada vez que Martha está indecisa en cuanto a dar otro paso en su trayecto del contacto virtual al físico con sujetos de toda laya, interviene la amiga contándole alguna anécdota de su propia experiencia, cuya representación escénica tiene la doble función de convencer a Martha y de ser un estímulo para un espectador que, en estricta lógica, podría esperar similares puestas en escena de aquello que la protagonista ha de experimentar con las múltiples parejas que logra conseguir a través del sitio internet.
(Continuará.)
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